Ya desde su primer año de vida los niños poseen una capacidad de divertirse y fascinarse con muchas cosas, entre las que se encuentran, obviamente, las historias infantiles.
Pero hasta que lleguen a disfrutarlas por completo, se deberá llevar a cabo una evolución del niño frente a los cuentos.
Los niños no llegan a adentrarse o verse envueltos en la historia hasta aproximadamente los cuatro años. Hasta entonces, simplemente es un oyente pasivo, no alguien que participa en la historia.
Y es que, entre los cuatro y los ocho meses, el bebé siente interés e impresión por los movimientos: palmadas, gestos exagerados o saltos. Todo esto tendrá un interés añadido si se ve acompañado de ritmo sonoro, como pueden ser las rimas infantiles.
Durante este periodo, el niño puede no entender lo que se le dice, pero la situación le produce una gran fascinación y hará que preste atención mirándonos y escuchándonos.
Desde los ocho hasta los dos años ya puede mirar dibujos sencillos y entender pequeñas historietas en los que el personaje principal sea un objeto familiar para él (un coche, un perro, un juguete...).
Estos libros de imágenes, de los cuales existen cientos y cientos, ayudan a familiarizar al niño con su entorno cotidiano, y es un gran e importante paso para su inicio en la función simbólica.
La función simbólica es aquella que permite representar aspectos de su experiencia pasada y presente, así como anticipar futuras acciones en relación a ellas, mediante significantes (signos lingüísticos) y significados (representaciones mentales).
A partir de los dos años, esta función simbólica complementa el lenguaje, por lo que el pequeño ya es capaz de seguir una representación, el juego simbólico y los dibujos más elaborados.
Las acciones que escucha en los cuentos e historias le ayudan en sus propias representaciones e imitaciones, y las cosas que nos cuenta (aunque aún siguen centrándose en sí mismo casi siempre) en ocasiones se ven complementadas con dibujos que él hace o que ve en libros.
Los cuentos fantásticos pueden representar en esta etapa, por ejemplo, sus sueños o sus miedos, viéndolos representados en los personajes de las historias y en sus acciones.
Ahora que ya sabemos un poco más acerca de la evolución del niño frente a los cuentos, daremos algunos consejos para la correcta elección de los cuentos para nuestros hijos e hijas.
Foto | Upsilon Andromedae en Flickr En Bebés y más | Cuentos infantiles para una base intelectual, Cuentos de hadas y brujas, Contar un cuento no es tan fácil como parece