Aunque tu lactancia vaya como la seda, es más que probable que en algún momento alguien te haya preguntado hasta cuándo la vas a mantener. Si además se presentan problemas, por ejemplo mastitis de repetición, o no digamos ya si la lactancia empieza a ser prolongada (algo que para algunos sucede bastante pronto), casi cualquiera se atreverá a preguntarte por qué sigues dando el pecho a pesar de las dificultades, con lo fácil que sería dejarlo, con la de alternativas que existen, con lo fácil que es dar un biberón, etcétera etcétera.
Lo cierto es que cuando das el pecho y lo das con gusto, existen muchas razones para seguir amamantando y superar las complicaciones. Cada cual tendrá las suyas, os cuento cuáles son las mías.
Las dificultades son relativas
Las relaciones personales, las situaciones vitales por las que vamos pasando, casi nunca son perfectas. Esperar que la lactancia materna sea todo de color de rosa es poco realista. Es como creer que el amor tiene que ser como en las películas de Hollywood. Hay que aprender a valorar las dificultades como lo que son, dificultades que casi siempre tienen solución.
Incluso en una lactancia que funciona muy bien puede surgir en un momento dado alguna dificultad. Por ejemplo, una obstrucción, una perla de leche, una huelga de lactancia, el niño que está con la boca y le da por morder el pezón, un viaje que debemos hacer sin el niño y debemos sacarnos leche o que de pronto el niño coja la costumbre de manipularnos la cara mientras mama, como en la foto de este artículo. Son situaciones molestas, a veces dolorosas, pero casi siempre superables en un breve espacio de tiempo. ¿Vamos a tirar por la borda algo que nos satisface a ambos por una circunstancia que en unos pocos días habrá pasado?
Poner los pros y los contras en una balanza
Al igual que no me separo de mi marido por una riña ni dimito como madre el día que mi hijo mayor se porta fatal o cuando el pequeño se despierta diez veces en una noche, tampoco dejo la lactancia cuando se presentan dificultades. Pongo todo en una balanza y me compensa continuar porque aún después de año y medio me sigue resultando muy agradable y no quiero que termine. Si algún día no fuera así, quizá pensaría en un destete paulatino y respetuoso, pero mientras tanto mi balanza se sigue inclinando por el lado de los pros.
La única alternativa a la lactancia es la no-lactancia
A las mujeres nos han contado y nos siguen contando muchas mentiras y una de ellas es que existen muchas alternativas a la lactancia materna. Como mamá que ha dado biberón casi en exclusiva a su primer hijo y lactancia materna al segundo puedo decir que la única alternativa que existe a la lactancia materna es la no-lactancia.
Si el bebé es pequeño y no mama, tomará biberones, y eso no es una alternativa, es un medio de alimentación que tiene el mismo fin pero características muy distintas al amamantamiento, que va mucho más allá de la pura nutrición. Alternativa real sería poder ofrecer algo de las mismas características para ambos, que no es el caso. Y si el bebé es grande, la alternativa es que tome lácteos, leche de vaca, en fin, lo que cada familia considere, pero ahí ya ni si quiera estamos hablando de lactancia artificial sino del cese de todo tipo de lactancia.
Que esto encaje peor o mejor en cada familia es una cuestión muy personal. A mi me encaja muy bien seguir con la lactancia y las demás opciones, conociéndolas como las he conocido, no me convencen.
Un alimento saludable, barato y siempre disponible
Mi hijo pequeño come poco y mal. Mientras mantengamos la lactancia estoy tranquila de que toma un alimento completo y saludable, absolutamente gratuito y que además siempre está en su punto.
Si a esto le sumamos los virus que constantemente trae su hermano del colegio y el llevar año y medio comprobando como mientras los demás caemos sin compasión ninguna, él es el que se mantiene más sano de todos, para mi es otra razón para continuar.
Nos encanta a los dos
Es la razón más obvia pero no menos importante: los dos estamos contentos. Como todas las relaciones personales, resultan sanas cuando ambas partes se unen voluntariamente y con gusto. Por parte de mi bebé queda claro sus ganas de continuar y por mi parte más aún, ni siquiera sé cómo ha podido pasar ya tanto tiempo desde que empezamos, se me ha hecho cortísimo.
Si no estuviera contenta, si estuviera cansada, si lo sintiera como un sacrificio, no seguiría amamantando ni pensaría en mantener la lactancia hasta el destete natural.
Porque hemos perdido la cultura de la lactancia
Las mamás de hoy tenemos muy pocos referentes culturales en cuanto a lactancia materna se refiere. Se amamanta poco, se amamanta a escondidas y amamantar a niños mayores de seis meses es rara avis. Y es una pena porque aunque la lactancia tiene mucho de natural también tiene mucho de cultura, de comadres, de transmisión de sabiduría de madres a hijas. Antes de dar a luz a mi primer hijo tenía muy claro cómo se preparaba un biberón pero no tenía ni idea de cómo se daba el pecho ni había visto a nadie darlo.
Cuando no hay referentes ni nadie que te ayude, es mucho más difícil. Cuando te critican, no te apoyan, te insisten con informaciones erróneas, es mucho más difícil. Si yo continúo, si otras mamás continuamos, si lo tratamos con naturalidad, iremos creando una nueva cultura de la lactancia materna y las mamás que vengan detrás habrán visto dar el pecho y sabrán a quién preguntar si tienen dudas.
¿Hasta cuándo entonces?
Yo voy a continuar hasta el destete natural. ¿Hasta cuándo vas a continuar tú? ¿Cuáles son tus razones?
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