Es probable que tu hijo, en alguna ocasión, te haya dicho que tiene "un mejor amigo" (o amiga). Y es algo totalmente normal en la infancia y adolescencia. ¿Verdad que los adultos también tenemos mejores amigos? Pues en los niños ocurre igual. La amistad es algo complejo y rico, que adquiere diferentes formas e intensidades.
Sin embargo, hay algunas tendencias que afirman que esto no sería positivo para el desarrollo de los niños. Reflexionamos sobre este tema y hablamos de algunos aprendizajes que obtienen los niños a través de esta mágica experiencia.
Tener un mejor amigo: ¿algo positivo?
Hay expertos que recomiendan que los niños no tengan un mejor amigo porque hace que se cierren a los demás. En un artículo anterior hablamos de que hay algunos colegios, especialmente colegios británicos, que prohíben que los niños tengan "mejores amigos".
Los defensores de esta tendencia aseguran que de esta forma, al no tener un mejor amigo, todos los niños se sienten incluidos al mismo nivel dentro del grupo.
Sin embargo, una de las mayores críticas a esta tendencia es que fomenta la superficialidad en las relaciones, al impedir que los niños forjen un vínculo más profundo con otro niño.
Tener amigos y un mejor amigo: algo compatible
Sin embargo, una cosa no está reñida con la otra. ¿Por qué no se pueden tener amigos y, a la vez, un mejor amigo? Que un niño se aísle más o menos del grupo no tiene por qué ir ligado a tener o no, un mejor amigo. De hecho, va más ligado a otros factores, como los intereses, la personalidad, la timidez... O incluso, a factores relacionados con el bullying o la baja autoestima, pero ese ya es otro tema.
De esta forma, un niño puede tener amigos y a la vez, un mejor amigo. Y ambas son experiencias nutritivas, de las que pueden aprender mucho. Tal vez el primer aprendizaje sea que la amistad adquiere muchas tonalidades, formas y matices, muchos colores, que no hay únicamente "un tipo de amistad", sino muchas de ellas.
Esto es resultado directo de la complejidad de las relaciones humanas; seríamos demasiado sencillos si solo tuviéramos un tipo de amistad. Aunque, de la misma manera que decimos que es natural que los niños tengan un mejor amigo o más de uno, también lo es que no tengan ningún mejor amigo. Lo importante es cómo viven ellos estas amistades, si les hacen felices o no, etc.
La experiencia de un mejor amigo: algo que surge de forma natural
Los niños que tienen mejores amigos los tienen porque probablemente han tenido mayor afinidad y conexión con unos compañeros que otros, algo que ha acabado originando una bonita y profunda amistad.
Y si a estos ingredientes se le añade tiempo compartido, compromiso en la amistad, apoyo incondicional, un amor hacia el otro sin esperar nada a cambio... El resultado es esta amistad, a través de la cual un niño considera a otro su mejor amigo.
Tener un mejor amigo no implica, necesariamente, comparar, "este es mejor que el otro", porque de hecho, es una cuestión de sentir, y no tanto de "decidir". Los niños se guían por el corazón al escoger a sus amistades, es algo muy emocional. Por ello hemos de respetar a nuestros hijos (y entenderlos) cuando sienten que esos amigos más especiales, son sus mejores amigos.
En definitiva, se puede tener un mejor amigo (¡o más de uno!), y esto no necesariamente implica aislamiento, sino todo lo contrario, apertura hacia las amistades con las que resonamos más, que más nos aportan (en este caso, que más aportan a los niños).
La importancia de la amistad en la infancia
Los niños aprenden muchas cosas de esta experiencia. En un artículo anterior hablamos precisamente de la amistad en la infancia, de por qué es tan importante que los niños tengan amigos y de cómo evolucionan sus relaciones. Y es que la amistad en la infancia aporta valores complejos, como la lealtad y la reciprocidad, el respeto, la tolerancia y la empatía.
Pero la experiencia de tener un mejor amigo, además, puede ser más transformadora. Los niños aprenden y entienden que hay personas con las que tienen mayor conexión, más gustos o intereses compartidos, mayor afinidad... y además, pueden comprobar cómo hay amigos más incondicionales que otros, que se comprometen más con la relación, la cuidan, la nutren, etc.
Es decir, entienden que los vínculos con los demás adquieren formas e intensidades diversas, que eso depende de ambas partes y que es algo totalmente natural. No solamente con los amigos, sino también con familiares, como por ejemplo el vínculo que establecen con sus primos. Y aunque sean pequeños, estas cosas ya las pueden percibir. La consecuencia directa de todo ello, es que hay algunos amigos a quienes consideran "mejores amigos".
Y no solo eso, sino que además, con los mejores amigos se viven experiencias que los niños recordarán toda la vida; confesiones, risas, diversión, las primeras veces, como las primeras "trastadas", el primer amor cuando son más adolescentes... y eso es algo que comparten con sus mejores amigos, en un acto de intimidad.
Cinco cosas que aprenden los niños por tener un mejor amigo
Pero, más allá de lo mencionado, ¿qué pueden aprender los niños por el hecho de tener un mejor amigo? Hemos recogido algunos de estos aprendizajes más valiosos:
1. El valor de la confianza
Por un lado, pueden aprender a confiar en las personas, a confiar de verdad. Es decir, a confiar en mayor medida, ya que no es lo mismo "confiar", que confiar plenamente en alguien. Cuando los niños tienen mejores amigos, los consideran sus confidentes, aquellas personas que creen, jamás les fallarán.
2. Abrirse a otra persona
Aprenden también a ser capaces de abrirse emocionalmente a otra persona, y de compartir experiencias personales, confiando en que esa persona les escuchará, no les juzgará, les guardará los secretos...
3. Relaciones sinceras
Por otro lado, también aprenden a tener relaciones sinceras (y con ello, el valor de la sinceridad y su importancia en las amistades verdaderas), y a mostrarse tal y como son.
4. El valor de la autenticidad
Aprenden que tienen a alguien incondicional con quien contar. Aprenden a ser ellos mismos, entendiendo y asimilando el valor de la autenticidad en las amistades y la importancia de ser auténtico para cultivar vínculos de mayor profunidad.
5. Dar y recibir: la amistad verdadera es cosa de dos
Y en relación a ellos mismos, aprenden a ser recíprocos en sus amistades, es decir, a cuidar del otro, a pensar más allá de uno mismo, a no ser egoístas, a dar y recibir... Aprenden que la amistad sincera se cultiva entre dos (o más) personas, y que todos debemos cuidar de esa relación para que perdure, igual que se cuida a una planta para que florezca.
En definitiva, aprenden valores complejos que seguramente, no aprenderían con un amigo con quien no establecen un vínculo profundo y duradero, como el que se establece con un mejor amigo.
Los mejores amigos: un recuerdo y un tesoro para el alma
Que tu hijo te diga que tiene un mejor amigo es algo totalmente natural. Si en algún momento te preocupa que eso haga que se aísle, observa cómo se comporta con los otros niños, si tiene otros amigos... y no te bases solo en la idea de que tenga un mejor amigo.
Porque eso no tiene que ser un condicionante para lo otro, sino todo lo contrario. Es una experiencia que le permite abrir su mente, cultivar valores propios de la amistad, vivir experiencias únicas y además, crecer como personas.
A través de esta experiencia entiende los matices de las relaciones y los vínculos y además, tiene la oportunidad de crear recuerdos únicos que le acompañarán toda la vida, y que construirán también su identidad como niño y como adulto, una identidad que se alimenta de estos vínculos que perduran en el tiempo.
Fotos | Portada (Freepik)