El hidrocele es una inflamación del escroto (la bolsa que contiene los testículos) por acumulación de líquido. Ocurre con frecuencia en recién nacidos y durante el primer año de vida suele solucionarse de manera espontánea. Pero, ¿qué sucede si a partir de ese momento no ha mejorado?
Te explicamos con detalle en qué consiste el hidrocele en el bebé, qué síntomas tiene y cuál es su tratamiento.
¿Qué es y por qué se produce el hidrocele?
Mientras el bebé está en el vientre materno, sus testículos se desarrollan en la cavidad abdominal y hacia el final de la gestación descenderán por el canal inguinal hasta la bolsa escrotal. Cada testículo está dentro de un saco rodeado de líquido. Cuando este saco se cierra -generalmente, antes del nacimiento-, el líquido que queda en el interior del abdomen se irá absorbiendo gradualmente durante el primer año de vida del bebé.
Según la Academia Americana de Pediatría, casi la mitad de los recién nacidos presenta hidrocele, siendo más habitual en el caso de los bebés prematuros
El hidrocele congénito comunicante se produce cuando el saco no se cierra completamente durante el desarrollo fetal, quedando un pequeño conducto a través del cual el líquido del abdomen pasa al escroto (hidrocele comunicante). También puede ocurrir que ese conducto sea más amplio y además de líquido pase un segmento de asa del intestino, provocando una hernia inguinal.
Existe otro tipo de hidrocele no comunicante que ocurre cuando el saco se cierre por completo pero el líquido no se reabsorbe, sino que queda retenido en la región inguinal. Recibe el nombre de quiste de cordón.
Y por último, también se puede hablar de hidrocele adquirido o de "tipo adulto", que es aquel que aparece en cualquier otro momento de la vida, generalmente en la adolescencia. Este hidrocele, que puede llegar a acarrear problemas de infertilidad masculina, necesita de la intervención quirúrgica.
Síntomas de hidrocele en bebés
El hidrocele congénito produce un aumento de tamaño de la bolsa escrotal que puede variar en función de ciertos factores como la postura que adopte el niño, los esfuerzos que haga o incluso las enfermedades virales leves que contraiga. Por lo general, el hidrocele no duele ni molesta al bebé, aunque en niños más mayores puede producir pesadez.
Si de pronto el niño comenzara a experimentar dolor, mayor sensibilidad al tacto, malestar, náuseas o vómitos se debe consultar de inmediato con el pediatra, pues podría tratarse de complicaciones derivadas de una hernia inguinal asociada y requerir de intervención urgente.
¿Cómo se diagnostica y qué tratamiento tiene?
El problema suele ser diagnosticado fácilmente por el pediatra con un simple examen visual de los genitales del bebé y una prueba muy sencilla de transiluminación, consistente en proyectar una luz a través del escroto. Si hay líquido en el interior, el escroto se iluminará dejando pasar la luz a través de él.
Por lo general no suele ser necesario realizar pruebas complementarias como ecografías, salvo que se sospeche también de la presencia de una hernia inguinal.
Pero si a partir del año el hidrocele no ha desaparecido o se observan otros problemas asociados como la hernia inguinal, podría ser necesario la intervención quirúrgica.
- En el caso de hidrocele congénito comunicante, la intervención consiste en vaciar el líquido y cerrar el conducto que permite su paso desde la cavidad abdominal hasta el escroto.
- En el caso de hidrocele no comunicante, se resecará además el tejido a modo de “saco”, que lo contiene.
Esta intervención es de carácter ambulatorio (no requiere hospitalización) y se realiza bajo anestesia general. El postoperatorio puede resultar algo molesto durante los primeros días, pero el riesgo de infección o de que el hidrocele vuelva a salir es mínimo.
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Vía | Boston Children's Hospital, En Familia - AEP
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