Cómo ayudar al desarrollo del cerebro del bebé en el primer trimestre de vida
Hace unos meses publicamos una entrada en la que os explicábamos cuál es la mejor manera de ayudar al desarrollo cerebral de los bebés, teniendo en cuenta que nacen con un cerebro tremendamente inmaduro, tanto, como que llegan al mundo con solo el 25% del cerebro desarrollado.
Esto quiere decir que el 75% restante se forma una vez el bebé ya ha nacido, de modo que nuestro trabajo en los primeros meses y años es importante. En esa entrada os dimos algunas indicaciones generales, así que hoy vamos a entrar con algunas recomendaciones más concretas para la edad más temprana: cómo ayudar al desarrollo del cerebro del bebé en el primer trimestre de vida.
1. Alimentación saludable
Somos lo que comemos, así que la alimentación es importante para un correcto desarrollo y por eso se aconseja que los bebés reciban una alimentación saludable. En el primer trimestre de vida lo único que pueden comer es leche, así que hay que evitar dar cualquier cosa que no sea leche materna o, en su defecto, fórmula para lactantes o leche artificial (no añadir cereales ni hacer inventos a este respecto, pues pueden ser peligrosos).
Además, en caso de dar leche artificial, debemos ser cuidadosos con la preparación tanto a nivel de temperatura del agua como para que la mezcla sea correcta (cantidad exacta de polvo para una cantidad exacta de agua), puesto que una preparación "a ojo" puede provocar deshidratación y otros problemas de salud.
2. Ser cariñosos
Parece mentira que haya que dar este consejo, pero después de muchas décadas convencidos de que lo mejor para los bebés era no cogerlos en brazos y dejarlos llorar "para que se hicieran independientes", aún hay quien piensa que esto sigue siendo lo mejor. Como consecuencia, debemos seguir explicando lo importante que es dar rienda suelta a la emoción, al cariño y al amor por nuestro bebé.
Sostenerlo en brazos, darle besitos, caricias, hablarle, cantarle, tratarlo con dulzura y afecto son actos que nos ayudarán a tener una buena relación con el bebé. Además, sonreír cuando nos sonría, responder a sus muecas y gestos y llamarle por su nombre, son el principio de una relación comunicativa y de confianza que debería durar toda la vida.
3. Tratar de descifrar sus necesidades
Los bebés tienen sus propios ritmos, que no siempre coinciden con los nuestros (de hecho, casi nunca lo hacen). Vale la pena tener claro que es más fácil adaptarnos nosotros a sus ritmos que intentar que ellos se adapten a los nuestros, básicamente porque de hacerlo así es más fácil que salgan mal parados.
Como padres tenemos que aprender a escuchar sus necesidades y saber si en ese momento le apetece más juerga, o si necesita un poco de tranquilidad; si prefiere quedarse en casa o podría irle bien salir un rato; si tiene ganas de dormir, hambre o si busca brazos. Va muy bien tener claro que los bebés no pueden malcriarse.
4. La cara de mamá y papá son estímulos perfectos
Y no solo perfectos, es que son de lo más interesante. Primero porque son mamá y papá, segundo porque tienen la capacidad de ser estímulos móviles... justo cuando ya tiene controlada la cara, cambia con unos ojos más abiertos, la boca abierta y las cejas bien altas, o de repente la boca se abre hacia los lados en una gran sonrisa que le dejan ver un montón de perlas blancas y brillantes llamadas dientes, entre unos labios que además se mueves para emitir sonidos.
Puede ser interesante para el bebé empezar a jugar al "escondite", poniendo nuestras manos entre su cara y la nuestra para luego apartarlas y darle una gran alegría.
Además, su propia cara también puede ser un estímulo interesante. Pasarán meses hasta que sea capaz de saber que esa carita en el espejo es él mismo, pero suelen gustarles las caras de bebés, probablemente porque cuando son bebés ven muy pocos (la mayoría de los que se acercan son adultos). Para ello, podemos jugar con un espejo irrompible para ponérselo delante o incluso ponerlo en la cuna, el cochecito o la hamaca (si son de los que pueden estar un rato en ellos, que muchos lloran y no admiten ni un momento lejos de los brazos de mamá y papá).
5. Hablar y hablar
Como ya hemos mencionado, hablar con ellos es una gran manera de iniciar una relación comunicativa. Aun cuando no nos entiende, debemos hablarle y explicarle en cada momento lo que va a pasar, lo que vamos a hacerle, lo que vamos a hacer juntos. Así nos empezará a entender antes, y así se empezará a comunicar también antes, porque cuanto más se le habla a un bebé, mayor es la probabilidad de que empiece a hablar antes.
Si alguno de los padres tiene como lengua materna una diferente del lugar en que reside, puede ser buena idea utilizarla. Para el padre o madre será más cómodo, por ser su lengua natural, y para el bebé puede ser beneficioso, ya que se ha visto que los bebés bilingües tienen después más facilidad para aprender otras cosas.
6. Evitar situaciones traumáticas
El cerebro del bebé es tan inmaduro que es incapaz de interpretar las señales amenazantes para superarlas. Nosotros tenemos desarrollada la parte racional de nuestro cerebro, de manera que cuando oímos un ruido determinado somos capaces de averiguar cuál es la fuente y la amenaza. Incluso cuando sufrimos, tenemos herramientas para intentar superar ese sufrimiento y seguir adelante: buscar ayuda, explicar los problemas a alguien para desahogarnos, ser conscientes de que con el tiempo estaremos mejor, etc.
Pero un bebé no tiene esta capacidad de raciocinio y no es capaz de recuperar la calma cuando se siente amenazado. Por eso, si cree que algo falla, o que está en peligro, llora. Esa es su única estrategia para intentar volver a estar bien: llorar para obtener una respuesta de su madre o padre en forma de brazos, cariño, contención, etc.
Un bebé llorará en muchos momentos porque es su único modo de comunicarse, y es normal. Nuestra función es tranquilizarlo en esos instantes. Pero no es la única, porque también podemos prevenir que lloren aún más. Para ello, tenemos que evitarles situaciones traumáticas innecesarias, como ruidos fuertes, dejarlos llorar solos, etc.
7. Asegurarnos de que todos tienen claro que el bebé necesita cariño
Es importante que nosotros tengamos claro, como padres, que el bebé necesita nuestro cariño y afecto, pero es importante también para el desarrollo del bebé que, en caso de que lo vaya a cuidar alguna persona, tenga claro lo importante que es velar por su seguridad y por su salud (lavarse las manos antes de cogerlo, negarse a ver al bebé si se está enfermo, etc.), así como por su necesidad de recibir cariño, afecto y consuelo.
Para ello, puede ser muy útil explicar que los bebés no saben nada del mundo, tienen muchos miedos, todo les parece nuevo y amenazante, y que somos los mayores los que tenemos que enseñarles que están a salvo y que pueden relajarse con nosotros sintiéndose así seguros.
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