Cuando uno tiene niños la bolsa de la playa puede convertirse en un peso muerto muy difícil de cargar, tanto en lo físico como en lo psicológico. A quién no le han entrado sudores fríos ante el avituallamiento que conlleva llevar a sus retoños a la playa por primera vez. No es extraño ver padres sudorosos, sepultados bajo sombrillas imposibles y montañas de cubos, palas y toallas, camino de la playa.
Ya vimos el otro día cómo debemos afrontar la aventura playera para que no se convierta en una misión imposible que nos amargue nuestras merecidas vacaciones. Hoy les traigo unos consejos prácticos para afrontar este dilema sobrecogedor: La bolsa de la playa, ¿qué me llevo?
Guardar las proporciones
Cierto es que la bolsa de playa debe de ser amplia para que nos quepa lo necesario pero ojo, una bolsa demasiado grande no hace más que invitarnos a llenarla de artilugios no siempre necesarios. Además, el tamaño de la bolsa de la playa debe ser proporcional al de la persona que la carga.
A la última
Los padres, por norma general, tenemos una tendencia preocupante a volvernos tecnoadictos. Nada nos parece suficiente para nuestros hijos. Desde monitores con cámara, vibración y detector de tsunamis hasta bolsas de la playa goretex con una infinidad de compartimentos refrigerados, impermeabilizados y hasta insonorizados. En este afán por equiparnos sólo con lo mejor perdemos a veces de vista el objetivo último de los objetos que compramos y utilizamos.
En el caso de la bolsa de playa, lejos de lo que ustedes puedan creer, el objetivo último es que sea fácil de sacudir de arena. Para ello la mejor opción es la de un único receptáculo de gran tamaño que podamos sacudir con facilidad y un pequeño bolsillo accesorio con cremallera para el móvil, las llaves y la calderilla. Todo lo demás son ganas de pasarse la vida intentando limpiar de arena recovecos imposibles.
Tampoco es necesario que nos combine con los bañadores de toda la familia. Una cosa discreta y lavable se convertirá en nuestro mejor aliado. Los capazos de paja de toda la vida son una alternativa muy versátil y asequible.
Política de admisión
Es fundamental ser muy estrictos con nuestra política de admisión a la bolsa de playa: Sólo artículos de primera necesidad que hayan pasado por las pertinentes pruebas de impermeabilidad y pringue permitidos. Un artículo mal elegido, como un bote de crema que no cierra o un alimento mal envasado, puede amargar nuestra experiencia playera.
Los pies en la tierra
Ante la tesitura de qué meter en la bolsa de playa conviene alcanzar un estado zen de realismo extremo.
Seamos realistas, si usted va a la playa con niños de nada le va a servir el iPod, ni el periódico, como no sea para espantar moscas. Sus ojos y sus oídos estarán dedicados en exclusiva a evitar el ahogamiento de su prole. Lo mismo pasa con las toallas, no es necesario llevar tantas toallas como miembros de la comitiva playera. Con niños, en caso de sentarse un ratillo, lo hará en la orilla, en la zona de tierra mojada y nunca por un lapso de tiempo superior a cinco minutos.
No hablemos ya de tomar el sol, a partir de ahora, usted lucirá un moreno atípico propio del padre que se pasa el día detrás de sus retoños, de cuclillas sobre el castillo de turno o sumergido hasta la cintura luchando con unos manguitos mal hinchados. Las toallas son más atrezzo que una necesidad real.
La multiplicación de los panes y las bolsas
El tema más peliagudo en lo que concierne a las bolsas de playa es el de los juguetes ¿Cuántas pistolas de agua, moldes de arena y pelotas debe cargar un padre para demostrar su amor incondicional? La respuesta oscila entre pocos y casi ninguno. Háganme caso, si los niños son muy pequeños un cubo y una pala de tamaño moderado son más que suficientes. A lo sumo podemos sumarle una pelota hinchable.
Para los niños con cierta capacidad de discernimiento,a partir de tres años, conviene hacerse con una de esas mochilas de plástico transparente que venden llenas de cubo y palas. La decisión es fácil, el niño puede elegir qué juguetes llevar siempre y cuando le quepan en su mochila y sea capaz de transportarlos por sí mismo. Así aprenderá a elegir antes de salir de casa con qué jugará ese día y a valorar el esfuerzo de cargar con el propio ocio.
Los esenciales
En mi caso lo tengo claro, a medida que he ido añadiendo niñas a nuestra familia he ido refinando mi técnica de embalado y selección para los días de playa o pisicina. Esto es lo que podrán encontrar es nuestra bolsa de la playa:
- Dos botes de crema de factor 50. Aquí no hay que correr riesgos y los botes de crema tienen la terrible manía de atascarse cuando uno menos se lo espera.
- Un peine y un spray anti enredos. Fundamental para desenmarañar la cabellera de mis niñas sin dramas.
- Un bañador de recambio por niña.
- Una toalla por cada dos personas.
- Una bolsa de plástico con varias piezas de fruta y un chuchillo.
- Una botella de agua.
- Gorros para todas.
- Un par de pañales de agua y un paquete de toallitas húmedas.
- Los manguitos para La Cuarta y los corchos para La Tercera.
- Las llaves de casa y algo de calderilla.
Y nada más, en lo lúdico cada palo que aguante su vela.
Espero que estos humildes consejos les ayuden a decidir cada vez que se pregunten ¿Qué me llevo en la bolsa de la playa?
Foto | Nerissa Villas en Flickr En Bebés y más |A la playa con un bebé, ¿misión imposible?, Juegos para la playa y el coche, libros de actividades para llevar