Cuando hablamos de sueño infantil hay tantas opciones como familias existen, y ninguna es mejor que otra siempre que se actúe con respeto, amor y en beneficio del descanso de toda la familia.
En este sentido, hay padres que optan por colechar con sus hijos mientras son bebés, pero a partir de una determinada edad o bien ante determinadas circunstancias, deciden pasarles a su propia habitación.
Si te encuentras ahora mismo en esta situación, te damos las claves para que la transición de tu hijo a su propia cama y dormitorio sea fácil y respetuosa.
Cuando toca poner fin al colecho
Cuando los padres decidimos colechar con nuestros hijos lo hacemos convencidos de que es lo mejor para ellos y para nosotros. Y es que colechar tiene grandes beneficios para todos, además de favorecer la lactancia materna y el descanso de madre e hijo.
Puesto que no hay una edad límite para dormir con los hijos, muchos padres deciden esperar a que sean los propios niños quienes pongan fin a esta etapa. Pero también hay veces en las que son los padres quienes toman esta decisión.
Pueden ser muchos los motivos que nos lleven a plantearnos el fin del colecho; desde la llegada de un nuevo bebé, hasta problemas de sueño de alguno de los miembros de la familia, circunstancias que impidan al niño descansar correctamente por dormir en nuestra habitación... o simplemente porque así lo decidamos.
A continuación, te damos algunos consejos que podrían ayudaros a conseguir que esta transición sea fácil y sin lágrimas:
Explica a tu hijo el cambio que vais a hacer
En primer lugar, aconsejamos explicarle al niño este cambio, siempre adecuando nuestras palabras a su edad y comprensión. Al hacerlo, es importante no utilizar etiquetas ("como ya eres mayor, debes dormir en tu propia habitación"), ni compararle con otros niños ("todos tus amigos ya duermen en su cama").
Podemos explicarle los motivos reales del cambio ("el despertador de mamá y papá hace que te despiertes demasiado pronto cada día, y dormir bien es importante para tu salud"), o hablarle de las ventajas de tener su propia habitación.
En cualquier caso, debemos recalcarle siempre que aunque estemos durmiendo en habitaciones separadas vamos a estar a su lado cada vez que nos necesite.
Comienza poco a poco
Es imposible pasar de dormir juntos a separados de un día para otro, no solo porque nuestro hijo llorará y se negará al cambio -como es lógico-, sino porque probablemente nosotros también lo pasemos mal y sintamos que no estamos haciendo lo correcto.
Por eso debemos empezar marcando distancias de forma muy paulatina.
Por ejemplo, si nuestro hijo duerme en la misma cama que nosotros, podemos pasarle primero a una cama individual a nuestro lado y poco a poco ir aumentando la distancia entre ambos hasta que de el salto a su propia habitación.
Cuando llegue este momento, se le puede plantear la idea de dormir en su propia cama solo los fines de semana o las siestas, hasta que llegue el día en que decida dormir toda la noche en su propio dormitorio.
Evita la transición en las etapas vulnerables
Si queremos que esta transición sea respetuosa es muy importante evitar el cambio en etapas especialmente sensibles o vulnerables.
Así, por ejemplo, se recomienda no sacar al niño de nuestra habitación si está en plena fase de ansiedad por separación, si observamos algún retroceso evolutivo, si está dejando el pañal y necesita ir al baño por las noches, si está convaleciente de alguna enfermedad, si está atravesando una época de pesadillas o terrores nocturnos, o si hay algún cambio en su vida que le está afectando especialmente.
Involúcrale en la decoración de su nueva habitación
Involucrar al niño en la decoración de la que será su habitación suele ser una baza que nunca falla. A los peques les gusta sentir que contribuyen con sus decisiones e ideas, pero además, aportar su propio toque a su dormitorio es esencial para conseguir que esté cómodo y a gusto.
Puedes proponerle que elija las cortinas y edredón, que decida dónde colocar la cama, el color que tendrán las paredes o cómo será la distribución del resto de muebles. También puede decorar las paredes con vinilos que les gusten, con sus propios dibujos o con fotografías divertidas.
Pasad tiempo juntos en su nueva habitación
Es recomendable pasar tiempo juntos en la nueva habitación con el fin de que el niño vaya familiarizándose poco a poco con su ambiente, sus colores y su distribución.
Por ejemplo, podéis hacer las tareas escolares en esta habitación, jugar, leer cuentos, tumbaros en la cama para charlar...
Tu acompañamiento es fundamental
Aunque el propósito sea que nuestro hijo duerma en su propia habitación, debe saber que siempre vamos a estar a su lado cuando nos necesite, y que en ningún caso esta transición la hará sin nuestro acompañamiento.
En este sentido, puede haber niños (especialmente si son mayores) a los que les baste saber que sus padres están cerca y acepten de buen grado el cambio, pasando a dormir incluso mejor que antes.
Pero también puede ocurrir que nuestro hijo se muestre más reacio a quedarse solo y nos pida que le leamos un cuento una y otra vez, que le demos agua, que nos tumbemos a su lado hasta que se duerma, que acudamos a su cama si se despierta por la noche...
Muestra una actitud relajada y comprensiva
Al hilo de lo anterior, es importante ser pacientes con nuestro hijo, y tener en cuenta que la transición a su propia cama puede no ser fácil y rápida. Muéstrale tu apoyo incondicional y tu paciencia, y respeta siempre sus necesidades.
Un paso atrás puede supone un gran paso adelante
Es más que probable que a lo largo de este proceso tu hijo quiera volver a dormir en tu cama en algún momento. Esta situación debe ser manejada por cada familia como mejor considere, siempre que se haga de forma respetuosa.
Así, habrá padres a los que no les importe que su hijo duerma de nuevo con ellos de forma ocasional cuando lo necesite, mientras que otros prefieran acompañar al niño en su propia habitación mientras dura el proceso de transición.
Hagamos lo que hagamos es importante recordar que nuestro hijo necesita sentirse apoyado y respaldado para ganar autonomía e independencia, y a veces, lo que a nosotros nos parece un "paso atrás" no es más que el impulso que necesitan para avanzar.
Establece rutinas de sueño que favorezcan su descanso
Para favorecer el descanso del niño es fundamental llevar a cabo una serie de rutinas y hábitos que van a contribuir a adquirir una correcta higiene del sueño:
- Procurar que el niño se vaya a dormir siempre a la misma hora
- Asegurarnos que duerme el número de horas que le corresponde por edad
- Procurar un ambiente sereno que favorezca el descanso (luces apagadas, temperatura adecuada de la habitación, ir bajando el nivel de actividad física...)
- Fomentar rutinas que favorezcan la relajación del niño (baño, masaje, ejercicios de respiración, música relajante, cuento antes de dormir, tener a mano su peluche favorito...)
Ayúdate de la tecnología
Aunque la tecnología y los gadgets nunca deben sustituir la compañía de papá y mamá y sus abrazos, hay ciertos artículos que en un momento dado pueden ayudar a que el niño se relaje y vuelva a conciliar el sueño sin dificultad, como por ejemplo las luces o lamparitas quitamiedos o los intercomunicadores.