Cinco consejos para dar el biberón del mejor modo posible
¿Cómo se prepara un biberón? Tan simple como seguir las instrucciones de la lata (como mínimo) o las recomendaciones de los organismos de salud. ¿Y cómo se da el biberón? Parece tan simple como meterlo en la boca del bebé y esperar a que se lo coma, sin embargo, hay ciertos consejos que pueden tenerse en cuenta para que se le dé del mejor modo posible.
1. Que el polvo se mezcle con agua caliente
Aunque ya lo hemos comentado en otras ocasiones, y de manera extensa, no tiene sentido hablar de cómo dar el biberón del mejor modo posible y obviar estas recomendaciones que ya las da la OMS, el NHS (servicio nacional de salud de inglaterra) y las últimas guías de la Generalitat de Catalunya, que abarcan la última evidencia al respecto: el agua del biberón hay que calentarla antes de mezclarla con el polvo.
Según los mencionados órganos oficiales, el mejor modo de preparar un biberón es:
Higiene adecuada
Lavarnos las manos y preparar el biberón en una superficie limpia. El biberón no hace falta que esté esterilizado, pero previamente debe haber sido lavado adecuadamente y dejado a secar sin tocar trapos ni nada por el estilo por dentro.
Hervir el agua
El agua no se hierve porque haya que eliminar impurezas ni nada por el estilo, es porque el polvo no es estéril, y para eliminar posibles patógenos del polvo, el agua tiene que estar caliente. La razón de hervir el agua es hacerla llegar a 100ºC (cuando hierve sabemos que está a esa temperatura) para calcular el tiempo necesario a partir de entonces. A 100 grados no podemos echar el polvo porque se aglutinaría y endurecería, y además se activarían esporas bacterianas, así que hay que esperar para que el agua esté entre 90ºC y 70ºC.
Se considera que 30 minutos es el tiempo máximo que se puede esperar para preparar un biberón, pues después de ese tiempo el agua estará por debajo de los 70ºC. Antes de 5 minutos estará demasiado caliente, así que la ventana de tiempo para mezclar el polvo con el agua está entre los 5 y los 30 minutos.
Echar el polvo en la proporción adecuada
Una vez han pasado al menos esos 5 minutos, echamos el polvo en la proporción adecuada: un cacito raso por cada 30 ml de agua, y agitamos la mezcla. Entonces lo enfriamos en contacto con agua fría y nos aseguramos de que no quema antes de ofrecerlo.
Desde que se prepara hay dos horas de margen para que el niño se lo tome... pasadas dos horas hay que tirarlo, porque la proliferación de bacterias lo convierte ya en una leche poco segura para el bebé.
Si esto te parece una exageración...
Hay muchos padres (y madres) que dicen que no van a seguir estas indicaciones porque piensan que no es necesario y que es una exageración (hay profesionales de la salud que piensan igual). En tal caso, la OMS dice que si no tienes posibilidad de calentar el agua (no dice "si no quieres"... dice "si no puedes"), recomienda prepararlo con agua a temperatura ambiente y dárselo al bebé inmediatamente.
2. Utiliza un biberón "para lactancia materna"
En los últimos años han aparecido en el mercado diversos biberones destinados a imitar lo máximo posible el tipo de succión que se lleva a cabo cuando se mama de un pecho y el flujo que recibe el bebé. Aunque el objetivo es que se pueda hacer una lactancia mixta sin riesgo a que el bebé se confunda al tomar el pecho (con los otros biberones hay bebés que tratan de imitar la succión que hacen del biberón cuando después se cogen a la teta y empiezan a hacer daño), pueden ser beneficiosos para bebés que no van a mamar, precisamente porque así pueden comer como los bebés de teta: a demanda y succionando de un modo muy similar.
Y es que el biberón también se tiene que dar a demanda, sin mirar el reloj y sin intentar que el bebé se lo acabe. Con un biberón cuyo flujo depende de la succión del bebé, es él quien decide en cada momento si succionar más o menos, y por lo tanto quien decide si comer más o menos, y cuándo parar (aunque se le quiera forzar, si él no succiona, no le caerá leche).
Esto es importante porque así se respeta su saciedad y su hambre, y en una época en la que tenemos epidemia de obesidad infantil, vale la pena evitar llevar al límite sus estómagos (si lo hacemos, corremos el riesgo de "atontar" su sensación de saciedad y provocar que cada vez necesiten más alimento, sin que realmente lo necesiten: lo que conocemos como hacerles grande el estómago).
Por otro lado, el tipo de succión que imita al amamantamiento fortalece los músculos de la mandíbula que preparan al bebé tanto para la masticación como para el habla, y ayudan a que el conducto auditivo se forme de manera que haya menos riesgo de otitis. Fijaos si hay diferencia que se calcula que los bebés amamantados realizan un 10% más movimientos de succión que los no amamantados. Aunque un 10% puede parecer poco, son muchas las veces que van a comer cada día, cada semana y cada mes, y eso a la larga puede provocar una diferencia significativa.
3. Dale el biberón como si fuera el pecho
Como si fuera el pecho y le dedicaras tu atención, claro. Sobre todo en los primeros meses, mientras esté despierto, vale la pena que el momento de comer sea agradable para los dos, y por eso se recomienda que se le dé el biberón como si se le estuviera amamantando: hablando con el bebé, mirándole, sonriéndole y cambiándolo de brazo cuando haga una paradita (aunque puede costar dar el biberón con la otra mano, parece que de este modo se estimula el otro hemisferio cerebral del bebé).
4. Que sea, sobre todo, mamá
Los bebés nacen muy vinculados con mamá, así que lo ideal es que sea ella, sobre todo, la que se encargue de dar los biberones, como sucede con la lactancia materna (solo mamá puede dar el pecho). Así se consigue proseguir con esos lazos entre madre y bebé, el vínculo, y el cariño recíproco entre los dos.
Si en algún momento va mejor que se lo dé el padre (por la razón que sea), tampoco pasa nada; pero lo ideal es que no sea un divertimento (ahora papá, ahora la abuela, ahora el primo, ahora el tío...), sino un momento de conexión con el bebé, de cariño y de hacerle sentir confiado y seguro. Vamos, que no haya mucha gente alimentando al bebé para que la relación de confianza se establezca sobre todo con mamá, y en su defecto, con papá.
5. Prueba con diferentes marcas de leche
Si tu bebé es de los que toman leche artificial sin muchos problemas (no tuviste que ir cambiando de leche hasta que diste con la que le iba bien), se recomienda que cada vez que compres un bote, te hagas con uno de una marca diferente. Así probará otros sabores y, como con la lactancia, tendrá más diversidad en el paladar como preparación para el momento en que empiece a probar nuevos sabores (así lo indican, al menos, los expertos que han elaborado las nuevas guías de alimentación de la Generalitat de Catalunya).
Si en cambio, como digo, costó un poco dar con la leche que le sienta bien, mejor no hacer muchos inventos, pues podrían volver los síntomas (hay niños que tienen estreñimiento con algunas marcas de leche, o que hacen la caca demasiado líquida, o que le provocan muchos gases, etc.).
Fotos | iStock
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