El crecimiento y desarrollo de un individuo es un fenómeno continuo que se inicia en el momento de la concepción y culmina al final de la pubertad, período durante el cuál se alcanza la madurez en sus aspectos: físico, psicosocial y reproductivo. Ya hemos visto cómo crece el bebé en el vientre materno, y hoy nos centramos en el crecimiento después del nacimiento del bebé hasta la pubertad.
Las hormonas son ejecutantes del programa genético y juegan un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo físico, especialmente a través de su acción sobre el tejido óseo y cartilaginoso. El papel de las distintas hormonas sobre el crecimiento es diferente según se trate de crecimiento prenatal o postnatal.
Como hemos visto, en el crecimiento prenatal influyen preponderantemente insulina, somatomedinas, lactógeno placentario y numerosos factores locales de crecimiento.
En cambio, el crecimiento postnatal es regulado principalmente por hormona de crecimiento, somatomedinas y hormonas tiroideas, interviniendo además la hormona paratiroidea y la vitamina D en el desarrollo esquelético. Los esteroides sexuales tienen especial importancia en el crecimiento puberal.
La velocidad de desarrollo y el avance madurativo del niño no siguen de forma uniforme, sino que se pueden diferenciar los tres períodos que analizamos a continuación.
Etapa de la primera infancia
Comprende los dos primeros años de vida (aunque también hay autores que lo amplían hasta los cuatro años del niño), siendo el crecimiento rápido. Se sustituye el mecanismo de regulación paracrino-autocrino del período fetal por la regulación endocrina, en la cual la hormona de crecimiento hipofisaria pasa a ocupar un papel destacado a partir de los seis meses del bebé.
El patrón de crecimiento, que estaba condicionado por el fenotipo materno, se sitúa en el canal correspondiente condicionado por el factor genético. Hay aumento de la grasa corporal y modificación de las proporciones corporales con aumento progresivo del segmento inferior, debido al crecimiento rápido de los miembros.
Los tres primeros años de vida se presentan como una etapa de transición entre la fase de crecimiento muy rápido, propia del lactante, y el periodo de crecimiento estable, que se extiende desde los tres años hasta el comienzo de la pubertad.
Es un periodo madurativo en el cual el niño realiza avances importantes en la adquisición de funciones psicomotoras, al tiempo que sus funciones digestivas y metabólicas van alcanzando un grado de madurez suficiente para aproximar su alimentación a la del niño mayor.
En este período de crecimiento rápido, si tenemos en cuenta los cuatro primeros años de vida, se caracteriza por una disminución progresiva de la velocidad desde 25 centímetros el primer año a 12 centímetros el segundo, 10 centímetros el tercero y 8 centímetros el cuarto año.
Periodo de crecimiento estable
Comprende desde los tres o cuatro años del niño hasta el comienzo del estirón puberal. Es un período de crecimiento lento y uniforme. Antes del comienzo de la pubertad, se observa una pequeña deceleración del crecimiento lineal.
En la etapa preescolar (de los cuatro a los seis años), el ritmo de crecimiento es menor que en el primer año de vida. Durante el periodo escolar (de los siete a los once años, también conocido como "niñez"), el crecimiento y la ganancia de peso son lentos pero uniformes. Se trata de una etapa de preparación para el desarrollo y el crecimiento característicos de la adolescencia (estirón puberal) que sobrevendrá posteriormente.
Durante la edad preescolar y escolar se produce un descenso en la velocidad de crecimiento en relación con el desarrollo durante el primer año de vida y la adolescencia. Incremento del peso y de la talla:
A partir de los cuatro años de edad, el ritmo de crecimiento hasta el inicio de la adolescencia es de unos 2,5 a 3,5 kilos por año.
En cuanto a la talla, ésta aumenta a razón de unos cinco a ocho centímetros por año hasta el inicio de la pubertad.
Sin embargo, no todos los niños ni niñas crecen a este ritmo, se deben tener en cuenta los condicionantes genéticos (la etnia, la talla de los familiares tanto por parte de madre como del padre), el estado de salud y por supuesto, los hábitos de alimentación.
La infancia, que es la etapa comprendida entre el nacimiento y los seis o siete años, finaliza en este periodo. Entramos entonces en la niñez (o edad escolar), de los seis o siete años hasta los 12, que es cuando comienza la siguiente etapa de pubertad.
Pubertad y adolescencia
La última etapa importante de crecimiento es la pubertad. La pubertad se caracteriza por importantes cambios somáticos y emocionales que coinciden con el proceso de maduración sexual. Queda matizada por un reajuste del equilibrio endocrino que termina con la aparición de los ciclos menstruales en la niña y la espermatogénesis en el varón, y que implica:
- Aceleración del crecimiento hasta alcanzar la talla adulta.
- Aparición de caracteres sexuales secundarios.
- Crecimiento y maduración de las gónadas y aparato genital.
- Cambios psicosociales que conducen a la adquisición de la personalidad, equilibrio psicológico y emocional del adulto.
Durante el desarrollo puberal la velocidad de crecimiento máxima puede llegar hasta 12 cm/año en el varón y 9 cm/año en la mujer. El desarrollo, que concluye la etapa de la niñez, se suele producir por término medio a los 12 años en las chicas y a los 13 años en los chicos.
Hemos hecho un recorrido por las etapas del crecimiento del bebé hasta la pubertad, pasando por la infancia y la niñez y viendo sus características básicas. Después de estas etapas, el organismo evidentemente sigue evolucionando, pero ya queda fuera de nuestro ámbito temático.
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