El Cluedo fue mi juego de mesa preferido durante algunas tardes de verano cuando tenía 12 años: los días eran largos, y además de aventuras en libertad, baños en la piscina y rutas en bicicleta, debíamos hacer algo con el tiempo que sobraba.
Así por las noches nos contábamos historias de miedo y jugábamos al escondite, y después de comer, sacábamos tableros de juego desgastados por el uso y nos entregábamos a la diversión. En un grupo de 10 niños, éramos tres los aficionados al Cluedo, y aunque es mucho más entretenido cuando son seis los jugadores, puedo asegurar que lo pasábamos genial. Curiosamente, conforme mi hijo va creciendo le gustan los libros de terror, contar historias de miedo y ¡el Cluedo!, igual que a su madre. Lo pidió para Reyes, y le trajeron una versión moderna que no recuerda en apariencia a aquel clásico de nuestra infancia, pero cuyo contenido resulta igual de apasionante.
¿Sabéis en qué consiste este juego?, todo empieza cuando un señor millonario invita a seis personas a su mansión, y una de ellas lo asesina… los jugadores deben reunir pistas y ser muy perspicaces para descubrir quién ha sido el autor, en qué habitación de la casa se ha cometido el crimen, y qué arma ha utilizado.
Un clásico para disfrutar con los amigos o familia, pueden participar entre tres y seis jugadores. Cuando se llega a ser experimentado, el Cluedo puede resultar aburrido, pero todos los niños que tengan en su interior un detective, lo pueden pasar en grande al sacar el tablero, las tarjetas, las piezas y los dados
¿Por qué creo que el Cluedo beneficia a los niños en su desarrollo?
Ayuda a tomar decisiones y a pensar en soluciones para situaciones complicadas, desarrolla la iniciativa porque los jugadores deben enunciar rumores (y más adelante acusaciones).
Sobre todo es una actividad muy buena para fomentar las relaciones grupales, y para aprender que se puede confiar en los compañeros, a la vez que se intenta ganar, pero lo importante es la emoción del proceso.
Y vuestros hijos, ¿juegan al Cluedo?
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