Entre las muchas cosas que los padres podemos hacer para fomentar la confianza de nuestros hijos hacia nosotros es hablarles siempre con sinceridad; es decir, no prometer cosas que sabemos que no vamos a cumplir y por supuesto, no mentirles nunca, aunque estemos viviendo un momento complicado y creamos que ocultarles la verdad les beneficiará.
Te contamos por qué no es bueno ocultar a los niños situaciones difíciles, y qué puedes hacer para explicarles la verdad de una forma adecuada a su edad y entendimiento.
Por qué los adultos ocultamos a los niños situaciones difíciles y cómo puede afectarles
En la vida podemos llegar a vivir momentos difíciles, como puede ser una enfermedad grave, la muerte de un ser querido, problemas económicos que afecten a la familia, una separación o divorcio, un accidente, un despido laboral...
En definitiva, situaciones complicadas que llegan a afectarnos profundamente y que incluso a los adultos nos cuesta manejar, pues nos producen un gran dolor, frustración, tristeza, rabia o impotencia.
Por eso, tendemos a ocultárselo a los niños en nuestro afán por protegerlos y evitar que sufran, sin darnos cuenta de que con nuestra actitud podríamos estar perjudicándolos más que beneficiando.
Y es que, para empezar, es importante ser conscientes de que los niños son grandes observadores, por lo que detectarán rápidamente que algo no va bien. Puede que nos vean más tristes, irritados, malhumorados o con pocas ganas de jugar con ellos, o puede que simplemente noten que el ambiente en casa está más tenso.
En cualquier caso, sabrán que algo está sucediendo, por lo que no contarles lo que ocurre podría llevarles a imaginar cosas más angustiantes para ellos que la propia realidad, o incluso a pensar que son los culpables de lo que sea que esté sucediendo.
Pero además de provocar en los niños sensación de desamparo, angustia, ansiedad, preocupación o falta de confianza en nosotros y en ellos mismos, ocultarles situaciones difíciles tiene también otros inconvenientes.
Por un lado, estaremos sobreprotegiendo a nuestro hijo y evitando que se enfrente a las dificultades de la vida. Esto le hará crecer en un mundo irreal, pues siempre, tarde o temprano acaban apareciendo problemas, baches o situaciones complicadas que es necesario abordar.
Es entonces cuando entra en juego la resiliencia, una competencia que nos permite enfrentarnos a las adversidades y sobreponernos a ellas. Pero la resiliencia no es innata en el ser humano, y nuestros hijos necesitan de nuestro ejemplo y ayuda para aprenderla.
Así pues, cuando explicamos a nuestro hijo una situación difícil que estamos atravesando, entenderá que los problemas existen, pero que es necesario enfrentarse a ellos y sobreponerse. Además, en muchos casos la situación podría dejarle lecciones positivas, como la importancia de estar unidos ante las adversidades, de protegerse y ayudarse, de buscar soluciones...
Por otro lado, es bueno y necesario que nuestros hijos nos vean llorar y que hablemos de cómo nos sentimos, pues el aprendizaje y gestión de sus propias emociones dependerá fundamentalmente de nuestro ejemplo.
Viéndonos y hablando con naturalidad de lo que el problema o la situación nos provoca, entenderán que todas las emociones son válidas y aprenderán recursos y herramientas para gestionarlas de forma positiva.
Consejos para abordar con los niños situaciones difíciles
Una vez analizados los motivos por los que no es recomendable ocultar a los niños situaciones difíciles, os compartimos algunos consejos que podrían ayudaros a afrontar el momento de contarles lo que sucede:
1) Cuida la forma en que comunicas la noticia
Aunque arriba mencionábamos la importancia de mostrar a los niños cómo nos sentimos, cuando se trate de comunicar por primera una noticia de impacto es recomendable hacerlo con la mayor calma posible para evitar asustarlos, y no caer en frases o expresiones negativas, derrotistas o catastrofistas.
2) Di la verdad adecuando el mensaje al niño
Hemos de hablar a nuestros hijos con sinceridad, evitando el uso de eufemismos o lenguaje confuso para el niño, no dando falsas esperanzas, no prometiendo cosas que sabemos que no vamos a cumplir....
También es importante adecuar nuestro mensaje a la edad, entendimiento o madurez del niño. En este sentido, si es muy pequeño y la situación lleva aparejada ciertos detalles complejos que podría no entender, es preferible obviarlos y centrarnos solo en ofrecer un mensaje claro, directo y comprensible para él.
3) Fomenta la comunicación y el diálogo
No hables únicamente tú y fomenta el diálogo y la comunicación con tu hijo animándole a que te pregunte todas sus dudas, haciéndole preguntas abiertas que te ayuden a saber cómo se siente o qué piensa, o invitándole a que exprese sus emociones.
4) Ayúdale a gestionar sus emociones
Pero más allá de expresar cómo se siente, también es importante que el niño aprenda a identificar y gestionar esa emoción, sepa ponerle nombre y reconozca qué señales físicas y emocional le provoca.
Si son pequeños podemos ayudarnos de tarjetas, recursos educativos o cuentos que les ayuden a sacar fuera todo lo que sienten o les preocupa.
5) Acompañamiento respetuoso
Ni qué decir tiene que nuestro acompañamiento respetuoso es fundamental siempre, pero muy especialmente ante situaciones difíciles.
"Acompañar" significa estar presente físicamente, no juzgar, invisibilizar ni menospreciar sus sentimientos, y fomentar el contacto físico a través de las caricias, los abrazos o el colecho si el niño lo necesita, pues los brazos de papá y mamá son el mejor refugio ante situaciones inciertas.
6) Hacerles partícipes del problema
Dar la oportunidad al niño de contribuir voluntariamente con sus conductas, ideas o propuestas que ayuden a mejorar el problema al que nos enfrentamos, le hará sentir mejor, más seguro, confiado y positivo.
Y es que todos necesitamos sentirnos útiles y válidos dentro de nuestro grupo familiar o social, máxime cuando surgen dificultades y la ayuda entre unos y otros se vuelve imprescindible. Así pues, pregunta a tu hijo cómo cree que puede ayudar y anímale a buscar soluciones y alternativas que le hagan sentirse útil.
Obviamente debemos hacerlo con tacto, respetando sus tiempos y su madurez, y sin presionar ni cargar sobre sus hombros responsabilidades que no le corresponden.
7) Busca ayuda profesional
Pero aunque estemos a su lado, le involucremos y hagamos todo lo posible por ayudarle a transitar la situación, podría ser necesario la ayuda de un profesional. Por eso es importante estar atentos a las señales de alerta que nos permitirán intervenir de forma precoz.
Igualmente, si como adultos sentimos que la situación que estamos viviendo nos supera y no somos capaces de ayudar a nuestro hijo, también es fundamental buscar ayuda.