Los tiempos cambian, y lo que hace décadas se convertía en un rumor (a veces gritado a voces) hoy en día se puede comprobar gracias a unas pruebas de ADN. También para mucha gente el modo de vida y de relacionarnos es diferente, y probablemente hoy haya más hijos de padres desconocidos (o dudosos) que antes.
Además, el eco provocado en el mundillo rosa, amarillo y en definitiva de los medios de comunicación por personajes famosos que se han hecho las pruebas de paternidad (con más o menos culebrón de fondo) también ha contribuido a que este tipo de pruebas se popularicen.
Resultado: los pedidos de análisis de ADN por dudas sobre la paternidad se han multiplicado en los últimos años, según distintos institutos que realizan estudios genéticos. La mayoría de padres (o supuestos padres) y madres lo solicitan durante el embarazo, aunque también hay quienes lo hacen inmediatamente tras el parto y en menor medida a lo largo del primer año de vida del bebé.
En la última década el número de pruebas de paternidad realizadas se ha multiplicado por 40. Sobre el total de análisis genéticos practicados, este tipo de análisis representan el 10%.
Como ejemplo, los datos de la Sociedad Argentina de Genética Forense, donde hay 18 laboratorios habilitados para las pruebas de paternidad, de los cuales diez realizan el estudio prenatal. Hace una década hacían cinco estudios prenatales al año. Hoy, más de 200, con hasta tres consultas diarias.
Según cifras del centro de estudios genéticos de la Fundación Favaloro, hoy la estadística indica que de cada diez niños que nacen hay uno o dos que no son hijos biológicos de sus padres legales.
Existen dos tipos de estudios que se utilizan para realizar la prueba de paternidad prenatal. El primero es el de vellosidades coriales, que implica una punción entre las semanas 12 y 13 del embarazo. El otro estudio se hace tomando una muestra de líquido amniótico, a partir de la semana 16. Para todos los casos, se requiere que se presente la madre y el supuesto padre.
Estas pruebas no están exentas de riesgos para el feto, que rondan el 0’5%: uno de cada 200 embarazos sometidos a esta prueba se pierde.
Como alternativa segura está el test de paternidad después del nacimiento, que se realiza mediante un hisopado bucal y hay que hacerles muestras a la madre, al padre y al bebe. Existen kits para tomar las muestras en casa, pero los laboratorios no los recomiendan, ya que en ese caso, el estudio pierde la validez de prueba legal.
El caso es que en la actualidad muchos más padres y madres se preguntan de quién es el hijo y recurren a las pruebas de paternidad, con múltiples combinaciones de situaciones: es el padre el que tiene dudas y desea saberlo, o puede ser requerido a ello en su contra, es la madre la que no está segura de quién es el padre…
Aunque al final la duda sólo recaiga sobre la identidad del padre, ya lo dice el saber popular: madre solo hay una. Un momento, ya hay niños con dos mamás… Entonces, ¿embarazo solo hay uno? Pues sí, incluso aunque el óvulo no sea de la embarazada…
Vía | Infobae
Foto | Grégory Tonon en Flickr-CC
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