Hemos perdido algo tan sano para la infancia como salir a jugar a la calle. La culpa de que se haya extinguido esta costumbre está bastante repartida: en parte se debe a la inseguridad, aunque también un poco por la sobreprotección de los padres; en parte a que llenamos la agenda de nuestros hijos con actividades y apenas queda tiempo libre; en parte a que la tecnología acapara tiempo de juego, algo que no existía hace treinta años; y también en gran parte a que las ciudades y los pueblos no están pensados para los niños.
El "Me voy a la calle a jugar" es una frase que ya no existe en el vocabulario de nuestros hijos, una costumbre que deberíamos recuperar como sociedad y conseguir que forme parte de sus vidas. Porque que los niños jueguen en la calle tiene grandes beneficios para ellos.
"No tienen sitio donde jugar", la carta de una madre al alcalde
Esto es precisamente lo que denuncia una madre de Cudillero, Asturias en una carta enviada al alcalde de esta villa. Después de que su hijo y un grupo de niños fueran expulsados de dos parques públicos por jugar al balón, pide más espacios para que los niños puedan jugar en la calle.
"Ayer jugaron al balón (algo prohibido en todo Cudillero, pero que resulta que es el deporte nacional de este país) primero empezaron en el callejón donde están los bares de Casa Marí, El Faro y el Hotel La Casona. De ahí les echaron porque estropeaban las flores de los maceteros"
"Luego los chiquillos probaron a jugar al fútbol entre Casa Mari y el Bar de Agustín y resulta que vienen dos policías locales a reñir directamente a críos de 5, 6, y hasta 12 años porque allí no se puede jugar al balón por ser un lugar de transito, que no se puede ir en bicicleta, ni monopatín...".
Entonces la madre se pregunta "dónde pueden jugar los niños". "En el pabellón no se puede, en esos callejones no se puede, en la iglesia no se puede... Los niños del pueblo no tienen ningún sitio donde jugar", afirma la madre, haciendo hincapié en que esta problemática hace que cada vez más gente "se quiera ir del pueblo" y criticando que se hayan quitado parques "para poner simples bancos".
Las ciudades y los pueblos ya no son de los niños
Las ciudades hace tiempo que ya no son espacios pensados para los más pequeños. Las calles son un lugar peligroso para ellos, cada vez se ven menos niños que van caminando solos al colegio y es extraño verlos jugando solos en los parques, en las plazas, en las aceras...
Las ciudades pequeñas y los pueblos son sitios más propicios para que los niños estén en la calle sin riesgos, pero aún así poco se piensa en los más pequeños. Lamentablemente los coches y el tránsito acaban acaparando las planificación de los espacios urbanos.
Los niños han pasado a ser los grandes olvidados y es algo que es necesario recuperar como se está haciendo en algunas ciudades. Como comenta Francesco Tonucci, pensador, psicopedagogo y dibujante italiano, "las ciudades se han vuelto hostiles a todos aquellos que son débiles".
También considera que, paradójicamente:
"No dejamos salir solos a los niños, pero la calle es peligrosa porque no hay niños. Que los niños vuelvan a jugar en la calle hará más seguras las ciudades”.
Tonucci nos deja pensado al afirmar que "la casa puede ser más peligrosa para el niño que la calle", como ha dicho en una estupenda entrevista a El País.
Por qué es bueno para los niños jugar en la calle
Al contrario de lo que piensa mucha gente, jugar en la calle es sano y necesario para los más pequeños. Al prohibirlo o evitarlo, estamos robando parte de su infancia. Jugar en la calle es positivo para los niños porque:
Juegan con otros niños: sociabilizan, aprenden normas. No hace falta quedar ni organizar nada. Simplemente se juntan en la calle después de merendar y hacer los deberes.
Juegan al aire libre: cada vez más los niños están encerrados en casa frente a una pantalla. Salir a la calle es una manera de recuperar el juego al aire libre, un espacio abierto que llena los sentidos y estimula a los más pequeños a aprender y divertirse.
Practican ejercicio físico: juegos de persecución como el escondite, saltar a la comba, al balón, bicicleta, patinete... Los niños dejan de lado el sedentarismo y se mueven mientras se divierten jugando con otros niños, contribuyendo además a prevenir la obesidad.
Descargan energías: salir a la calle hace que liberen las tensiones del día, sin estar sometidos a directrices. Así también se cansan y duermen mejor.
Favorece su autonomía: por supuesto, siempre que consideres que tu hijo está preparado, salir solo a la calle le hará ganar autoconfianza y seguridad en sí mismo.
Juegan sin control, viven experiencias: como dice Tonucci "hacer tonterías a la edad justa ayuda a crecer, pues vivir la emoción de superar un obstáculo, o la frustración de no lograrlo, es fundamental para el aprendizaje". Si esto no se hace en la niñez, "se vuelve en trasgresión en la adolescencia, y ahí si hay un verdadero riesgo", afirma.
No podemos estar más de acuerdo. Pero los padres solos no podemos si las autoridades no ayudan. A ver si escuchan a los que saben y nos ayudan a todos a recuperar y adaptar las calle para los niños. Porque la ciudad que es buena para los niños es buena para todos.
Vía | LNE
En Bebés y más | "Me voy a la calle a jugar" es algo que les hemos prohibido a los niños y deberían recuperar, por su propio bien