No fui madre joven. De hecho celebré mis 40 años con una barriga de embarazada bastante prominente que en su momento sorprendió a más de uno (especialmente en mis redes sociales). No cambiaría ni una sola de mis decisiones ni de las circunstancias que rodearon mi maternidad porque la experiencia que tenía cuando llegaron mis bebés me han ayudado a criar de una forma consciente.
Sin embargo, con noticias tan recientes como las de Hilary Swank (o incluso la de Ana Obregón), que indican una tendencia a tener un bebé por encima de los 45 años, me han hecho pensar si volvería a tener otro. Yo lo tengo muy claro: aunque aún es posible no lo haría, incluso si tuviese plena seguridad de que ni mi vida ni la suya corren peligro.
Tener un bebé después de los 45 y todo lo que implica "volver a empezar"
He perdido la cuenta de las veces que me han preguntado si iré a por el tercero (¿por qué la gente se empeña en preguntar estas cosas?), así que la respuesta la tengo bastante estudiada: no tengo fuerzas, dinero ni paciencia para plantearme el tener otro bebé.
Quien diga que la maternidad es agotadora solo durante los primeros años, miente (o en su defecto, tiene bastante ayuda en casa). Mis dos pequeñas son bastante demandantes, no tengo familia en la que apoyarme y además me gusta estar presente todo el tiempo que me necesitan. Un tercer bebé implicaría volver a hacer encaje de bolillos para reorganizar rutinas y sinceramente, no me veo con fuerzas para hacerlo. Estos ocho años ejerciendo de madre se notan y no tengo ganas de volver a empezar.
No neguemos que el dinero también es una parte importante de la ecuación. En unas circunstancias en donde la estabilidad laboral parece cada vez más inalcanzable y donde el costo de vida no para de crecer, hay que tener todo muy bien atado antes de lanzarse a traer otra vida a este mundo. Esa frase de "donde comen dos, comen tres" tal vez funcionaba en la época de los abuelos, pero es completamente inaplicable en los tiempos que corren.
Cuando la diferencia entre padres e hijos es abismal
No hablemos ya de la disparidad de edades que se presenta cuando pasa el tiempo y los adolescentes se encuentran con padres sexagenarios. Creo que tanto unos como otros se pierden muchas cosas que deberían poder compartir por esa abismal diferencia de edad.
En mi caso personal no imagino estar planeando mi jubilación mientras empiezo a preocuparme porque hijo está empezando a plantearse salir en las noches con sus amigos. Creo que son momentos de vida completamente distintos que en mi mente ya no encajan.
Respeto totalmente a esas valientes que se lanzan a tener a sus bebés cuando se acercan a los cincuenta años. No podemos juzgar las circunstancias de la vida de nadie (especialmente porque el embarazo no siempre llega cuando quieres), pero creo que es una decisión que se debe pensar mirando hacia al futuro, especialmente el del niño.