Los fibromas son masas no cancerosas en el útero, llamadas también miomas uterinos o fibroides, que pueden causar dolor y sangrado, o no provocar síntomas. Pero, ¿qué relación existe entre los fibromas y el embarazo? ¿Pueden los fibromas causar problemas en el embarazo?
Los fibromas están formados por células musculares y otros tejidos que crecen dentro de la pared del útero, en la parte externa o entre los músculos uterinos. Son los tumores no cancerosos más frecuentes en las mujeres en edad fértil, y en muchos casos no provocan complicaciones en el embarazo.
La mayoría de fibromas son pequeños crecimientos no malignos que no afectan al embarazo. Pero en ocasiones sí podría haber algún riesgo, aumentando la posibilidad de aborto espontáneo, parto prematuro o presentación de nalgas. Para minimizar los riesgos la mujer debe estar bajo supervisión médica y comentarle su caso.
Existen dos posibles casos que nos interesan: mujeres que se han operado para extraer los fibromas y aquellas en los que no ha habido intervención quirúrgica. Veamos ambas posibilidades.
Extracción de fibromas
A muchas mujeres cuando se les diagnostican los fibromas uterinos se les interviene para extraerlos. Esta operación no afecta a los embarazos ni al parto en el caso de pequeños fibromas. Solo en los casos en que se trate de un fibroma grande, la operación quirúrgica podría debilitar el útero y el médico podría decidir si conviene pasar por una fase de dilatación o hay que programar cesárea.
Una miomectomía (la extracción quirúrgica de fibromas sin extirpar el útero) no interfiere en la posibilidad de quedar embarazada y tener hijos. A veces, sin embargo, la miomectomía causa cicatrización interna que produce infertilidad.
Sin intervención quirúrgica, los fibromas pueden ser la causa del 2 al 3% de los casos de infertilidad (por creación de una cavidad uterina anormal, deformación del útero y del cuello uterino u obstrucción de las trompas de Falopio).
Fibromas, embarazo y parto
Lo más normal es que los fibromas no interfieran en la fertilidad de la mujer y se logre la concepción sin problemas.
Si conocemos la existencia de fibromas, no nos hemos operado para extraerlos y notamos algún síntoma que pudiera indicar riesgos en el embarazo (dolor intenso, hemorragias, hinchazón...) acudir de inmediato al especialista (del mismo modo que si no tenemos fibromas).
Los fibromas pueden aumentar de tamaño durante la gestación debido al mayor flujo sanguíneo, y esto podría provocar dolores o presión: por eso en ocasiones las embarazadas con fibromas notan estos síntomas en el abdomen. También hay que notificárselo al especialista, que puede mandarnos reposo o algún analgésico para que el dolor remita en pocos días.
Ante dolor abdominal intenso y fiebre, es probable que se haya producido una degeneración o retorcimiento de los fibromas. Si se detecta este problema y se considera riesgo para el embarazo, se considerará la posibilidad de practicar cirugía, aunque esto solo sucede rara vez: se trata de una miomectomía.
También es raro el hecho de que el fibroma sea interferencia para un parto vaginal. Lo normal es que los fibromas pequeños no sean obstáculo en este sentido, e incluso los más grandes dejarán espacio cuando el útero se haga grande a lo largo de los meses de embarazo.
En muy raras ocasiones un fibroma grande tapona parcialmente el cuello del útero y el bebé no puede atravesar el canal del parto, por lo que se realiza una cesárea.
En definitiva, cada caso es diferente y tiene que ser valorado y supervisado por el médico. Dependerá de si el fibroma ha sido operado o no, de su tamaño, localización... pero lo habitual es que los fibromas no afecten negativamente a la posibilidad de quedar embarazada, al propio embarazo ni al parto.
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