Cuando un niño recibe un juguete nuevo pueden pasar varias cosas: que no le haga caso, que sí le haga caso, que lo abra y juegue con él o que lo abra y se quede jugando con la caja.
Esto último, que sucede a menudo, nos demuestra que lo importante para los niños no es siempre el objeto de juego, sino jugar, sin más. Creemos los adultos que necesitan de juguetes sofisticados para divertirse y la realidad es que cuanto más sofisticado, menos les gustan.
Ayer mi hijo Jon me dio una muestra más de ello. Paseando por la playa (bueno, corriendo por la orilla… que le encanta ir de un lado a otro por la costa) empezó a detenerse cada vez que encontraba una piedra. Se agachaba, la cogía y la lanzaba al mar sonriendo al sonido de “plop” de la piedra al caer al agua y de “plop” de su padre emulando al agua. Así nació el juego de tirar las piedras “plop-plop”. Durante cerca de veinte minutos se dedicó a agacharse, coger una o dos piedras y lanzarlas al mar. Yo me senté, un poco retirado, para observarle.
En esos veinte minutos me enseñó lo poco que hace falta para que un niño de tres años se entretenga y se divierta y lo mucho que puede aprender de algo tan simple como tirar piedras al agua.
Agacharse y elegir la piedra que quiere tirar, tocarlas y palparlas, seleccionar las piedras de entre las conchas, apretarlas en el puño para que no caigan, girarse y seleccionar el agua como objetivo, evaluar el escenario para eliminar posibles víctimas no deseadas (me encantó ver cómo miraba primero y esperaba a que la gente pasara para poder lanzar sus piedras sin peligro), lanzarlas a la vez o una primero y luego la otra, ver cómo caen en el agua y provocan un pequeño agujero y una salpicadura después y oír el “plop” de las piedras pequeñas y el “ploff” de las grandes.
¡Ay!, los niños. Tienen tanto que enseñarnos… Yo, por lo pronto, ya he aprendido una la lección: Algunos juguetes comprados que creí que le encantarían se han convertido en un simple almacén de polvo cuyo único fin es esperar a que un plumero elimine esa función.
Curiosamente estos juguetes son los que permiten menos investigación y provocan menos creatividad. En otras palabras, son los juguetes que prácticamente juegan solos.
Foto | Flickr (Photos8.com) En Bebés y más | La creatividad infantil en peligro, Niño creativo, niño feliz, Los pediatras recomiendan regalar no más de 3 juguetes