Comparando entre nuestro hijo y los demás niños de su entorno de su misma edad, podemos fijarnos en que no todos tienen el mismo vocabulario ni se expresan de la misma forma. Unos niños hablan de una forma más parecida a la de los adultos, mientras que otros tienen un habla más acorde a su edad. Sin embargo, como apunté antes, todos tienen la misma edad. Entonces, ¿por qué los niños aprenden antes unas palabras que otras?.
No todos los niños tienen un mismo repertorio de nombres de objetos, animales o cosas; tampoco se expresan con frases iguales, en cuanto a longitud de las mismas se refieren. Es decir, hay niños que pueden decir, ante una pregunta de un adulto del tipo "¿qué tienes en la mano?", "la pelota grande" mientras que otros pueden decir "esta pelota grande".
Como siempre que hablo del lenguaje, siendo aplicable esta regla a otras muchas habilidades, hay que tener siempre en cuenta que cada niño es un mundo, y que dependiendo de varios factores, los niños podrán manejar antes o después un determinado tipo de vocabulario y expresiones, así como aprender antes unas palabras que otras.
Para empezar, podríamos decir que los niños empiezan a decir sus primeras palabras, o lo que nosotros interpretamos como tales, aproximadamente hacia los 12 meses de vida. Y digo lo que nosotros interpretamos como palabras porque los padres estamos deseosos de que nuestro hijo se dirija a nosotros con palabras.
En este afán de querer oír a nuestro hijo decir "papá" o "mamá" nos hace dar un significado determinado a las emisiones típicas de la etapa del balbuceo del pequeño y actuar de forma consecuente. No obstante, esto no es nada malo, ya que así facilitaremos a que el niño adquiera realmente, y de forma efectiva, las palabras.
Esto nos hace ver que la adquisición del vocabulario no es algo que el niño tenga que hacer él solo, sino que nosotros jugamos un papel muy importante en este proceso. Un ejemplo muy claro es cuando nosotros le leemos un libro a nuestro hijo ya que, como ya vimos, es una forma muy efectiva de facilitar que aprenda palabras nuevas, en especial en niños de a partir de dos años.
Si nos damos cuenta, muchas de las palabras que nuestros hijos usan en su día a día son aquellas que nosotros hemos dicho delante de ellos con la misma intención con la que lo hacen los peques. Es decir, si yo he dicho delante de mi hijo muchas veces "voy a tomarme un vaso de agua", y él ve cómo cojo el agua y lo pongo en un vaso, es más fácil que cuando el niño quiera beber, emplee una frase parecida a la mia, o simplemente la palabra agua, para hacerme a mi entender que quiere calmar su sed.
Por otro lado, no sólo con los adultos el niño adquiere lenguaje, ya que en contextos en los que hay mucho niños (en el parque, en la escuela, en la familia si hay varios niños...) y especialmente si éstos son de edades diversas, nuestro hijo tendrá un entorno que le aportará muchos modelos diferentes. La presencia de otros niños hace que tengan que adaptar su forma de hablar para aquellos que no son tan hábiles como los adultos, en lo que a lenguaje se refiere.
Generalmente, las palabras que compondrán el vocabulario de nuestro hijo hacia los dos años de vida serán principalmente nombres, adjetivos y verbos, aunque esto no indica que los niños no sean capaces de emplear preposiciones, conjunciones y demás tipo de palabras.
Entre los nombres, los más empleados son los que se refieren principalmente a nombres de persona o de animales, mientras que los verbos que más usarán nuestros hijos serán los de acción, es decir, los que indiquen alguna actividad o un cambio de estado.
Los niños usarán sus propias tácticas para lograr adquirir el mayor número de palabras posibles, pero como hemos visto antes no tendrán que hacerlo solos; nosotros y el entorno seremos un pilar muy importante en este proceso. Los niños tendrán que jugar para divertirse aprendiendo, y nosotros tendremos que adaptarnos a las necesidades del pequeño para favorecerle su aprendizaje.
Así, vemos que hay muchos factores que influyen en que los niños aprendan antes unas palabras que otras, bien por su facilidad a la hora de pronunciarlas, bien porque son más comunes en su día a día, o bien porque los niños tienen una respuesta inmediata ante ellas, cosa que no ocurriría con otras (es más fácil aprender la palabra "pelota", ya que podrán tener un objeto físico que bota en sus manos, que la palabra "encima", que incluye unos procesos cognitivos más complejos).
Foto | Harald Groven en Flickr. En Bebés y más | Beneficios de fomentar la lectura temprana, El lenguaje y el entorno, Las consecuencias de la sobreprotección en el lenguaje