Hay un dicho sobre los niños que dice que “los niños nacen sabiendo latín”. Yo creo que más que saberlo, lo chapurrean, los pobres, y somos nosotros, los adultos, los que les enseñamos a declinar y a dominarlo.
Hace unos días, haciendo cola para subir a un columpio, una niña de unos cinco años corrió al quedar vacío (cuando ya nos tocaba subir) y nos dijo: “me subo yo, que tengo prisa”.
¿Mande? Me dije a mí mismo estupefacto. Evidentemente no le hicimos caso, prisa y columpios no son dos palabras que puedan combinarse en una frase, así que le dijimos que no, y ayudamos a nuestro hijo a subirse. Al ver que su excusa no surtió el efecto deseado trató de convencernos hurgando en el terreno más débil de los padres que se preocupan por los hijos: la meteorología.
“Uy, mira qué cielo, parece que viene tormenta”. De estupefacto pasé a patitieso. Preocupándose por el devenir de la salud de nuestros hijos nos quiso avisar, amablemente, de que se avecinaba tormenta, o sea, frío y agua y catarrazo seguro (por supuesto no había tormenta alguna al acecho).
Mis dos conclusiones
De este momento tan cómico y casi irreal saqué dos conclusiones:
- Las niñas son pícaras, muy pícaras: y los niños no tanto. Ellas son capaces de tomar el mando de la situación y de hacer uso de su inteligencia para girarla a su conveniencia. Donde una niña dice “me subo, que tengo prisa” o “viene tormenta” un niño dice “me quiero subir al columpio”.
- Los niños aprenden de lo que hacemos con ellos: que una niña de cinco años tenga estas armas no es casualidad. Dudo mucho que haya nacido con ellas y estoy casi seguro de que las ha aprendido de boca de otros. Imagino que los padres de esta niña deben dar bastantes rodeos y deben utilizar las mil y una estrategias para acabar consiguiendo que haga lo que quieren que haga. La prisa y el mal tiempo es un ejemplo: “vamos hija, que tenemos prisa”, “vamos hija, que se acerca tormenta”.
En cualquier caso fue una escena divertida y diferente que hizo que nos diéramos cuenta de que debemos tener cuidado e ir de frente con los hijos. Demasiada manipulación se puede volver en nuestra contra.
Foto | Flickr (AmandaLouise)