Lo que dice la psicología sobre tener un mejor amigo siendo adulto

Lo que dice la psicología sobre tener un mejor amigo siendo adulto
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En la infancia, el concepto de "mejor amigo" es casi un título oficial. Es el compañero con el que compartimos meriendas, secretos y tardes de juegos. Pero cuando llegamos a la adultez, la cosa cambia.

La vida se llena de responsabilidades, los horarios no cuadran y la idea de un "mejor amigo" parece diluirse en una red de conocidos, compañeros de trabajo y amigos de distintas épocas. Sin embargo, la psicología revela que tener un mejor amigo en la adultez no solo es posible, sino que puede ser una de las claves para la felicidad y la salud mental.

De hecho, hablamos en su momento sobre la intensa relación entre felicidad y amistad, dando eco a la conclusión del estudio más largo y antiguo de la historia sobre la felicidad, que fue que las relaciones personales nos mantienen más felices y saludables a lo largo de nuestra vida.

El valor del mejor amigo en la adultez: ese plus en la amistad

En general, las amistades adultas suelen priorizar la calidad sobre la cantidad. No se trata de vernos a diario, sino de sentir que hay alguien que nos entiende, nos apoya, y con el que podemos contar.

Y en un mejor amigo encontramos un 'plus'; escogemos a esa persona porque 'nos aporta algo más' que un 'simple amigo', y porque, en cierta forma, lo diferenciamos del resto. Aunque quizás esto sea más 'típico de la infancia', en la adultez también se puede tener un mejor amigo, aunque no lo prediquemos tanto como cuando somos niños y lo decimos a pleno pulmón y llenos de orgullo.

Así, tener un mejor amigo en esta etapa significa, además de tener con quién compartir risas y confidencias, contar con una especie de 'espejo emocional'. Esa persona que nos conoce lo suficiente como para recordarnos quiénes somos cuando nos sentimos perdidos.

¿Qué dice de mí tener un mejor amigo?

En realidad, tener un mejor amigo dice mucho sobre ti, más de lo que imaginas. Significa que eres capaz de construir vínculos profundos, que valoras la confianza y la lealtad, y que no temes la intimidad emocional. Refleja que eres alguien que inspira seguridad, que sabe escuchar y que ha cultivado una conexión basada en la autenticidad y el respeto.

También muestra que tienes la inteligencia emocional para sostener una relación significativa, que puedes dar y recibir apoyo sin miedo. En el fondo, dice que no estás solo en el mundo, porque has elegido -y te han elegido- para compartirlo.

¿Por qué es más difícil encontrar un mejor amigo en la adultez?

La vida adulta trae consigo un gran enemigo de la amistad: la falta de tiempo. Entre el trabajo, la pareja, la familia y las responsabilidades diarias, hacer nuevos amigos o profundizar en los existentes puede complicarse muchas veces.

Además, la adultez nos hace más exigentes. La amistad evoluciona con los años. De niños y adolescentes, la amistad surge de compartir un espacio (el aula, el parque, los extraescolares...). De adultos, buscamos valores comunes, reciprocidad emocional y un nivel de confianza que no se da con cualquiera. Por eso, cuando encontramos a alguien que encaja, el vínculo puede ser aún más fuerte que en la juventud.

Sin embargo, en algunos casos también ocurre que el mejor amigo de la infancia se mantiene hasta la adultez y esa es una relación de amistad preciosa que trasciende los años.

Tres pilares en los que se puede basar la relación con un 'mejor amigo'

Aunque cada persona decidirá su criterio a la hora de establecer cuándo un amigo pasa a ser 'el mejor', está claro que tener un mejor amigo no tiene por qué significar sí o sí hablar todos los días, ni compartir cada aspecto de la vida. Se trata más bien de una conexión especial que puede basarse en tres pilares:

  1. Confianza sin reservas: No hay miedo al juicio. Sabes que puedes contarle algo vulnerable sin que eso cambie la relación.
  2. Tiempo que no pesa: No importa si habéis pasado semanas sin veros; cuando lo hacéis, la conversación fluye como si no hubiera habido pausa.
  3. Presencia en los momentos importantes: No solo está en las celebraciones, sino también en los momentos oscuros.

Un ejemplo claro es ese amigo con el que puedes quedarte en silencio sin sentir incomodidad, o el que sabe exactamente qué decir cuando todo se derrumba.

Así impacta en tu salud y bienestar tener amigos verdaderos

La neurociencia ha demostrado que la amistad tiene un impacto directo en el cerebro. En relación a ello, una investigación de la Universidad de Michigan encontró que el 20% de las personas de 50 años o más con deterioro cognitivo carece de vínculos estrechos, lo que afecta su capacidad para enfrentar problemas emocionales y físicos.

Además, tener un mejor amigo reduce la producción de cortisol (la hormona del estrés), aumenta la serotonina (la hormona de la felicidad) y hasta mejora la respuesta del sistema inmunológico. En otras palabras, una buena amistad es un antídoto natural contra el estrés, la ansiedad y la soledad.

Cómo cultivar y mantener un mejor amigo en la adultez

La amistad adulta no se mantiene sola; hay que cuidarla. Aquí van algunas claves:

  • Haz un esfuerzo consciente: No esperes a que el tiempo se acomode por sí solo. Escribe, llama, propón planes.
  • Cuida la reciprocidad: No todo se trata de hablar de tus problemas o esperar apoyo. Interésate genuinamente por la vida del otro.
  • Acepta la realidad cambiante: La amistad no es estática. A veces se transforma, y eso no significa que se pierda, sino que evoluciona.

Foto | Portada (Freepik)

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