Cómo ayudar a tu hijo a gestionar la presión de grupo

Cómo ayudar a tu hijo a gestionar la presión de grupo
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Como seres sociales que somos, queremos encajar y formar parte de los grupos, sentirnos valorados. Por ello, a lo largo de la vida, intentamos cultivar este sentimiento de pertenencia en el seno de nuestras relaciones sociales.

Muchas veces, a raíz de ese deseo, llegamos a hacer cosas que, en realidad no queremos, para que nos acepten. Esto sucede especialmente en la niñez y la adolescencia.

Y es que los niños quieren ser aceptados y queridos en los grupos, en la familia, pero también con los iguales y con los amigos. Por miedo a no ser los únicos que piensan o actúan de una determinada manera, diferente al resto, y que eso les lleve a quedarse fuera del grupo, pueden cambiar su actitud o conducta.

Así, la presión de grupo puede llevarles a hacer cosas que realmente no desean. Pueden ser cosas mínimas, "sin importancia", o, sobre todo en la adolescencia, asuntos más graves cómo fumar, beber o probar las drogas.

El poder de la presión social

Y es que la presión social, o la presión de grupo, es algo al que nos vemos inmersos durante toda la vida. Ya desde la infancia, y pasando por la adolescencia, los niños tienden a intentar "encajar" para ser aceptados.

Es algo muy normal, sobre todo en esas edades, ya que en gran parte la identidad individual depende de la identidad social, como sugiere la Teoría de la Identidad Social.

Teoría de la Identidad Social

La Teoría de la Identidad Social fue propuesta por el psicólogo social británico Henri Tajfel en 1979. Sugiere que los grupos a los que pertenecemos nos definen y, que, además, nos influyen a la hora de valorarnos a nosotros mismos.

¿Por qué los niños y adolescentes quieren encajar en el grupo?

Esto que comentamos tiene mucho que ver con nuestra autoestima; y es que, sobre todo en la infancia y en la adolescencia, esta depende del sentimiento de pertenencia social.

¿Qué ocurre? Que los niños y los adolescentes quieren encajar, porque el grupo les da seguridad y les ayuda a construir su propio autoconcepto.

El autoconcepto, según Tajfel, está formado en gran parte por su identidad social. Y esta fue definida por Tajfel como “el conocimiento que posee un individuo de que pertenece a determinados grupos sociales, junto a la significación emocional y de valor que tiene para él/ella dicha pertenencia”.

De esta forma, si los niños y adolescentes se sienten valorados e integrados en el grupo, su autoestima aumenta, y su autoconcepto se define mejor, lo que impacta directamente en su identidad social. Por eso, pueden llegar a hacer cosas que en realidad no quieren por ese deseo de encajar y de pertenecer.

Cómo ayudar a tu hijo a gestionar la presión de grupo

Pero, ¿cómo gestionar esa presión grupal? ¿Cómo ayudamos a nuestros hijos, pequeños o más adolescentes, a hacerlo? Os damos siete ideas clave que pueden ayudaros:

Potencia su autoestima

La falta de autoestima puede aumentar el deseo de pertenecer a un grupo que nos haga sentir mejor y, por ende, aumentar el riesgo de hacer cosas que en realidad no queremos para "contentar" a los demás o sentirnos aceptados.

Por ello, una buena autoestima puede ser un elemento clave para que las opiniones ajenas no tengan un impacto tan alto en los niños y adolescentes. Es importante, en este sentido, reforzar mucho a nuestros hijos, reconociendo su valía.

Hablad abiertamente de los temas delicados

Seguramente hay temas que te preocupan más que otros en relación a tus hijos; en la adolescencia, por ejemplo, preocupa el hecho de que prueben las drogas, de que tomen alcohol... solo porque los demás les incitan a hacerlo.

Si estos u otros temas te preocupan, te animamos a hablarlo directamente con tus hijos, de forma cercana y abierta. Esto te ayudará a entender en qué punto está tu hijo, para ayudarle, y a él le dará la oportunidad de resolver dudas, de expresarse...

Eso sí, para empezar con este tipo de conversaciones, será importante que se haya trabajado mucho la confianza mutua.

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Cultiva un ambiente de confianza

En línea con el punto anterior, cultivar un ambiente de confianza será importante para que tus hijos se sientan libres para expresar lo que realmente sienten. Y esto favorecerá que te pregunten las dudas que tengan cuando, por ejemplo, sus amigos les presionen para hacer X o Y.

Además, también es una forma de trabajar su asertividad (explicada en el siguiente punto) y de que puedan expresar su opinión con más seguridad, aunque esta se aleje de la opinión grupal.

Trabaja la asertividad

La asertividad es la capacidad para dar nuestra opinión y expresar nuestras necesidades y sentimientos de forma clara, honesta y sin herir al otro. Incluye la capacidad de poner límites o de decir "no".

Rees y Graham (1991), citados en un estudio de Laura Gaeta y Agris Galvanovskis del 2009, publicado en la revista Enseñanza e Investigación en Psicología, consideran que la asertividad implica "respetarse a sí mismo y a los otros al tener la creencia básica de que las propias opiniones, creencias, pensamientos y sentimientos son tan importantes como los de cualquier persona".

Por ello, trabajar esta habilidad con nuestros hijos puede ayudarles a gestionar la presión de grupo ante situaciones que realmente no desean, porque es una habilidad que permite poner límites y respetar las propias ideas y sentimientos.

Ayúdale a conocerse

El autoconocimiento es otro elemento clave para reducir la probabilidad de hacer cosas que realmente no queremos, sobre todo en la niñez y la adolescencia. ¿Por qué?

Porque el hecho de conocerse poco aumenta la probabilidad de que niños y adolescentes acaben cediendo, probando cosas que no saben si les gustan o no porque, precisamente, se conocen poco, etc.

En cambio, aquellas personas que sí se conocen bien a sí mismas, que conocen sus gustos, sus límites... en definitiva, que tienen un autoconcepto definido, es más probable que no se dejen llevar por lo que diga, piense o haga la mayoría.

¿Cómo potenciar el autoconocimiento en nuestros hijos? Jugando, compartiendo tiempo con ellos, probando cosas nuevas, reforzando sus logros, aconsejándoles desde la experiencia, respetando sus gustos...

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Promueve la educación en valores

Fomentar una educación en valores en nuestros hijos desde sus primeros años de vida implica enseñarles que sus actos pueden tener consecuencias importantes.

Es decir, implica enseñarles a hacerse cargo de sus actos, responsabilizarse de ellos y, sobre todo, que tomen conciencia de lo que hacen. Por otro lado, educar en valores también implica transmitir la idea de que los buenos amigos no presionan, sino que respetan.

Estas ideas pueden ayudar a tu hijo a decidir mejor qué es lo que realmente quiere hacer él, liberándose en parte de esa presión grupal.

Enséñale a afrontar las situaciones

Existen múltiples estrategias de afrontamiento de los conflictos, aunque algunas son más adaptativas o saludables que otras. Una de ellas es la evitación, que está dirigida a interrumpir o a disolver los conflictos, las situaciones estresantes, las relaciones... por ejemplo, a través de la evitación del contacto con la persona.

Investigadores de la Universidad de Kioto, en un estudio del 2013, llegaron a la conclusión de que la estrategia de la evitación a menudo conlleva problemas tanto físicos como psicológicos.

Por ello, es importante educar a tu hijo para que, cuando tenga que poner límites con sus amigos o decidir, ponga en práctica estrategias de afrontamiento saludables, ya que evitando el problema muchas veces este se enquista o se cronifica.


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