Cada bebé tiene un temperamento propio que se manifiesta desde temprana edad al igual que la forma de relacionarse con otros. El temperamento del bebé comienza a desarrollarse y a manifestarse a los dos meses de edad.
Hay bebés que sonríen y “conversan” con todas las personas, conocidas o desconocidas, otros son más tímidos. No sonríen ni interactúan con aquellos que no conocen muy bien.
Algunos son tímidos y vergonzosos que se esconden entre la madre cuando están frente a extraños. Se dice que la timidez es también una cuestión de temperamento. Sin embargo, la capacidad y facilidad de interactuar con los demás es algo que también depende de la experiencia, porque con la práctica, un niño tímido puede progresivamente tornarse un poco más sociable.
Las relaciones que se establecen entre padres e hijos, sin duda son muy fuertes. A los nueve meses, la relación que existe entre ellos es bastante notable, en especial con la madre.
Hay algo que es parte de la estrecha relación entre madre e hijo: la llamada “ansiedad de separación”. Esta es una característica que se manifiesta a partir de los ocho meses de edad, luego desaparece y tiene un nuevo auge a los 18 meses. Por norma general se desvanece a cerca de los tres años, pero surge otra vez cuando el niño ingresa a la escuela infantil. A pesar de que las capacidades sociales de los bebés comienzan a desarrollarse desde temprano, los pequeños observan y se aproximan a otros niños, pero no se acostumbran a relacionarse entre sí hasta los 24 meses.
Normalmente, a partir de esa edad intentan establecer relaciones con sus coetáneos. Es muy importante que los niños se habitúen a tener contacto temprano con otros infantes, pues le permite desenvolver sus capacidades sociales y de integración a un grupo.
Sin embargo, es también natural que los bebés, no se relacionen de forma muy estrecha, y pueden mostrar agresividad con otros niños. La agresividad es algo normal entre los doce y los veinticuatro meses, es la manera que tienen de demostrar su desagrado. No hay que obviarla y ayudarles a canalizar este comportamiento.
Las relaciones de los bebés con las demás personas que no son los padres, depende mucho de si fueron habituados o no a relacionarse con otros.
Si un bebé es tímido, no se debe obligar a relacionarse cuando no quiere. Debe permitírsele que se vaya habituando progresivamente para que con el tiempo vaya ganando confianza en si mismo y en los demás.
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