Según DISFAM, la dislexia es un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura, de carácter persistente y específico, que se da en niños que no presentan ningún hándicap físico, psíquico ni sociocultural y cuyo origen parece derivar de una alteración del neurodesarrollo.
Su incidencia entre la población escolar es de un cinco por ciento, siendo habitual encontrar un caso de dislexia por cada clase de 20-25 alumnos. Te explicamos en qué consiste este trastorno y por qué es tan importante el diagnóstico precoz.
Síntomas de dislexia en niños
Los padres suelen ser los primeros en percatarse de que algo sucede cuando advierten que su hijo presenta dificultades para distinguir y memorizar letras o grupos de letras. Sin embargo, en la mayoría de los casos suele ser el profesor quien da la voz de alarma.
Y es que este trastorno conlleva una serie de síntomas que tienden a hacerse más notables en el entorno escolar. Entre las señales que deben ponernos en alerta están:
- El niño carece de fluidez verbal y capacidad lingüística acorde a su edad.
- Tiene dificultades para memorizar las canciones y problemas con los ritmos musicales, así como para memorizar series o secuencias, colores, rimas simples, recitar el alfabeto...
- Altera el orden de colocación de las letras o sílabas, u omite determinadas letras.
- Al escribir las frases junta algunas palabras.
- Confunde aquellas palabras cuyas pronunciaciones se asemejan por su fonética.
- Poca habilidad para hacer los ejercicios manuales y grafías.
- La lectura se caracteriza por las omisiones, sustituciones, distorsiones, inversiones o adicciones, lentitud, vacilaciones, problemas de seguimiento visual y déficit en la comprensión.
- Confusión entre derecha e izquierda.
- Dificultades en las nociones espacio-temporales.
También hay algunos síntomas que se dan en la etapa de bebé que pueden hacernos sospechar, como una cierta inmadurez psicomotriz respecto a los bebés de su misma edad, problemas de coordinación, equilibrio y lateralidad, o retraso a la hora de aprender a hablar.
Dislexia relacionada con otros trastornos
Según los expertos, la dislexia se asocia en ocasiones a la aparición de otros trastornos como:
- TDHA
- Dispraxia (falta de coordinación de los movimientos)
- Déficit de atención
- Discalculia (dificultad para aprender los principios de cálculo)
- Trastornos emocionales
Cuándo y cómo se diagnostica la dislexia
Aunque algunos síntomas de dislexia ya pueden apreciarse en la etapa de preescolar, no suele ser hasta el inicio de la etapa de Primaria (entre los seis y los ocho años) cuando se diagnostica. En este momento, los niños ya comienzan a leer y a escribir con más soltura, y es cuando aparecen las primeras dificultades.
El diagnóstico precoz es muy importante para evitar consecuencias negativas en el niño, ya que una dislexia no diagnosticada se suele asociar a malas notas, fracaso escolar, desmotivación por aprender, problemas de conducta, inseguridades, baja autoestima, depresión y ansiedad...
Tras la sospecha inicial de la familia y/o el profesorado, el niño debe ser valorado por un orientador escolar (pedagogo, psicólogo o psicopedagogo). La evaluación se realiza por medio de pruebas estandarizadas (test) que verifiquen dicho trastorno.
¿Qué hacer después del diagnóstico?
La dislexia se debe a una disfunción cerebral, por lo que es una condición que permanecerá de por vida. Sin embargo, la reeducación permite mejorar y corregir muchos errores, teniendo mejor pronóstico cuanto antes se inicie el tratamiento.
Tras el diagnóstico de dislexia, los padres deben poner en conocimiento del colegio el problema, para que el niño pueda contar con el debido apoyo, como materiales inclusivos, adaptaciones no significativas y adaptaciones en los exámenes.
DISFAM recalca la importancia de insistir en este punto, puesto que las personas con dislexia y otras dificultades específicas de aprendizaje están amparadas por el artículo 71, 72 y 79 BIS de la Ley Orgánica de Educación, además de que en muchas Comunidades Autónomas existen decretos específicos que amparan a este colectivo.
Pero al margen del apoyo que brinde el colegio, la familia adquiere un papel fundamental a la hora de ayudar al niño con dislexia, pues debe procurarle un ambiente relajado y comprensivo que fortalezca su autoestima.
Desde la web En Familia, de la AEP, nos proponen algunos juegos para hacer desde casa y que pueden ayudar al niño:
- Jugar a enumerar palabras que comiencen con una letra determinada
- Jugar al "Veo, veo", incorporando palabras con una o varias letras concretas
- Hacer sopas de letras
- Dar palmas por cada sílaba o cada palabra
- Adivinar palabras sabiendo tan solo alguna de sus letras
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