Los recién nacidos duermen una media de 18-20 horas diarias, pero aunque a los padres nos encantaría que una buena parte de esas horas las durmieran durante la noche, lo cierto es que al principio no distingue cuándo es día y cuándo de noche, por lo que sus ratos de sueño y vigilia se distribuyen indistintamente a lo largo de todo el día.
Por el contrario, los adultos concentramos las horas de sueño durante la noche, siguiendo un ritmo de vigilia-sueño circadiano, que se repite aproximadamente cada 24 horas.
A medida que el bebé vaya madurando lo harán también sus patrones de sueño, siendo capaz de diferenciar el día de la noche. Te explicamos cuándo tiene lugar este proceso y cómo podemos ayudarles.
Entendiendo el ritmo circadiano de los bebés
El bebé no duerme igual cuando es recién nacido que a los seis meses o al año, pues sus patrones de sueño van cambiando conforme crece.
Durante los primeros cuatro meses de vida, el sueño del niño no tiene un patrón establecido. Duermen la mayor parte del día, entre 18 horas y 20 horas, sin diferenciar el día de la noche. Además, solo tienen dos fases de sueño (los adultos tenemos cinco), por lo que sus despertares son frecuentes y constantes.
Aproximadamente a partir de las 12 semanas comienza a aparecer el ritmo circadiano (ritmo biológico que dura aproximadamente 24 horas, que se divide entre la vigilia y el sueño). Esto hará que los periodos de sueño del bebé se vayan acortando durante el día, mostrándose más interesado por los estímulos que provienen de su entorno.
Pero los patrones circadianos no estarán completamente establecidos hasta que el bebé tenga cinco o seis meses; es decir, hasta ese momento no reconocerá la diferencia entre el día y la noche.
Este importante hito evolutivo del sueño propiciará que el bebé duerma más horas seguidas por la noche (aunque aún continuará despertándose), mientras que por el día reducirá el número de siestas a dos o tres.
Además, a esta edad también sucede otro cambio significativo y es que el bebé dejará de tener un sueño bifásico y comenzará a adquirir el resto de fases que le faltan. Por ello, en este proceso de adaptación es probable que se despierte por la noche más veces que antes.
Alrededor del primer año, el bebé ya tendrá interiorizada la diferencia entre el día y la noche e incluso es posible que duerma toda la noche seguida, aunque con microdespertares.
Cómo ayudar al bebé a distinguir el día de la noche
Pero mientras el bebé va adaptándose de forma natural y progresiva a los ciclos de luz y oscuridad, los padres podemos ayudarle a relajarse y a calmarse siguiendo los siguientes consejos:
- El bebé debe aprender a relacionar que durante el día hay una actividad que por la noche cesa. Por eso es recomendable que sus siestas diurnas las duerma con ruido, ajetreo cotidiano y luz.
- Siempre que proporcionemos al bebé un sitio cómodo, adecuado y completamente seguro, no es necesario que esas siestas diurnas las duerma en su cuna. Es más, reservar la cuna exclusivamente para la noche puede ser una buena forma de ayudarle a distinguir el día de la noche.
- Cuando el bebé se despierte por la noche, toque cambiarle el pañal o alimentarlo, es recomendable no encender las luces de toda la habitación. Para poder atenderle sin deslumbrar ni espabilarle demasiado podemos ayudarnos de luces tenues o lámparas quitamiedos.
- Establecer desde el principio unas rutinas de sueño y mantenerlas siempre (o al menos, en la medida de lo posible) es uno de los principales y más importantes consejos.
Esta rutina de sueño no solo consiste en tener un horario regular y respetar la hora a la que acostamos al bebé, sino llevar a cabo una serie de pasos que ayuden a crear un hábito que haga que el niño asocie ese momento con la llegada de la noche y el momento de irse a dormir.
Cada familia debe buscar la rutina de sueño que mejor se adapte a las necesidades y carácter de su bebé, procurando siempre que esté lo más relajado y tranquilo posible al llegar la noche. Podemos ayudarnos de un baño relajante, un masaje, leerle un cuento, cantarle una nana o susurrarle para que vaya cogiendo el sueño, rebajar la intensidad de las luces, acompañarlo hasta que se duerme...
- La leche materna cambia de forma significativa a lo largo del día y de la noche. En base a esto, recientes estudios han demostrado que la lactancia materna podría ayudar a programar el ritmo circadiano de los bebés, ayudándoles a identificar cuando es de día y de noche.