El cuerpo se ha transformado desde el primer trimestre, han habido molestias y algunas han desaparecido, pero es durante la etapa final del embarazo cuando suelen aparecer los dolores cervicales, tienes el cuello rígido, dolor de cabeza e incluso la nuca algo dolorida. Durante los últimos meses del embarazo, estas molestias tienen mucho que ver con la postura que se adopta durante el embarazo, la acentuación de la curva de la columna vertebral, la sobrecarga que se padece en las vértebras lumbares, las torácicas o las cervicales, propician estos dolores.
Durante el embarazo, los tejidos del organismo de la futura mamá se impregnan de agua y se vuelven más voluminosos e hinchados. Esto también ocurre en el cuello y la consecuencia es una reducción de la amplitud de movimientos de la cabeza. Los especialistas indican que existe la posibilidad de que al esforzarse más por respirar, ya que cuando la barriga crece comprime el diafragma, se propicien estos dolores cervicales. Al ser comprimido el diafragma, se activan otros mecanismos para una mejor respiración como son los músculos escalenos, que se encuentran en las partes laterales de las vértebras de la primera y segunda costilla. Como estos músculos no están acostumbrados a desarrollar esta función, pueden provocar esa molesta rigidez y un debilitamiento del cuello.
Hay muchos motivos por los que se pueden sufrir dolores cervicales, otro ejemplo sería el crecimiento del feto que, al oprimir el sistema digestivo, hígado, estómago e intestinos, estos órganos informan de las molestias al cerebro, la consecuencia es que estos órganos se acomodan cambiando la posición que tenían y este cambio podría condicionar a todos los músculos que nacen de las vértebras de la columna, la consecuencia es clara, una mayor tensión que propicia estos dolores.
Por estas razones, un control sobre el aumento de peso durante el embarazo es fundamental, realizar ejercicio para mantener algunos factores importantes como la elasticidad, etc. Dieta y ejercicio van ligados para que todo funcione lo mejor posible, tanto para el desarrollo del niño, como para que la mamá pueda sobrellevar el embarazo lo mejor posible.
Si ya sufres de estos dolores, lo mejor es acudir al médico para que te aconseje algún tipo de tratamiento, procura no tomar nada por propia iniciativa para no perjudicar al futuro bebé, ya que pueden haber componentes perjudiciales para él en los fármacos que habitualmente se aplican en este tipo de malestares.
Existen tratamientos alternativos de prevención que son muy adecuados como por ejemplo el yoga o unos masajes practicados por un osteópata.
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