Vivimos en una sociedad consumista muy dada a adoptar tradiciones ajenas y novedades, aún sin reflexionar sobre ello. Si, hablo de Halloween y si, ¡ya sé que es divertido!, pero ¿por qué no convertirla en una fiesta dotada de un componente interesante que permita aprender cosas nuevas a los niños?
Al fin y al cabo, el significado último es un acercamiento a las personas queridas que hay fallecido, tal y como ocurría (antes de llegar a España esta moda) con la celebración de Todos los Santos. Solo que antes era un día calmado que invitaba al recogimiento y a las comidas familiares, y ahora se transforma en ‘masas’ de personas circulando por las calles que llenan sus cestas de golosinas y compiten (aún sin ser conscientes) por tener el mejor disfraz.
Nosotros lo vamos a celebrar, sin embargo yo introduzco elementos que permiten a los niños participantes conocer un poco mejor los orígenes de la festividad. Y sobre todo tengo muy en cuenta que en Halloween se pueden producir excesos alimenticios que deberemos prevenir. Las golosinas tienen un alto contenido en azúcar y diferentes aditivos (colorantes, apelmazantes, saborizantes,…) que ingeridos en exceso producirán dolor de estómago por irritación de la mucosa. No es del todo infrecuente encontrarnos con episodios de vómitos o diarrea en niños, después de haber abusado de las ‘chuches’.
Al menor síntoma de que un peque se encuentra mal, se recomienda interrumpir de inmediato el consumo de golosinas y proporcionarle pequeños sorbos de agua, evitando que en las horas posteriores ingiera fritos, alimentos con aditivos o demasiado grasos. Si, además vomita o al día siguiente observamos diarrea, nos aseguraremos de que su cuerpo se rehidrate para prevenir la pérdida de líquido y sales minerales: agua, infusiones, zumos naturales e incluso algún suero específico comprado en la farmacia, nos pueden servir a la perfección.
Pero sin duda, antes de llegar a ese extremo, vale la pena educarles en la moderación
Algunos consejos adicionales:
- Cuando regresamos a casa cargados de provisiones, los padres nos ocuparemos de guardar las golosinas que hayan sobrado, para poder dosificarlas en el futuro, o desecharlas. Hay papás y mamás que me dicen ¡como lo prohibido es lo que más desean mis hijos, no escondo las chucherías para no generar ansia, y que ellos mismos se sepan administrar!
Bueno, yo al respecto tengo algunas objeciones: la primera de ellas es que las chucherías están fabricadas con ingredientes que invitan a su consumo, y no todo el mundo sabe parar a tiempo; segunda, en mi casa los niños no pueden decidir sobre la nutrición. Y por último las golosinas dulces aumentan el riesgo de caries, y esto en nuestro caso no interesa, puesto que tengo un hijo que a pesar de la moderación y de la higiene, tiene varias caries en sus molares.
Evitemos a toda costa las golosinas cuyo origen o composición desconozcamos, para evitar ingerir aquellas que puedan estar adulteradas. Tenemos dos opciones (una de ellas más segura que la otra): compramos a granel en un establecimiento de confianza, o nos proveemos de un surtido envasado, para poder comprobar registro sanitario, ingredientes y fecha de caducidad.
Es mejor llegar a un acuerdo previo sobre la cantidad de dulces que deben comer (indicándoles cuáles son las posibles consecuencias de los excesos), que prohibir su consumo.
Antes de salir disfrazados de ‘draculaura’, demonio, bruja, zombie, o monstruo no identificado, mejor les damos merienda en casa, para reducir las ganas de comer caramelos blandos y regaliz industrial.
¿Nos valen los dulces naturales?
¿Por qué no poner en nuestras cestas y bolsas paquetes de castañas recién asadas, mandarinas decoradas con un lazo o panellets hechos en casa? Al regalarlos aportaremos una visión diferente a los receptores, y si nuestros hijos tienen hambre por el camino, podemos darles.
Que nadie me venga con la excusa de que los niños no están acostumbrados a estos postres porque son menos dulces que las gelatinas y piruletas. La responsabilidad de que conozcan las alternativas más naturales es nuestra, y si ahora no las aceptan fácilmente, debemos empezar a introducirlas en su dieta.
Los excesos ¿son solo ‘comer de más’?
Claro que no, ¿acaso no debemos respetar a aquellos que no desean ser molestados con un timbrazo en su puerta? ¿tenemos derecho a dejar las calles llenas de envoltorios?
Para que Halloween sea divertido, deberemos tener consideración hacia aquellas personas que se mantienen ajenas y pensaremos en los demás antes de tirar un petardo, elevar la voz excesivamente o ensuciar nuestro entorno.
Pasadlo bien y pensad que la moderación es una buena aliada en todas las celebraciones.
Imágenes | Quiltsalad, tawest64 y edenpictures en Flickr En Peques y Más | Halloween se acerca ¿por qué no hacemos una fiesta en casa?, Una golosina fabricada en China provoca una alerta en nuestro país por su posible toxicidad,