Mi reciente paso por el hospital para dar a luz a mi segunda hija me ha hecho reflexionar sobre los distintos tipos de familia que se dan cita en este espacio para dar la bienvenida al recién llegado al mundo.
Teniendo en cuenta que, como hace tiempo me dijo una enfermera, se trata de la planta en la que más caben las alegrías, lo cierto es que hay formas y formas de manifestarlas y de vivirlas. He podido observar estos tipos de familias: las discretas, las invisibles y las escandalosas o excesivamente efusivas.
Seguramente existan otros tipos de vivir el nacimiento de un bebé, pero aquí van estas tipologías con las que me he encontrado.
Las familias discretas
Son aquellas familias que viven la paternidad con cierta discreción y reserva, probablemente conscientes de que en la misma planta hay situaciones diversas de recuperación, de cansancio y de estados de ánimo. Se reconocen por las visitas contadas y silenciosas, por algunos ramos de flores en la puerta y, en definitiva, por la discreción y el respeto hacia los demás papás, mamás, bebés y familiares que ocupan la misma planta.
Las visitas no llegan al hospital hasta que han pasado unas horas e incluso un día desde el nacimiento, respetando de ese modo el necesario contacto e intimidad entre padres y bebé estos primeros momentos.
Las familias invisibles
Son aquellas que sólo descubres cuando les dan el alta o te cruzas por el pasillo a la madre o al padre con el bebé cuando van a darle un baño. Han vivido la paternidad con absoluta discreción y en la intimidad. La alegría no tiene por qué estar reñida con la tranquilidad, la soledad y el reposo.
Las familias excesivamente efusivas
Aquí me encuentro con la tipología que me ha molestado. Suelen ser padres primerizos y jóvenes con un gran grupo de familiares y amigos que van a recibir al recién nacido en un goteo continuo y acumulativo. Del mismo modo que se acumulan personas y llamadas por el móvil a grito pelado en el pasillo a través de las que nos enteramos de cómo ha sido el parto con todo detalle en varias ocasiones, parece haber un concurso de acumulación de ramos de flores en la puerta.
No presentan ningún respeto por los vecinos de planta o de habitación en cuanto a silencio, tranquilidad y privacidad. Ni qué decir tiene que, a mi parecer, tampoco respetan a la madre (ojalá esté lo suficientemente bien para aguantar todo esto) ni al bebé. Llegan al hospital acompañando a la futura madre antes de que dé a luz, y allí están a su salida. Entre tanto, las llamadas a otros familiares y amigos empiezan a producirse: “Voy a ser abuela”, “Es una cesárea programada”, “Lo están grabando en vídeo”, “Avisa a Perico y a Menganito”...
Vamos, que nos enteramos de todos los detalles antes y después del parto, cuánto ha pesado el bebé, a quién se parece o los puntos que le han dado a la mamá, y me dejan una sensación de frivolidad impresionante, aparte de un deseo de silencio que a pesar de hacérselo llegar no obtiene respuesta positiva.
En fin, nosotros seguiremos siendo discretos… ¿Conocéis más tipos de familias que se dan cita en la planta de maternidad del hospital?
En Bebés y más | La necesidad de intimidad en el postparto