El sueño de los niños es una de las mayores preocupaciones de los padres, porque la vida de los adultos ha ido adquiriendo unos horarios y unos ritmos que la vida de los niños y su naturaleza no respetan. Ellos duermen a su manera, se despiertan, nos despiertan, y poco saben ellos de que nos tenemos que levantar pronto para ir a trabajar (ni lo saben ni, en realidad, tienen por qué saberlo).
Por eso muchos padres son tremendamente felices cuando sus hijos duermen toda la noche y por eso muchos padres se preguntan qué han hecho mal o qué pueden hacer cuando de repente un niño que dormía plácidamente cada noche (lo que se dice dormir bien) vuelve a despertarse varias veces: ¿Qué hago? ¿Tiene mi bebé un problema?
El sueño de los niños evoluciona y cambia
El sueño de los niños, como hemos comentado en otras ocasiones, es evolutivo. Tan pronto puede estar despertándose 6 veces cada noche como puede pasar a apenas despertarse, y tan pronto puede estar despertándose una o dos veces como puede pasar a despertarse casi a cada hora.
Una época en la que esto suele suceder es hacia los 3 ó 4 meses, momento en el que el cerebro de los niños hace un pequeño "click", adquiriendo nuevas fases del sueño y en definitiva madurando. Los bebés tienen apenas un par de fases, una de sueño ligero y otra de sueño profundo, pero los adultos tenemos varias más, ya que nuestro sueño va pasando de una a otra varias veces durante la noche.
Algunos de esos cambios de fase nos despiertan, aunque la mayoría de veces ni nos enteramos. Como mucho cambiamos un poco de posición, nos volvemos a tapar y poco más, y al día siguiente no somos capaces de explicar cuántas veces hicimos eso. Pues sobre esa edad que comento los niños adquieren muchas de esas fases, con la diferencia de que ellos no saben "redormirse" igual que nosotros, y se despiertan para pedirnos que les ayudemos a dormirse de nuevo (o sea, que la madre le ofrece el pecho y apenas da un par de chupaditas, que enseguida está otra vez dormido).
Muchos padres se quejan de ello y además añaden "es que no es por hambre, porque no come nada", y tienen razón, aunque en algunos de esos despertarse sí comen, otros son sólo la queja para que les acompañemos de nuevo hacia el sueño.
Con el tiempo, a medida que les vamos acompañando en el proceso, los niños acaban por dormirse solos, como hacemos nosotros, sin la necesidad de que estemos con ellos y por ellos en cada despertar.
Esto puede suceder también más adelante, quizás hacia los nueve meses, quizás hacia el año,... suele llevar asociado algún nuevo hito del niño. Algo así como "ahora que he aprendido a gatear, voy a ver si de noche también lo sé hacer", y te encuentras a tu hijo desplazándose por la cama o la cuna "¿pero-dónde-va?" o bajándose de la cama para ponerse de pie con los ojos cerrados "¿pero-qué-hace?". A veces puede ser que no entrene de noche, sino que simplemente recuerde en sus sueños todo lo que ha conseguido, aprendido y descubierto y que todo ello no le deje dormir a pierna suelta.
Sea cual sea el motivo no hay que hacer nada especial, sino simplemente acompañarles en los despertares para que vuelvan a dormirse. A veces basta con nuestra manita tocándoles y un susurro, a veces con ponerles el chupete, a veces con darles un poco el pecho, a veces con acercarlos a nuestro cuerpo para que sientan nuestro calor.
El caso es no dejar que se despierten cada vez más, ni dejarles llorar (sigo leyendo consejos de no acudir, de esperar, y no los entiendo, porque a muchos niños les cuesta luego horrores volver a dormirse, ya desvelados), sino ayudarles esperando pacientemente el día en que ellos solitos vuelvan a dormirse, el día en que sin entenderlo demasiado, te levantes una mañana y te des cuenta de que esa noche no se ha despertado ni una vez.
Pero, ¿y si el cambio es muy brusco?
Vale, acabo de decir que un niño que dormía bien puede empezar a despertarse por la noche, siendo algo normal. Sin embargo, hay ocasiones en que el cambio es muy brusco, pues el niño pasa quizás de despertarse una vez a hacerlo en muchas más ocasiones, sin apenas dormir más de media hora o una hora seguida. En tal caso habría que descartar que hubiera una causa (podría ser normal también, pero podría no serlo).
Esta causa pueden ser las vivencias que tiene durante el día, las relaciones que establece con otro niños o con otros adultos y deberíamos indagar para ver si algo ha cambiado en su día a día que le está afectando al sueño. También habría que descartar alguna enfermedad, alguna infección, pues muchos niños se despiertan a menudo cuando les duele algo o se encuentran mal, aún cuando todavía no hemos sido capaces de ver que existe alguna patología.
En tal caso, si sospechamos que hay algo que puede estar afectando las noches de nuestros hijos lo recomendable es acudir al pediatra para buscar esa razón y, además, buscar en el día a día del niño una posible causa de su malestar nocturno. Si luego resulta que todo está bien y que no parece haber origen, actuaremos del mismo modo, cargándonos de paciencia, acompañándoles en el despertar, y si hace falta también en el dormir y esperar a que lleguen tiempos mejores.
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