A medida que los niños crecen, lo habitual es que llegue un momento en el que dejan de interesarse por los juegos compartidos y los juguetes tradicionales vayan perdiendo terreno frente a los tecnológicos.
No significa que se deje de jugar, tan solo es una fase distinta. Pero sí se pierden determinados beneficios del juego que deja de ser una vía de comunicación eficaz con los compañeros o la familia, algo que proporcionan los juegos que fomentan la socialización.
Si en la niñez es cuando más tiempo dedicamos los padres a jugar con los niños, a partir de los 12 años solo el 8'4% de chicos juega a diario con sus padres. A estas edades, lo que se suele hacer juntos es ver la tele.
Pero las cifras de tiempo compartido también son desoladoras en otros ámbitos: solo el 19'2% de los niños comparte actividades de ocio, cine, cultura, deporte... con sus padres. Y eso a pesar de que en dichas edades, en torno a la preadolescencia y adolescencia, sigue siendo fundamental para su desarrollo.
¿En qué momento dejamos de compartir tanto tiempo con nuestros hijos? ¿Es tarde para retomar un contacto más estrecho con ellos? Seguro que hay tantas respuestas como familias, pero si existe una tendencia es a la que el modo de vida actual nos arrastra: mucho trabajo y poco tiempo para los niños.
Así lo señala un reciente estudio sobre la “Percepción adulta de los juguetes en España”, del que se extraen interesantes conclusiones. Los padres en general valoran los juguetes de forma muy positiva, estímulo para la inteligencia y desarrollo de los niños, aunque el análisis constata la falta de tiempo para jugar con ellos.
Todos, niños, jóvenes, adultos, ancianos... juegan y disfrutan de una actitud lúdica, aunque se haga desde prismas diferentes. La cuestión es que posiblemente el juego de la infancia sea el más importante de la vida, porque se produce cuando estamos creciendo y formándonos como personas.
Por ello, si queremos mantener o alargar los momentos de juegos con nuestros hijos, lo cual llevará a compartir más tiempo en el futuro (bien de juego ,bien de deporte y ocio adecuado a sus edades), tenemos que favorecer esos juegos y buscar más tiempo para dedicarlo a jugar con los pequeños.
Al divertirnos juntos, propiciamos el intercambio de vivencias personales, fortalecemos vínculos afectivos y sentamos las bases para una buena comunicación intergeneracional.
Por supuesto, los niños crecerán y tendrán nuevos intereses, irán ampliando su círculo de afectos... pero nosotros habremos establecido unas bases sólidas para seguir divirtiéndonos junto a nuestros hijos dedicándoles tiempo de juegos.
Vía | AEFJ Foto | jessicafm en Flickr Más información | Peques y más En Bebés y más | Punset: Cinco consejos para hacer de un bebé un adulto capaz y feliz, El vínculo entre padres e hijos es clave para la autoestima, Mejorar la autoestima de nuestros hijos, Diez beneficios de jugar con otros