Mi hija de dos años ha dicho adiós al chupete. Digo que ha sido inesperado porque, tal vez estamos acostumbrados a esperar repetir esquemas con los hijos, y pensábamos que iba a ser más complicado que con la mayor. Pero ha sido un adiós voluntario e inesperado al chupete.
Después de haber estropeado varios de sus chupetes con los dientes, tuvimos que echar mano de los de su hermana que aún guardábamos. Le intentábamos convencer de que no los rompiera, porque se iban a la basura. Uno tras otro, los "pupos" han acabado tirados, hasta que ha sido ella misma la que no ha querido dormir más con chupete.
Por un lado, resulta todo un alivio ver que no tenemos que preocuparnos de cómo "quitárselo". Y sobre todo que no ha sido nada traumático para ella, como pensaba que sucedería cuando, al principio, no quería ver el chupete ni en pintura porque el dedo estaba mucho más rico...
Ella misma ha decidido que "el pupo roto no" (el último ya estaba en proceso de romperse también), y de un día para otro, lo dejó de lado. Al principio me pareció que le costaba un poco más dormirse, pero ya no estoy segura de que fuera cuestión del chupete, porque sigue levántandose unas cuantas veces (y esa es otra historia) antes de dormirse, y también lo hacía antes, desde que duerme en su cama y no tiene "barreras".
Es cierto que ella sólo los ha empleado para dormir en la cuna (en el coche o en el carrito por ejemplo no lo necesitaba) y no estaba tan "enganchada" como la hermana, que lo necesitaba mucho más, y en cualquier momento del día. Pero aún así me ha sorprendido este adiós inesperado al chupete. Y, qué queréis que os diga, será una tontería, pero también me da cierta nostalgia porque veo cuánto han crecido mis niñas...
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