Hace algo más de una semana en una de las playas de Castellón (Comunidad Valenciana), un niño de unos diez años de edad estuvo a punto de morir ahogado debido a que obvió las indicaciones de los socorristas en un día de ‘mar revuelta’. Tuvo la suerte de que un adulto se cruzó en su camino y no lo pensó dos veces al tirarse al agua para salvarlo, desgraciadamente el hombre fue arrojado contra las rocas por un golpe de mar y murió.
Los ahogamientos son un problema de salud pública en todo el mundo, de ahí la necesidad de que todos hagamos acopio de prudencia cuando se trata de exponernos al medio acuático. En general la edad es uno de los principales factores de riesgo, produciéndose estos desgraciados accidentes cuando se desatiende la supervisión de los niños bañándose.
Aunque más del 60 % de ahogamientos se producen en las regiones del Pacífico Occidental y Asia Sudoriental, las estadísticas por naciones demuestran que en cualquier caso esta causa de muerte está presente en cualquier país, y en niños de entre uno a 14 años.
Según la OMS las estrategias de prevención de ahogamientos deberían ser integrales e integrar la eliminación de peligros; legislación para hacer cumplir medidas preventivas y reducir la exposición; pedagogía para que la sociedad sea más consciente del riesgo y se sepa reaccionar ante un caso de ahogamiento; y por último la priorización de investigaciones e iniciativas de salud. Es importante señalar que, a escala mundial, el problema es mucho mayor de lo que parecen indicar las cifras. Y es que estas excluyen los casos debidos a inundaciones o percances en navegación o transporte acuático. Además en muchos países las estadísticas sobre casos no fatales son difíciles de conseguir o poco fiables.
Los menores de 5 años suelen presentar los mayores índices de mortalidad por ahogamiento en todo el mundo, con la única excepción del Canadá y Nueva Zelandia, donde la tasa más alta se da en los varones adultos
Otros factores que intervienen en los ahogamientos son:
Sexo, los varones, con un índice global de mortalidad que duplica el femenino, están especialmente expuestos al riesgo de ahogamiento. Ello se debe a una mayor exposición al agua y a prácticas más arriesgadas, como los baños en solitario, a veces tras consumir alcohol, o la navegación
Acceso al agua, tener mayor acceso al agua es otro factor de riesgo. Las personas que se dedican a la pesca, ya sea industrial o de subsistencia, tanto más si utilizan botes pequeños, como ocurre en los países de ingresos bajos, están más expuestas al ahogamiento. Los niños que viven cerca de puntos o cursos de agua al aire libre (acequias, estanques, canales de irrigación, piscinas…) corren especial peligro.
Otros, dejar a lactantes o niños muy pequeños solos en la bañera, barcos poco seguros y carentes de dispositivos flotantes, consumo de alcohol cerca o dentro del agua, ciertas enfermedades como la epilepsia, inundaciones y sucesos como los maremotos.
En qué debería consistir la prevención:
1.- Los métodos de ingeniería para eliminar la exposición a peligros acuáticos son la estrategia de prevención más eficaz. Se trata básicamente de drenar las acumulaciones innecesarias de agua o de modificar el medio físico para crear barreras frente a las masas de agua al aire libre.
Por ejemplo vallar el perímetro de charcas o piscinas para impedir el paso a las aguas estancadas; crear y mantener zonas acuáticas seguras para usos recreativos; cubrir pozos y cisternas abiertas o vaciar baldes y bañeras y mantenerlos boca abajo.
2.- La legislación también puede formar parte de las estrategias de prevención. Por ejemplo, la obligatoriedad de vallar el perímetro de charcas o piscinas puede reducir el riesgo de ahogamiento.
Sin embargo, en este terreno las leyes y reglas no bastan. En general, para lograr una reducción efectiva de los índices de ahogamiento también hay que velar por el debido cumplimiento de las reglas y verificar los sistemas de vallado.
Hay otras leyes y reglas que inciden en los factores de riesgo de ahogamiento, pero sobre cuya eficacia aún no hay datos lo bastante fehacientes, como las que exigen controles de seguridad periódicos de los barcos de transporte o las que regulan el consumo de alcohol al navegar o bañarse. Una buena medida de prevención, sin embargo, es la de dotar a las embarcaciones de flotadores individuales adecuados y bien adaptados
3.- Pedagogía individual y colectiva sobre el peligro de ahogamiento, factores de riesgo y técnicas de supervivencia en el agua. Esta es una estrategia prometedora, al igual que garantizar la presencia de socorristas en las zonas de baño.
4.- Otras estrategias (sobre las que faltan investigaciones), son los programas para aprender a nadar, supervisión de los niños en casa y fuera de ellas, creación de sistemas de guarda en comunidades rurales y educación de los niños para que no entren en zonas de fuerte corriente ni se bañen sin vigilancia de adultos.
No olvidemos nunca que el agua no es nuestro medio natural, y tampoco que pequeñas distracciones de solo unos segundos son suficientes para perder de vista a un niño en el mar. Cada uno escoge el sistema de vigilancia que más se ajusta a su situación y necesidades
Pero nunca deberíamos perder de vista a un niño cuando estamos cerca o dentro del agua, y deberíamos educarlos para evitar peligros como el agua del mar cuando hay bandera amarilla o roja, baños en ríos cuya corriente desconozcamos o sea demasiado fuerte (y mucho menos en solitario), o en lugares que acumulan agua como balsas (que pueden tener más fondo del que sospechamos, o estar llenas de plantas acuáticas en las que se nos podrían quedar inmovilizadas las extremidades).
Imagen | Paul Schultz en Flickr Fuente | OMS En Peques y Más | Decálogo de Seguridad Infantil en Piscinas para prevenir ahogamientos, Seguridad en el agua: playas, piscinas y otros lugares de baño