Según un estudio que ha sido publicado por el Programa Alimentario Mundial (órgano de la ONU), el hambre reduce la capacidad de aprendizaje en los niños. Aquel refrán que indicaba que el hambre agudizaba el ingenio, podría estar equivocado.
Según se indica en el estudio, el hambre puede suponer un retraso en el desarrollo mental haciéndose irrecuperable. Los resultados son un menor coeficiente intelectual y capacidad de aprendizaje, aspecto tan importante en los niños a determinadas edades. En los países donde el hambre está presente, el coeficiente intelectual llega a ser hasta 15 puntos inferior a la media de la población mundial.
Desde el embarazo hasta que pasa la primera infancia es necesario que el pequeño tenga una adecuada alimentación que garantice tanto su desarrollo físico como el intelectual, son estas las etapas que determinarán el desarrollo intelectual del niño. Son muchos los problemas que azotan a los niños de estos países, al déficit alimentario además podemos sumar otro hecho que predispone el bajo intelecto, la obligación impuesta por los padres para que el niño trabaje y por tanto no acuda a la escuela para aprender. Aunque en el informe también se desprende que aún acudiendo a la escuela, la falta de concentración es notoria y ésta, es causada por el hambre.
Como vemos, el problema del hambre acarrea muchas consecuencias, poner solución a este problema cambiaría muchas cosas, tanto a nivel social, económico, etc.
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