El cuerpo de la futura mamá sufre distintos cambios durante el embarazo y particularmente los pechos. Éstos son motivo de atención, ya que de ellos depende la alimentación del futuro bebé.
Muchas mamás tienen temores por la forma de su pezón, pues consideran erróneamente que este es el punto donde el niño se adhiere al pecho materno. Con una lactancia correcta y adecuada, no hay porque temer la forma del pezón, ya que el niño abarca con su boca toda la areola (el círculo que rodea al pezón).
Por otra parte, los depósitos que contienen la leche, se encuentran detrás de este área de la piel que el bebé deberá exprimir con la lengua formando una especie de cuenco. El pezón se sitúa en el fondo de la boca, donde se localiza el paladar blando, por eso no hay que darle importancia a la forma del pezón. Determinar que por la forma de un pezón no se podrá amamantar adecuadamente es un idea que hay que desterrar, lo que si es importante es dar al bebé correctamente el pecho.
Un pezón dispone de una media de 20 oberturas por donde la leche sale, aunque varíe de forma o tamaño, la función y la finalidad es la misma. La succión del niño estimula las terminaciones nerviosas del pezón ayudando a que éste se endurezca y se puedan vaciar más cómodamente los depósitos de leche que se encuentran detrás de la aureola.
Es importante informarse y adquirir los adecuados conocimientos para no dejarse influenciar por los dichos populares, de esta manera los miedos y preocupaciones desaparecerán.
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