Una de las constantes en todas las citas de control del embarazo es, así como el control de peso, el control de la tensión arterial. Se realiza desde el primer momento para detectar posibles variaciones de los valores normales. Os contamos por qué es tan importante controlar la tensión en el embarazo.
La hipertensión, o tensión arterial elevada no suele presentar síntomas, por tanto medirla periódicamente es la única forma de detectarla. Controlada a tiempo no debería presentar mayores complicaciones, en cambio, no controlada puede provocar graves problemas el embarazo como preeclampsia, producir un retraso del crecimiento, parto prematuro, desprendimiento de placenta, bajo peso en el bebé al nacer e incluso muerte fetal.
Qué es la presión arterial
La presión arterial es la presión que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias al circular hacia todas las partes del cuerpo. Las cifras de tensión normales son 120/80 mmHg, y se considera que existe hipertensión cuando las cifras de tensión arterial son iguales o superiores a 140/90 mmHg.
Lo ideal es que la mujer conozca sus valores habituales antes de quedarse embarazada, si es normal o tiene tendencia a tensión baja o alta. En el primer trimestre la tensión suele bajar ligeramente debido a los cambios fisiológicos que se producen en el embarazo, pues el sistema circulatorio debe acostumbrarse a un mayor volumen de sangre circulando por las venas. Pero más o menos a partir del cuarto mes la tensión va aumentando hasta llegar a alcanzar en el tercer trimestre las cifras que se tenían antes del embarazo.
En algunos casos la embarazada puede ser hipertensa desde antes del embarazo (hipertensión crónica), mientras que en otros casos se produce únicamente durante el embarazo, denominada hipertensión gestacional, provocada por alteraciones en el sistema circulatorio ocasionadas por el propio embarazo.
Factores que aumentan el riesgo de hipertensión
Existen ciertos factores relacionados al riesgo de desarrollar hipertensión en el embarazo como por ejemplo:
Primer embarazo con edad elevada (mayor de 35 años)
Haber sufrido hipertensión en embarazo previo
Aumento excesivo de peso durante el embarazo (más de dos kilos al mes)
Mujeres con enfermedades previas como obesidad y diabetes
Embarazos múltiples
El riesgo de preeclampsia
En los casos más graves la hipertensión puede desarrollar preeclampsia en la embarazada (o hipertensión inducida por el embarazo), una afección que suele aparecer después de la semana 20 y podría traer serias consecuencias para la madre y el bebé, por tanto es clave controlar permanentemente la tensión para detectarla a tiempo.
Puede causar una reducción grave del flujo sanguíneo que llega al feto impidiendo el suministro de sangre a ciertas áreas de la placenta. Si la placenta deja de funcionar puede poner al bebé en peligro y la madre también podría sufrir daños graves como problemas renales, hepáticos, y de coagulación de la sangre, entre otros.
Algunos síntomas de preeclampsia son fuertes dolores de cabeza, edemas en manos, muñecas, cara y/o tobillos, aumento de peso repentino, vómitos, menor necesidad de orinar, latidos cardíacos rápidos.
¿Cómo se trata a la embarazada con preeclampsia? El tratamiento puede incluir reposo u hospitalización para un mejor control, aunque existen muchos grados y en general suelen ser leves. Es el especialista el que ha de decidir el tipo de tratamiento a seguir. Los signos y síntomas de preeclampsia generalmente desaparecen por completo pocas semanas después del parto.
La mayoría de las mujeres que padecen hipertensión dan a luz bebés sanos debido a que son tratadas a tiempo. Por eso es tan importante controlar la tensión en el embarazo.
Fotos | jasleen_kaur en Flickr En Bebés y más | Enfermedades que pueden complicar el embarazo: la hipertensión