Hoy por hoy, la evidencia científica señala que el parto es un proceso fisiológico natural y que la atención médica innecesaria puede ser causante de bastantes más problemas de los que conocemos. El parto es un acto normal, la culminación de nuestra experiencia sexual reproductiva, y para ello el cuerpo de la madre y el hijo están preparados. Cualquier intervención rutinaria sin verdadera necesidad, incluida la pérdida de intimidad, es perjudicial.
La Organización Mundial de la Salud hace ya muchos años que determinaba que ciertas prácticas médicas eran perjudiciales o innecesarias. Sin embargo han seguido realizándose de forma rutinaria en los hospitales españoles. La mujer que no presente complicaciones debe tener su parto en intimidad, sin interrupciones y en un ambiente recogido y respetuoso. Debe poder moverse, recibir masajes, ser acompañada en todo momento por la persona elegida por ella y no ser objeto de atención por personal en prácticas si ella no lo desea. Tiene que poder alimentarse y beber, caminar, parir en la postura que decida y sobre todo no ser objeto de acciones protocolarias que no esté demostrado que son beneficiosas para su caso concreto. La aplicación de oxitocina sintética protocolaria para acelerar el parto normal, la rotura de membranas, el cardiograma fetal, la aplicación de enemas y rasurado, la negación de alimentos y bebida a la parturienta, la monitorización continua, el suero, la imposibilidad de moverse durante el trabajo del parto y la posición acostada para el expulsivo son todas cuestiones que hace ya mucho tiempo que debieron abandonarse en nuestros hospitales para las mujeres sanas en un parto sin complicaciones.
Estas prácticas, que no mejoran las tasas de morbilidad y mortalidad, se relacionan claramente con partos más dolorosos que hacen que la anestesia epidural, que no es inocua, se generalice como único tratamiento paliativo para el dolor.
Todo lo que he explicado ha provocado que las mujeres españolas sufriésemos tasas de cesáreas, partos instrumentales y episotomías que triplican los índices recomendados por la OMS, con el consiguiente sufrimiento y complicaciones para la salud materno-fetal.
Afortunadamente en Octubre del 2007 el Ministerio de Sanidad se hizo eco de un movimiento que, nacido de Asociaciones de usuarias y de profesionales, reclamaba que se cambiase el modelo de atención al parto. La Nueva Estrategia de Atención al Parto Normal es el primer paso para conseguir que las mujeres y los bebés vivamos el parto y el nacimiento sin violencia.
En Bebés y más | Libro "Un nacimiento sin violencia", de Frederick Leboyer