¿Tu hijo se está adentrando en la adolescencia y notas que su olor corporal ha cambiado? ¿Cuándo entras a su habituación percibes un ambiente cerrado, cargado y con olor a rancio? ¿Algunas vez has dicho aquello de "este cuarto huele a tigre"?
Aunque los cambios en el olor corporal durante la pubertad y adolescencia son completamente normales, suelen ser motivo de consulta ya que puede afectar a la autoestima del adolescente e incluso interferir en la convivencia familiar. Te explicamos por qué se produce y qué podéis hacer para combatirlo.
Las hormonas en la adolescencia y el aumento de la sudoración
El sudor es un proceso natural y necesario mediante el cual el ser humano regula su temperatura corporal. Pero aunque este sistema de "refrigeración" natural está presente desde el nacimiento, no se manifiesta de la misma y forma e intensidad a lo largo de la vida.
Al comenzar la pubertad, el cuerpo comienza a fabricar hormonas sexuales responsables de los cambios físicos que experimentarán los niños y niñas en esta etapa de su vida, y que empiezan a manifestarse de manera progresiva a partir de los ocho años en las chicas, y de los nueve o diez años en los chicos. Entre los principales cambios físicos que se presentan por acción de las hormonas se encuentra también un aumento en la sudoración que en contacto con las bacterias de la piel da lugar a un aumento del olor corporal.
Para entender por qué se produce este fenómeno debemos saber que existen dos tipos de glándulas sudoríparas:
- las ecrinas, muy abundantes y repartidas por todo el cuerpo, siendo la zona de las manos, los pies, la espalda y la cara donde se produce mayor cantidad de sudor
- las apocrinas, que producen sebo y se localizan en axilas e ingles. Estas glándulas empiezan a desarrollarse en la pubertad, lo que explica por qué los chicos y chicas adolescentes comienzan a sudar por zonas del cuerpo por las que nunca antes habían sudado.
Por otro lado, es importante mencionar que el sudor en sí mismo no huele. Sin embargo, en nuestra piel habitan numerosos microorganismos que se alimentan de las sustancias secretadas, descomponiéndolas en otras que al evaporarse provocan el característico olor rancio, húmedo y agrio del sudor.
Cómo combatir el mal olor corporal en la adolescencia
En primer lugar, es importante que el niño o adolescente entienda que lo que le está ocurriendo se debe a un proceso normal y natural del cuerpo, que está cambiando y adaptándose a una nueva etapa de la vida. Y es que los cambios físicos que conlleva la adolescencia pueden generar muchas inseguridades y problemas de autoestima, por lo que es fundamental hablar de estos cambios de forma positiva, no etiquetando, ridiculizando ni hiriendo su sensibilidad.
Una vez que tengamos claro este punto, podemos animar a nuestros hijos a seguir las siguientes recomendaciones para combatir el mal olor corporal:
Aumentar la frecuencia de las duchas diarias ayuda a sentirse mejor y a combatir el exceso de sudoración. Hay que prestar atención a las zonas más problemáticas y con mayor sudoración, así como a los pliegues de la piel. Después de la ducha se debe secar muy bien todo el cuerpo.
Es preferible utilizar jabones naturales y respetuosos con el PH de la piel. Sin embargo, en ocasiones podría ser necesario recurrir al uso de geles antibacterianos para eliminar por completo cualquier rastro de los microorganismos causantes del mal olor. Consulta previamente con un profesional.
A la hora de utilizar desodorante hay que distinguir entre los desodorantes convencionales -que actúan contra las bacterias responsables del mal olor- y los antitranspirantes, que reducen la producción de sudor y, por consiguiente, la humedad. Debes elegir el que más se adapta a tus necesidades o una combinación de ambos.
Si hay abundancia de vello axilar es más frecuente que se produzca un exceso de sudoración, y con ello el mal olor. En estos casos, podría ayudar la depilación.
La ropa debe cambiarse cada día, e incluso varias veces al día si hay un exceso de sudoración. También es importante hacer un buen lavado de las prendas para eliminar el mal olor de las fibras.
Si los pies huelen, es recomendable lavarlos con agua y jabón, secarlos bien y tenerlos al aire siempre que se pueda. Los zapatos o zapatillas que se utilicen deben lavarse con frecuencia siempre que sea posible, o en su defecto hacerlo con las plantillas.
Se recomienda no guardar el calzado que se utiliza habitualmente en la habitación y si es posible sacarlo al exterior para que se airee durante un par de días antes de volverlo a utilizar. También se pueden aplicar productos en spray en el interior del calzado que ayudan a matar las bacterias y prevenir el mal olor.
A la hora de vestir es preferible decantarse por prendas holgadas y confeccionadas en algodón o tejidos naturales, ya que permiten una mejor transpiración del sudor, evitando que este quede retenido en las fibras y se produzca mal olor.
En cuanto al calzado, los zapatos también deben estar confeccionados en materiales naturales como la piel o el tejido, no siendo recomendables los zapatos de materiales sintéticos ni el plástico. En caso de utilizar zapatillas deportivas, estas deben ser siempre de piel natural y llevarlas con calcetines de algodón que permitan al pie transpirar y no retener el sudor.
Si a pesar de estas medidas, el mal olor corporal persiste o a tu hijo le afecta especialmente, se recomienda consultar con un dermatólogo para que pueda valorar con mayor detalle el caso y prescribir algún tratamiento en caso de que sea necesario.
Fotos | iStock
Vía | ADOLESCERE
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