Desde siempre, la tradición de contar cuentos ha fascinado a grandes y pequeños por igual. Es increíble comprobar como algo tan sencillo como contar una historia puede abrir un mundo entero de sensaciones nuevas a nuestros hijos.
Y existe una forma en concreto de hacerlo que cuenta con un montón de seguidores por todo el mundo. Me estoy refiriendo al kamishibai, algo que consigue que los niños (y los no tan niños) busquen el mejor asiento del lugar y que estén en silencio absoluto para disfrutar de él. Y todo esto es posible porque se podría decir que el kamishibai nos transmite la magia de contar historias.
Las características del kamishibai y, en especial, cómo se presenta son claves para lograr que la magia de la historia enganche más fácilmente; todo lo que el cuento quiere transmitir (los valores, los sentimientos del cuentacuentos...) quedan especialmente marcados con el kamishibai.
¿En qué consiste el Kamishibai?
La palabra Kamishibai proviene del Japón, y significa “teatro de papel”. El público al que va dirigido principalmente son grupos de niños pequeños, y se compone de varias láminas con un dibujo que representa una escena de un cuento en una cara y el texto de esa misma situación en la otra. Se puede usar tanto en la escuela como en una fiesta infantil en casa).
La forma de contar la historia en el kamishibai es muy sencilla y se realiza de la siguiete forma: primero se colocan las láminas en orden sobre un teatrillo, de cara a los niños. Después, se van deslizando tranquilamente las láminas una tras otra mientras el cuentacuento hace de maestro de ceremonias.
Sencillez y belleza
La principal característica del kamishibai es su sencillez. Los textos que encontramos en las láminas son simples, claros y directos, ya que emplean frases cortas y fáciles.
Algo que llama la atención en el kamishibai es que, a diferencia de los cuentos tradicionales, casi no hay descripciones, ya que su carencia se suple con los dibujos y con los diálogos.
Por el contrario, hay muchos diálogos que buscan una cercanía de la personalidad de los protagonistas a los niños y niñas que están presenciando la historia, y que de este modo se sientan identificados con ellos.
Con respecto a los dibujos que aparecen en las láminas, éstos son grandes y con trazos muy claros, representando escenas simples y evitando los detalles excesivos o los fondos que pueden distraer.
Si a todo esto además le sumamos el teatro, cuya función principal es diferenciar el mundo real donde están nuestros hijos del mundo imaginario de la aventura que les estamos contando, obtenemos como resultado una atmósfera perfecta para un buen relato.
No debemos olvidar, claro está, que el papel del cuentacuentos es fundamental, ya que será él con sus palabras, gestos y demás trucos quien transporte a los niños a ese mundo de fantasía que les atrapa desde el primer instante.
Conclusión
He de reconocer que el arte de contar historias es algo que a mi me fascina, y el kamishibai me permite, no sólo usarlo como material de trabajo, sino como medio para llevar a los niños a mundos distintos donde las cosas son muy diferentes.
Para todos aquellos que queráis probar este instrumento altamente recomendable, os aconsejo que hacer grupos con varios niños, ya que éstos disfrutan más del momento. De esta forma, pueden gritar de terror o reír de alegría muy fuerte, algo que a todos los niños les gusta.
Y es que, en un momento donde la tradición de contar historias de padres a hijos se está perdiendo, el kamishibai nos recuerda la magia de contar historias. O al menos, conmigo lo ha conseguido.
Foto | Leioako Udal Liburutegia en Flickr En Bebés y más | Contar un cuento no es tan fácil como parece, Cómo saber que les contamos bien un cuento, Beneficios de fomentar lectura temprana