De unos años a esta parte hemos visto crecer las aulas prefabricadas o barracones escolares como setas en otoño, personalmente conocimos primero las guarderías que se creaban para poder atender la gran demanda de plazas, iban a ser temporales, pero después de cinco años siguen ahí.
Pero los barracones no sólo son ocupados por pequeños de preescolar, también hay aulas prefabricadas para todos los cursos de enseñanza obligatoria y realmente es una pena, pues ni desde fuera ni desde dentro se puede comparar con una escuela tradicional. Este tipo de instalaciones se convierte también en cualquier otro servicio que se pueda encontrar en un colegio, laboratorios, bibliotecas, comedores, etc.
Son miles las denuncias que se tramitan por lo insalubres que son los barracones, no hay espacio, tienen una entrada complicada y a veces peligrosa, los baños son problemáticos y el aislamiento térmico tampoco es el adecuado. Según los datos de la Conselleria de Educación, el tiempo de uso de este tipo de instalaciones no debe superar los dos cursos, pero ya se sabe que si se retrasan las construcciones de los centros escolares permanentes, su uso se prolongará, y así están muchos.
Los responsables educativos todavía no son capaces de prever la situación actual, en la que la natalidad ha aumentado gracias a la inmigración, se vanaglorian de algunos logros, pero por otro lado denotan una falta de organización y previsión que como siempre, pagan los usuarios, y en este caso los niños.
Es muy posible que alguien que esté leyendo esto piense que nos equivocamos, que los barracones son perfectamente habitables, con ventilación, con calefacción… que es un lugar para estudiar como cualquier otro, pero dándose una vuelta por la cantidad de noticias que hablan al respecto, se darán cuenta de que no hay felicitaciones de los usuarios, todo son quejas, como hemos escuchado en las puertas de los nuevos barracones que han puesto en nuestra localidad, "¿qué clase de personas deciden que los niños estudien así?".