En verano los niños se pasan las horas en el agua, de la piscina o de la playa y así al final del día los peques pueden quejarse de que les duele el oído. En muchos casos puede tratarse de una otitis externa, es decir, una infección con inflamación del conducto auditivo externo provocado por bacterias u hongos que se acumulan por un exceso de humedad en el oído. Este tipo de enfermedad es más frecuente en verano y se le suele llamar otitis de piscina.
Y es que, con el calor y la humedad, se facilita que las bacterias puedan crecer sin control afectando a la flora natural de la piel que se encuentra en el conducto auditivo. Los efectos son inmediatos: dolor intenso en el oído al masticar, sensación de tenerlo lleno de líquido, picor, supuración y/o fiebre. Así que es fundamental recibir un diagnóstico profesional y aplicar el tratamiento más adecuado.
Aunque las medicinas, típicamente unas gotas, atacan a las bacterias podemos intentar aliviar el dolor del peque en el oído. Así por ejemplo, una toalla caliente sobre la oreja del niño o la toma de paracetamol o ibuprofeno ayudarán a bajar la inflamación y la fiebre si hubiera.
Para prevenir la aparición de la otitis es muy importante la higiene en el oído, así que es fundamental mantenerlo seco, limpio. Después de un buen baño es importante limpiar, secar y observar que el oído no facilite la aparición de las bacterias.
Como siempre comentamos el diagnóstico médico es fundamental. En este caso se realiza mediante la exploración del interior del oído con un otoscopio. Además el profesional también examinará las vías respiratorias, la garganta y valorará todos los síntomas que el peque pudiera tener aplicándole el tratamiento más apropiado. Y por supuesto, nada de bastoncillos, ni de medicación propia. Es fundamental acudir al especialista aunque estemos en cualquier destino de vacaciones.
En Peques y Más | Otitis: definición, síntomas y tratamiento Imagen | Jennifer Gensch