Todas las mujeres (y los hombres) llevamos una “mochila” cargada con las vivencias que durante nuestra infancia nos han marcado. Para bien y para mal la relación con nuestros padres condiciona nuestro estilo de crianza, incluso si nos ha hecho cambiar la idea de maternidad / paternidad que teníamos antes de que nacieran nuestros hijos.
Es loable que no queramos repetir los errores que nuestros padres cometieron con nosotros, pero también podemos reproducir todas aquellas cosas que hicieron bien, que es lo mismo que ellos han intentado.
Yo muchas veces me “he permitido” cuestionar los métodos educativos que mi madre utilizaba conmigo y con mis hermanos, pero conozco sus experiencias de cuándo era pequeña y me doy cuenta de que – aunque todo es mejorable – ella se esforzó como yo lo hago en superarse día a día.
No estaríamos aquí sin las personas que llegaron antes… pero no sólo físicamente, también en el plano emocional. Por eso yo tengo algo esa madre que tuvo cuatro hijos (sin contar con asistencia médica en ninguno de los partos) y no contó más que con sus manos y su tesón para criarlos y sacarlos adelante; y también soy la otra que cada día vestía con ropa limpia y planchada a dos pequeños, a pesar de su humildad… y que en más de una ocasión tuvo que esconderse con ellos en un refugio anti aéreo. Me veo reflejada en la mamá que horneaba pan casero y se levantaba a las seis de la mañana para hacerme compañía mientras yo estudiaba los exámenes del Instituto.
Ellas y las que les antecedieron me han legado retazos de su maternidad, yo aprovecho las cosas positivas y rechazo lo que no me interesa.
Y ¿pensáis que eso es todo?, pues no porque también hay en mí un pedacito de otras mamás con las que he compartido vivencias y convivencias, meriendas y breves charlas al cruzarnos por las calles,… Todas ellas me han aportado muchísimo, a algunas las dejé atrás aunque pienso a menudo en ellas, y otras afortunadamente aún me acompañan.
Mamás con las que me he sentido totalmente identificada porque practican un estilo de crianza respetuosa, y otras imperfectas (aunque no tanto como yo) que luchan por ofrecer lo mejor de sí mismas cada día a sus hijos, y eso independientemente de las circunstancias.
Pero por encima de todo soy la madre que he decidido ser, porque creo que cada uno debe perseguir sus anhelos, y cuando nació mi primer hijo la vida se me volvió del revés y las prioridades cambiaron sin haberlo planeado. No imagino la vida sin mis niños, porque con nadie he aprendido más que con ellos, y porque me han dado lo que ninguna otra persona hizo.
Hoy es el día de la Madre, pero para mí cada día es el Día de los Niños… no hay nada mejor que verlos crecer, y sus sonrisas son capaces de borrar (o casi) el sueño y las preocupaciones acumulados.
¡Feliz Día a todas las Mamás! Y ¡feliz Día a todas las Familias!
Imagen | Vince Alongi en Flickr En Peques y Más | Yo me atreví a ser solo mamá, Día de la madre: ideas para regalar a mamá