La Asociación Alba Lactancia define los abscesos mamarios como la obstrucción de algún conducto galactóforo debido a alteraciones de bacterias, que al proliferar se adhieren a las paredes de los conductos junto con moléculas de calcio y los acaban taponando.
Se trata de la mayor complicación que se puede producir durante la lactancia, pero no tiene porqué implicar el fin de la misma. Te explicamos cómo se desarrolla un absceso mamario y qué tratamientos existen.
Absceso mamario y mastitis, ¿qué relación hay?
Los abscesos mamarios se producen por acumulación de pus en la mama, y son el resultado de una mastitis que evoluciona y no es tratada de forma eficaz. Es por ello, que ante cualquier síntoma inusual o molestia a la hora de dar el pecho al bebé es imprescindible buscar ayuda profesional que sepa diagnosticar el problema y ponerle solución.
Síntomas y evolución
El primer síntoma que la mujer nota es la aparición de un bulto en el pecho de consistencia dura y doloroso a la palpación. En contra de lo que ocurre cuando hay pequeñas obstrucciones, este bulto no desaparece tras dar de mamar. Poco a poco se hace cada vez más doloroso, puede aparecer fiebre y malestar general y la piel se torna roja, brillante y tirante.
Qué se debe hacer (y que no) ante un absceso mamario
Ante los síntomas iniciales es importante no aplicar calor local, pues las bacterias podrían proliferar y complicar el problema. Desde LactApp recomiendan aplicar frío para que el bulto se desinflame, y si no hay fiebre vigilar cómo va evolucionando. También podría ayudar masajear el cuadrante afectado, y a la hora de dar el pecho buscar una posición que favorezca el drenaje, colocando al bebé con su barbilla en dirección a la obstrucción.
Si no hay mejoría o aparecieran otros síntomas habría que acudir al médico de inmediato, pues podría ser necesario drenar el pus mediante alguna de estas técnicas:
Aspiración con una aguja fina guiada por ecografía. Se trata de una técnica poco invasiva que consiste en insertar una aguja en la cavidad del absceso mamario y extraer el líquido infectado mediante una jeringuilla. La recuperación en este caso es inmediata y la madre puede continuar dando el pecho a su bebé con total normalidad.
A través de incisión quirúrgica, especialmente si el absceso es muy grande o hay varios. Este sistema requiere de drenajes abiertos para que continue saliendo el líquido infectado antes de que la herida cierre, además de curas para evitar infección y tratamiento antibiótico compatible con la lactancia.
La recuperación es más lenta, pero no solo no hay motivo para abandonar la lactancia, sino que se recomienda seguir dando el pecho, aunque es importante vigilar que la boca del bebé no entre en contacto con los drenajes ni la zona infectada. Si la incisión estuviera próxima a la areola y el bebé no pudiera agarrarse, sería necesario extraerse la leche manualmente o con un sacaleches.
Desde LactApp recomiendan no abandonar la lactancia en este punto, pero si la mujer desea dejar de dar el pecho debe esperar a que el absceso haya quedado completamente resuelto.
Todos sabemos que la lactancia materna es el mejor alimento para el bebé, pero cuando surgen complicaciones puede llegar a resultar muy frustrante y doloroso para la madre. Por ello, es imprescindible acudir a profesionales sanitarios que sepan de lactancia, asesoras o grupos de apoyo a la lactancia o IBCLC (International Board Certified Lactation Consultant por sus siglas en inglés) que puedan ayudar a diagnosticar y resolver el problema.
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