A la hora de elegir juguetes para nuestros hijos, son muy pocas las veces que nos damos cuenta, y cuando lo hacemos suele ser demasiado tarde, que no compartimos los mismos gustos por ellos que nuestros hijos. Esto que dicho así alguien podría decir que es obvio, realmente no lo es tanto y es aún más grave cuando son pequeños y no son capaces de transmitirnos bien sus preferencias.
¿Cómo realizamos las compras? ¿Realmente pensamos en la edad y el desarrollo de a quien va dirigido el regalo? ¿Compramos juguetes con el corazón o con la cabeza?
¿Cómo es el niño?
Parece claro, a la hora de comprar un regalo, que debamos tener en cuenta a quién se lo vamos a regalar. Eso es lo que solemos hacer con los adultos, ¿no? ¿Quién es? Cuáles son sus gustos, sus deseos, su edad. Es cierto, que cuando son tan pequeños es muy difícil conocer qué es lo que quieren realmente (qué os voy a contar si tengo un hijo que cambia de gustos según cambia de escaparate).
Pero es importante regalarle a un niño un juguete adaptado a su edad. Más que a su edad, a sus habilidades y capacidades, pues entre bebés del mismo tiempo pueden existir diferencias muy apreciables en el desarrollo, así es posible que un niño se sienta atraído por cuentos con sonidos mientras que otro prefiera un coche de bomberos.
Es importante que un juguete se convierta en un pequeño reto para nuestro hijo, pero no lo es tan bueno si el juego se convierte en una frustración. Un niño desarrolla sus habilidades jugando, lo hemos visto, pero también puede cogerle manía a cierto tipo de juguetes. Y ya no hablamos de las rabietas que acarrea consigo la frustración por no conseguir el objetivo fijado. Un ejemplo de esto serían los videojuegos. Su calificación no es sólo que contenga escenas violentas o no, sino que requiera cierto control de habilidades que es posible que un niño de 5 ó 6 años no tenga, lo que le acarrearía un estrés excesivo y para nada necesario en un juego. Si vemos que nuestro hijo reacciona mal ante las interrupciones, o su comportamiento es muy diferente al que normalmente tiene, sería un buen momento para pensarnos si ese juego es adecuado para él en este momento.
¿Quienes les conocen mejor? Pues está claro que sus padres y en caso de los más pequeños, sus cuidadores también sean quienes mejor nos puedan ayudar a la hora de elegir el juguete más indicado. Con los más mayores siempre se les puede preguntar directamente, eso si, mi consejo es que lo hagáis con un catálogo delante porque, al menos en mi caso, las explicaciones que dan sobre qué es lo que quieren son dignos enigmas para investigadores.
Proyectamos en nuestros hijos el niño que quisimos ser y no pudimos
Que levante la mano aquel que haya regalado a su hijo el juguete que siempre quiso tener en su infancia y que nunca tuvo.
Probablemente levantásemos la mano la mayoría de nosotros y seguro que varios de aquellos que no la levantaron fue porque el juguete en cuestión ya no existe. ¿No será nuestro niño o niña que llevamos dentro, el que intenta tapar esas pequeñas cicatrices que nos dejó nuestra infancia a través de que puedan disfrutarlo nuestros hijos? Un ejemplo muy claro, ¿cuántos niños de cuatro o cinco años, cuando no más jóvenes, tienen ya una consola?
Esperamos de nuestros hijos que tengan gustos que entendamos y que sean afines a los nuestros, así por ejemplo esperamos que les guste nuestro deporte favorito, nuestras aficiones, sabores, etc. Y corremos quizás el peligro de anular sus propias identidades. Sin querer, intentamos hacer a nuestros hijos a nuestra imagen y semejanza porque es en nuestro campo, nuestros gustos, tics y manías donde nos sentimos más seguros.
"¿Pero a quién habrá salido este niño?" Nos solemos preguntar cada vez que vemos algo de la cosecha propia de nuestro retoño y subconscientemente repasamos el árbol genealógico a ver en que rama se ha asentado el fruto de nuestros genes.
Suplir con regalos sus carencias afectivas
Es el pan nuestro de cada día, nosotros tenemos una vida de adultos que a veces no compagina demasiado bien con la agenda de nuestros hijos. Ellos nos demandan y nosotros no podemos estar ahí. Y esto nos genera, a quien más o quien menos, un problema de conciencia y solemos caer en ese "pan para hoy y hambre para mañana" que es hacerle regalos por el afecto no recibido. El se distrae y parece que se olvida de que no estábamos en horas anteriores.
Esto que todos hemos hecho alguna vez puede convertirse en una moneda de cambio peligrosa en el futuro si tu hijo hace cuentas y sólo ve que si tú faltas a él le llega un regalo.
Quizás un buen regalo podría ser pasar un día entero con él visitando museos, parques, comiendo fuera de casa en ese sitio que a él le gusta, intentando torear por unas horas nuestras obligaciones de adultos.
