Hay una frase muy sabia que dice que “con amigos así, quién necesita enemigos”. Pues bien, viendo el nivel que tienen algunos profesionales de la salud o la psicología me atrevo a decir a los bebés (a los que me quieran escuchar) que “con profesionales así, quién necesita enemigos”.
Sabemos que los bebés humanos son considerados animales altriciales, que son aquellos que nacen con una movilidad muy limitada, poco desarrollados, con un organismo que debe madurar después de nacer para llegar a ser como los adultos y que requieren un largo proceso de aprendizaje.
Sabemos también que los bebés suelen reclamar la presencia de la madre o el padre (normalmente la madre, por ser la cuidadora principal en la mayoría de ocasiones) casi a todas horas cerquita, a veces tanto que necesitan estar en brazos horas, porque es una de las cosas que saben instintivamente que les asegurará la supervivencia. Pues bien, a pesar de saber esto se sigue recomendando que los bebés duerman solitos en su habitación a los 6 meses.
En este punto entonces es donde uno no entiende nada, porque si tú a un niño de primaria le dices: “Los bebés necesitan estar cerca de sus padres a todas horas para sentirse tranquilos, seguros y para poder aprender junto a ellos qué es la vida” y luego le preguntas “¿Dónde crees que dormirá mejor, solo en su habitación o en la misma habitación que los padres?”, pongo la mano en el fuego que responde que donde mejor duermen los bebés es en la misma habitación que los padres.
Sin embargo parece ser que algunos adultos, en el momento en que consiguen un título, pierden la capacidad de utilizar la lógica y el razonamiento y se dedican a llamar “buenos hábitos” a algo tan absurdo como hacer que un niño de 6 meses duerma solo en una habitación, que pobrecito aún no sabe ni que existe dentro de un mundo con millones de personas (su mayor preocupación es satisfacer sus necesidades, que las tiene para sobrevivir).
De hecho, si leemos a alguno de estos profesionales, hace gracia ver que la mayoría coinciden en una cosa: “Es difícil conseguir que un bebé de seis meses concilie el sueño solo en su cuarto”, a lo que luego añaden un “Pero es importante hacerlo ya, porque si no después no podrán aprender a conciliar el sueño”.
Pero vamos a ver, ¿el título de experto en sueño está basado en bebés? ¿O quizás en alguna otra especie animal?
Si alguien recomienda algo para un bebé y ese consejo es difícil de aplicar porque el niño dice que esa solución le hace infeliz y le provoca un estrés que no puede controlar, uno puede llegar a desesperar. Si en cambio ese uno se da cuenta de que ante el mismo consejo la mayoría de bebés dicen que lo mismo, la lógica dice que el consejo es erróneo, de difícil o imposible aplicación y, por lo tanto, absurdo.
Si vamos más allá y pensamos en nuestra infancia, cuando nuestras madres no nos sacaban de la habitación a los seis meses, sino que lo hacían cuando veían que estábamos preparados, o si pensamos en todas aquellas familias cuyos hijos duermen en la misma habitación que los padres porque quieren o porque no tienen espacio (que a lo largo de la historia han sido mayoría), ¿no debería existir una auténtica epidemia de “muertos vivientes”? ¿No deberíamos andar todos como zoombies durante el día por ser incapaces de conciliar el sueño?
De hecho me hago una pregunta aún más importante: ¿Esta gente de verdad se cree los consejos que da? ¿De verdad piensan que los bebés a los seis meses van a aprender algo bueno quedándose solos por la noche? Es que si es verdad, apaga y vámonos.
Pues eso, vámonos.
Foto | Magpie372 en Flickr (CC)
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