Todas las personas tenemos puntos fuertes y débiles que conforman las señas de identidad de nuestro carácter. Estas fortalezas y debilidades están en parte determinadas por la herencia genética, y en otra parte por los factores ambientales. Es decir, la educación, las vivencias de los primeros años y el entorno en el que se cría el niño son determinantes en el desarrollo de su carácter.
Lamentablemente, por lo general la familia y el colegio tendemos a remarcar con más ahínco los fallos y debilidades de los niños, pasando por alto en muchas ocasiones sus fortalezas. Sin embargo, es fundamental potenciar al máximo sus virtudes, pues estas no solo le permitirán afrontar los desafíos de la vida, sino fortalecer su autoestima y contribuir a su bienestar y felicidad.
Te contamos cómo explorar las virtudes de tu hijo y cómo ayudarle a potenciar esas fortalezas.
Fortalezas y debilidades: las dos caras de una misma moneda
Como decíamos al inicio, todos tenemos fortalezas en las que destacamos, y debilidades de las que tenemos que aprender y trabajar para que nuestra autoestima no se vea dañada y podamos seguir avanzando. Fortalezas y debilidades conforman el carácter de una persona; es decir, son dos caras de una misma moneda.
La infancia es un periodo especialmente sensible, en donde se forjan las bases de la personalidad del niño. Por eso, es tan importante educar a nuestros hijos para que crezcan con una autoestima fuerte, y potenciar aquellas cualidades fundamentales para la vida y para su futuro.
Sin embargo, si únicamente nos dedicamos a recalcar y etiquetar las debilidades de los niños ("egoísta", "gruñón", "cabezota", "despistado"...), no solo estaremos centrándonos y definiendo su personalidad en relación a esos puntos débiles, sino dañando profundamente su autoestima y la confianza en sí mismo, y obligándole a actuar en base a lo que los demás esperan de él. Por supuesto que hay que trabajar en esas debilidades, pero siempre desde la empatía, el respeto y el aprendizaje constructivo.
Cómo explorar las virtudes o fortalezas de tu hijo
Para empezar, es importante señalar que las fortalezas o virtudes no tienen nada que ver con los gustos o preferencias del niño. Es decir, que a un niño le guste pintar no es una fortaleza en sí misma, pero sí lo es su talento artístico, su creatividad o la atención que ponga a la hora de desarrollar esa actividad.
En el ámbito educativo, el hecho de que los profesores conozcan las fortalezas de sus alumnos influye en su motivación y ganas de aprender, además de resultar muy beneficioso a la hora de constituir equipos para trabajar con otros compañeros.
Es probable que seamos capaces de identificar a simple vista muchas de las fortalezas de nuestro hijo, pero también es necesario hacer un pequeño ejercicio que nos ayude a identificar otras virtudes que quizá pasen más desapercibidas. En este sentido, puede ser de gran ayuda:
- Observar a nuestro hijo cómo se relaciona con otros niños y cómo actúa, y prestarle toda nuestra atención cuando está hablando con nosotros o nos cuenta algo que le ha ocurrido. Entender cómo reacciona ante determinadas situaciones, qué soluciones busca a los problemas o cómo socializa nos dará muchas pistas sobre sus fortalezas.
Por ejemplo: un niño que disfruta relacionándose con sus iguales, evita las peleas y media en las discusiones que tienen otros amigos, nos estará demostrando que tiene una gran inteligencia social, capacidad de resolver conflictos, empatía y autocontrol.
- El juego infantil también nos aporta datos muy interesantes relacionados con el carácter del niño, la forma de afrontar diversas situaciones o la percepción de sí mismo y del entorno.
Por ejemplo: entre las fortalezas de un niño cuyo juego favorito sean las construcciones, maquetas o puzzles, estará probablemente la creatividad, la imaginación, la paciencia y la persistencia.
- Buscar la cooperación del niño e involucrarle en las tareas familiares, no solo le prepara para la vida y le permite desarrollar su autonomía, sino que nos ofrecerá importantes pistas sobre sus fortalezas.
Por ejemplo: hay actividades domésticas que requieren de trabajo en equipo, otras de una mayor precisión, otras que exigen concentración, organización... Busca las actividades en las que destaca tu hijo y anota aquellas características positivas que son necesarias para ejercerlas.
- Analizando sus debilidades y dándoles la vuelta. Y es que en demasiadas ocasiones consideramos como un defecto determinadas cualidades que tiene el niño, pero que en realidad son fortalezas que no estamos sabiendo ver.
Por ejemplo: un niño etiquetado como "terco", puede ser un niño perseverante, que no se rinde fácilmente y que logra conseguir lo que quiere, algo que sin duda es una virtud. Un niño que nos responda o cuestione está haciendo gala de carácter, inconformismo y espíritu crítico. Si consideras que tu hijo es especialmente sensible, no lo veas como una debilidad sino todo lo contrario, pues probablemente se trate de un niño con una gran empatía, respeto hacia los demás y sentido de la justicia.
¿Cómo potenciar sus virtudes?
Ahora bien, una vez que has identificado las fortalezas de tu hijo, quizá te preguntes qué puedes hacer para ayudarle a potenciarlas. La respuesta es sencilla:
- Por un lado, hacerle consciente de sus virtudes mediante elogios que refuercen su personalidad y les ayuden a quererse y valorarse. Esto no quiere decir que debamos elogiar constantemente o premiarle por lo que hace, sino destacar y poner en valor aquellos aspectos positivos de su carácter por los que debería sentirse orgulloso.
Por ejemplo: "la forma en la que has solucionado el conflicto que ha surgido en el parque con tus amigos debería hacerte sentir especialmente orgulloso. Gracias a tu empatía y tu sentido de la justica has conseguido que la pelea cesara y todos los niños hayan quedado satifeschos".
Animarle a apoyarse siempre en sus fortalezas, y muy especialmente cuando tenga que hacer frente a las dificultades del día a día. En este sentido, cuando se encuentre ante un problema que no sepa cómo resolver, podemos recordarle aquella virtud que tiene y que le sería de gran ayuda en ese momento, aludiendo a otros episodios similares que ha sabido resolver con éxito.
Potencia sus virtudes llevando a cabo diferentes actividades acordes a estas fortalezas.
Por ejemplo: si tu hijo es creativo, potencia su creatividad desde el arte, la música o la danza, y no cortes nunca sus alas. Si tu hijo es curioso, fomenta su curiosidad permitiéndole explorar, experimentar e investigar. Si es empático, anímale a realizar actividades de voluntariado o ayuda a los demás. Si entre sus fortalezas está la paciencia, sigue favoreciéndola con juegos y actividades en las que esta virtud sea imprescindible...
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