El sexismo
En estos días se intenta desde algunos medios que no se regalen juguetes sexistas a los niños, que no se fomente la desigualdad entre ellos, y no me entiendan mal, me parece perfecto y creo realmente que hay que tenerlo en cuenta, siempre y cuando esto sea necesario. No porque regalemos a nuestro hijo el balón que el lleva pidiéndonos desde el verano le vamos a hacer un futuro maltratador o no porque nuestra hija prefiera una Barbie al Quimicefa va a ser menos lista en el futuro y por muchas Monster High que tenga no va a dejar de ser menos femenina. Y aunque así fuera, no es el fin del mundo.
Como ya dije en su día un juguete no es sexista en si mismo, sino que depende de como lo orientemos. Nosotros somos los que debemos de conocer si nuestro hijo quiere un juguete porque le gusta o porque los demás esperan que le tenga que gustar.
Aunque no es algo que suela pasar en niños tan jóvenes, hay veces que nos piden regalos para no salirse del grupo, porque se espera que ellos tengan uno o se sienten cohibidos porque ese juguete es cosa de chicas o de chicos, o el abuelo le ha dicho que los niños tal no piden esas cosas, etc. Un buen día llegan a casa diciendo que ya no quieren jugar con muñecas porque es cosa de chicas o que no quiere ya más la peonza porque en el colegio sólo la tienen los chicos y no la dejan jugar con ellos.
Esos son los comportamientos que deberían atraer nuestra atención y esfuerzos para darles la suficiente confianza en ellos mismos, para que puedan sentirse apoyados. Porque un niño lo que quiere es estar con los suyos y muchas veces si le damos eso, el resto sólo es mero decorado.
Los juguetes guía o que sólo sirven para una cosa
El mejor juguete de un niño es su imaginación. Si les regalamos un juguete de los que sólo pueden usarse de una forma estamos limitando ese potencial infinito a unas meras líneas a seguir. Imaginad que os dan una paleta con miles de colores pero os dicen que sólo podéis pintar círculos. Una pizarra o un conjunto de folios en blanco tamaño poster de marquesina de bus es un regalo magnífico para estimular la imaginación de un niño. Que mejor que dejarle encima de un folio infinito para crear lo que su imaginación guste en esos momentos.
Mientras escribo estas líneas, mi hijo pequeño lleva más de media hora jugando con el cordón de un pantalón usándolo como pulsera, collar, bufanda, cinturón del coche, y no se que más porque aún habla en sánscrito. Sus docenas de juguetes están esperando en su habitación.
Con los más mayores siempre es una buena opción regalar juegos de construcción, pero teniendo en cuenta que son mejores aquellos que permiten realizar diferentes figuras, aunque tampoco va a pasar nada si regalamos uno para montar un camión o un coche de policía, ya lo usarán ellos como quieran.
El espacio de juego
Nos dicen los expertos que el bebé ha de tener su propio espacio de juego, que tiene que tener unas características determinadas y nosotros que queremos lo mejor, le construimos uno dentro de nuestras posibilidades, porque por mucho que nos empeñemos, en nuestro piso de 60 metros cuadrados no entra la pista de tenis esa que tiene el bebé de la revista como cuarto de juegos.
Y una vez que nos hemos tirado semanas modulando espacios para reorganizar medio piso, resulta que nuestro hijo no comparte nuestra teoría de colores pastel, ventilaciones y luces indirectas y prefiere venirse a la cocina detrás de nosotros entre el olor a rebozado, fluorescentes y peligrosas esquinas. ¿Por qué? Porque en la cocina está el adulto que quiere, en quien confía y el modelo a seguir, porque los niños cuando juegan no sólo juegan, sino que están aprendiendo cómo es eso de comportarse en sociedad y si mamá, o papá, se han ido a la cocina es porque toca irse a la cocina, nosotros jugamos con nuestras sartenes y cuchillos y ellos, bueno, ellos con lo que sea que hayan pillado por el camino o haya en los cajones que estén a su alcance.
Vale, ¿pero qué regalamos estas Navidades?
Pues personalmente creo que habría que dejar un poco el corazón en casa e intentar usar la cabeza. Sobre todo en estas edades en que los juguetes están tan ligados al aprendizaje y al desarrollo. Intentar regalar siempre juguetes adaptados a su edad, ya habrá tiempo de regalar esa nave espacial de miles de combinaciones lumínicas y sobre todo estad atentos a las señales que indiquen el tipo de juguetes que más les gustan.
¿Compramos juguetes con el corazón o con la cabeza? Lo sabemos, la respuesta no es sencilla.
Imagen | @boetter, woodleywonderworks en Flickr En Bebés y Más | Regalos de Navidad por menos de 20 euros: niños de 0 a 6 meses, Regalos de Navidad por menos de 20 euros: para niños de 1 a 2 años, Regalos de Navidad por menos de 20 euros: para niños de 2 a 4 años