El crecimiento intrauterino es una etapa fundamental de la vida ya que muchos factores en este tiempo pueden condicionar todo el crecimiento futuro. El crecimiento del bebé en el vientre materno comprende dos períodos: el embriogénico y el de crecimiento fetal.
El crecimiento y el desarrollo del futuro bebé se caracterizan por un aumento del tamaño, una creciente complejidad estructural y la maduración de las funciones. ¿Cómo podemos conocer si está creciendo adecuadamente en el útero?
Sabemos que a través de las ecografías durante el embarazo se estima el peso aproximado del bebé basándose en las mediciones de tres parámetros: la circunferencia abdominal, el perímetro de la cabeza y la longitud del fémur.
Además, basados en promedios, existen calendarios para conocer peso y medidas durante el embarazo y fórmulas para calcular el peso fetal según la semana de gestación.
Gracias a esas estimaciones y mediciones a través de las ecografías podremos saber si el feto se desarrolla conforme a su edad gestacional, o si será más o menos grande, esto es, conocer más acerca del crecimiento del bebé en el vientre materno, en sus distintas etapas, sobre lo que os hablamos detalladamente a continuación.
El desarrollo del embrión
Recordemos que la embriogénesis es el complejo proceso generativo que conduce a la formación de un organismo pluricelular, vegetal o animal, a partir del cigoto.
La embriogénesis humana se define como el proceso que se inicia tras la fertilización de los gametos para dar lugar al embrión, en las primeras fases de desarrollo de los seres vivos pluricelulares. En el ser humano este proceso dura unas ocho semanas, momento a partir del cual el producto de la concepción acaba su primera etapa de desarrollo y pasa a denominarse feto.
A partir de la cuarta semana, el embrión empieza a desarrollar los vestigios de los futuros órganos y aparatos, y en esta etapa resulta muy sensible. Comienza una fase de crecimiento frenético que dura otro mes más, durante la que se van esbozando todos los órganos, sistemas y aparatos del futuro organismo adulto.
Durante el período de desarrollo embrionario se forman los diferentes órganos del futuro feto y se caracteriza por un incremento en el número de células (crece casi exclusivamente por hiperplasia, esto es, el aumento de tamaño de un órgano o de un tejido debido a que sus células han aumentado en número).
El crecimiento del feto
En el período de crecimiento fetal hay una fase intermedia de hiperplasia e hipertrofia, con aumento del tamaño celular y disminución del índice mitótico o división celular. La hipertrofia es el aumento del tamaño de un órgano cuando se debe al aumento correlativo en el tamaño de las células que lo forman (el órgano tiene células mayores, y no nuevas). Se distingue de la hiperplasia, caso en el que un órgano crece por aumento del número de células, no por un mayor tamaño de éstas.
La curva de crecimiento se caracteriza por un aumento progresivo de la velocidad de crecimiento en longitud, que alcanza su máximo aproximadamente en la semana 18, mientras que el incremento máximo de peso tiene lugar hacia las semanas finales del embarazo.
En la recta final del embarazo el bebé crece a pasos acelerados, aumentando de peso entre 200 y 300 gramos por semana. En la última etapa del embarazo ya está órganos y tejidos formados, y se produce una acumulación de grasa debajo de la delicada piel, lo que le ayudará a regular mejor su temperatura corporal cuando nazca.
Al comienzo de la semana 35 pesa alrededor de 2’400 kilos y mide 47 cm, aunque a esta altura puede haber una gran diferencia de tamaño entre distintos bebés. En la semana 38 las medidas estimadas del bebé son de 50 centímetros y 3’200 kilos. En la semana 40 el bebé mide 52 centímetros de la cabeza hasta los pies y pesa cerca de 3’400 kilos.
Por supuesto, estas son medidas medias aproximadas, y no será hasta que nazca cuando sepamos cuánto mide el bebé. Incluso las últimas ecografías que hacen una estimación de las medidas del feto se pueden equivocar.
De qué depende el crecimiento fetal
El crecimiento fetal es un proceso muy organizado en el que, como hemos visto, se coordinan cambios complejos y se integran modificaciones a nivel molecular y celular para permitir el desarrollo del organismo completo. Cualquier influencia adversa sobre este proceso puede tener consecuencias negativas. El retraso o alteración en el crecimiento dependerá de la naturaleza, el momento, la duración y la intensidad de la perturbación.
El crecimiento fetal adecuado depende de una interacción óptima entre distintos factores:
- Factores fetales: la capacidad del feto para utilizar los nutrientes que recibe. El más importante es la provisión genética del feto. La insulina y los factores de crecimiento tipo insulina tienen una función importante en esta fase del crecimiento. si la información genética es adecuada y el medio ambiente propicio se darían las condiciones óptimas para obtener un crecimiento y desarrollo de acuerdo al potencial genético familiar.
- Placentarios: la placenta va a ser el modulador de los factores que van a determinar el grado de desarrollo fetal: aporta nutrientes y oxígeno, regula la difusión en la circulación materno de los productos del metabolismo fetal, actúa como órgano endocrino produciendo hormonas (lactógeno placentario), factores de crecimiento, neuropéptidos y citocinas.
- Factores maternos: lógicamente la madre es el centro natural y fuente de los principios inmediatos y oxígeno imprescindibles para el correcto crecimiento fetal. El estado nutricional de la madre influye. La afectación vascular materna, condicionando una disminución del flujo útero-placentario puede ocasionar hasta un 25-30% de los casos de retraso del crecimiento intrauterino. Recordemos que fumar durante el embarazo afecta al crecimiento del bebé, ya que el riego sanguíneo de la placenta disminuye durante 15 minutos aumentando la frecuencia cardíaca. El monóxido de carbono inhalado hace que el feto reciba un 40% menos de oxígeno.
- Ambientales, relacionados con los anteriores: los factores ambientales que pueden depender de la madre (nefropatías, hipertensión, cardiopatía, colestasia, uso de drogas, exceso de alcohol, infecciones urinarias…), del feto (anomalías genéticas, cromosómicas, infecciones) o placentarias (envejecimiento, infartos e insuficiencia placentaria).
Los aparatos actuales permiten medir el embrión, la cabeza, huesos, extremidades, vasos sanguíneos, riñones… del feto y estimar su peso, viendo si el crecimiento del bebé en el vientre materno es adecuado. Pero no se puede medir la longitud del bebé porque el feto está encogido en el útero y sólo se estirará del todo cuando nazca.
Fotos | molly_darling, seamusiv y WomEOS en Flickr
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