Tal vez no sea fácil llegar a acuerdos con un hijo adolescente, ya que a estas edades sabemos que están en una edad compleja, pero sí es posible. Además, es algo muy bueno para estrechar el vínculo con él y mejorar también el clima familiar, evitando conflictos innecesarios.
Y es que en la adolescencia necesitan reafirmar su identidad y su independencia, buscan libertad, aún tienen un punto de vista bastante egocéntrico... y todo ello hace que aparezcan discusiones y una gran rigidez a la hora de aceptar las normas o las decisiones de los padres, algo que pueden vivir con resentimiento o enfado.
Hablamos sobre cómo negociar y llegar a acuerdos con un hijo adolescente cuando tenéis puntos de vista o necesidades dispares, a través de estrategias que puedes empezar a poner en práctica. Y al final del artículo, reflexionamos sobre los beneficios de esta acción, tanto para tu hijo como para ti.
¿Qué significa llegar a acuerdos?
Antes de adentrarnos en las claves para llegar a acuerdos con tu hijo adolescente, es importante que te plantees qué significa este concepto y qué expectativas tienes al respecto. Porque tal vez, para una persona llegar a un acuerdo es "X" y para ti, es "Y".
Para empezar, debes tener claro que llegar a un acuerdo es una decisión voluntaria de las partes implicadas. Por ello es imprescindible que haya, antes de nada, una apertura a ese pacto, y que no os cerréis en banda antes de empezar a negociar.
Llegar a acuerdos es llegar a un consenso, a una solución o decisión tomada en conjunto, a un pacto común. Significa acercar puntos de vista u opiniones e implica, muchas veces, que ambas partes puedan ceder en algunos aspectos, para llegar a esa "meta" final y consensuada.
Para poder llegar a acuerdos es imprescindible ser flexible y empático, y aceptar que hay puntos de vista diferentes al nuestro, igualmente válidos. Y sobre todo, estar abiertos a aprender del otro (el orgullo y la rigidez mental son nuestros enemigos aquí).
Pautas para llegar a acuerdos con tu hijo adolescente
Durante la crianza de los hijos, y especialmente en la adolescencia, deberemos llegar a acuerdos con ellos (antes, cuando eran más pequeños, quizás solo había normas, pero ahora tal vez debamos ceder en algunos aspectos).
Quizás debamos negociar con ellos sobre la hora de llegada a casa, sobre si les dejamos o no ir a esa fiesta o a ese concierto, sobre la ropa que les vamos a comprar, los estudios, la paga semanal, y mil aspectos más. ¿Cómo lo hacemos?
1. Buscar un buen momento para hablar
El primer punto que debemos tener claro, más allá de estar abiertos a llegar a acuerdos, es buscar un buen momento para hablar o negociar con tu hijo adolescente. Un momento de calma para ambos, en el que sabéis que tenéis tiempo y no solo cinco minutos (sobre todo, ante las decisiones importantes).
Enfocar la conversación con tranquilidad, poneros cómodos y miraros a los ojos. Escucharos de verdad, es vuestro momento; puede ocurrir que la situación se ponga tenga o que haya conflicto, por ello enfócalo desde la serenidad, en algún lugar donde os sintáis cómodos.
2. Escuchar antes que pedir o exponer
La escucha activa es clave a la hora de llegar a acuerdos. Se trata de primero escuchar, para después hablar; y no escuchar esperando nuestro turno para hablar, sino escuchar de verdad, con los ojos y las orejas.
Escuchar activamente significa preguntar con interés, dar tiempo al otro para que se explaye, preguntar y pedir aclaraciones si tenemos dudas o si no hemos entendido algo, respetar los silencios, acompañar nuestra escucha con el lenguaje no verbal (asintiendo con la cabeza, con los brazos abiertos, etc.).
A través de esta práctica sabrás que piensa tu hijo respecto al tema en cuestión, cuál es su punto de vista y su posición, qué necesita, cómo desea enfocar el tema... Y esto es información valiosísima, que te irá bien para empezar a negociar con él. Además, si él se siente escuchado, estará más abierto a un posible acuerdo.
3. Expón tu visión de las cosas
El siguiente paso es exponer tu visión de las cosas, tu punto de vista, de forma clara y directa. Se trata de defender lo que opinas con argumentos sólidos y razones diversas, y también, de preguntar por el punto de vista de tu hijo. Si te contradice, preguntarle, "¿por qué lo ves diferente? ¿Qué opinas tú? Estoy abierto a escucharte".
4. Identificar en qué punto ceder
Otro aspecto muy importante para ambos, tanto para ti como para tu hijo, es que identifiquéis en qué punto (o en qué aspectos) estáis dispuestos a ceder.
Sería poco realista pensar que para llegar a acuerdos no es necesario ceder (ambas partes), renunciando a ciertos aspectos, para poder llegar a una conclusión mutua. Por ello, identifica qué estás dispuesto a renunciar de tu punto de vista para acercarte a la postura de tu hijo, y viceversa.
5. Recuerda: hay aspectos o temas que no son negociables
De igual forma, y dentro de esta negociación con tu hijo, es importante saber que habrá cosas a las que no podemos (o debemos) renunciar, porque las consideramos imprescindibles. Y esto tiene que ver con nuestros principios y valores dentro de la crianza, con esos aspectos que consideramos "no negociables". Por ejemplo, "puedo dejarte salir hasta las diez de la noche, pero no dejaré que salgas entre semana".
Y por otro lado, hay aspectos más genéricos de la crianza o del día a día que directamente no son negociables, por ejemplo "el hecho de no ir nunca al médico", o "no hacer las tareas del hogar de las que eres responsable", etc.
Son solo ejemplos, pero cada familia establecerá su criterio o su "punto de corte" aquí. Y recuerda que no se trata de ser rígido o cerrado de mente, sino coherente y sensato, utilizando el sentido común.
Al llegar a acuerdos, mejoráis vuestra relación
Llegar a acuerdos es importante para que el clima familiar, la convivencia, la comunicación y, en definitiva, la relación con tu hijo, sea sana. Hacerlo conlleva grandes beneficios, tanto para el hogar y la relación con los otros miembros de la familia como para el vínculo que quieres fortalecer con tu hijo. Algunos de los beneficios de llegar a acuerdos y de hacerlo de forma sana son:
- Tu hijo confiará más en ti y se sentirá escuchado.
- Tu hijo se sentirá validado, sentirá que sus opiniones importan, lo cual reforzará su autoestima.
- Desarrollaréis la empatía y la capacidad para flexibilizar la mente, abriéndola a nuevos puntos de vista.
- La relación entre ambos mejorará, será más cercana
- Mejorará el clima familiar, la comunicación y la convivencia.
- Te sentirás más conectada a tu hijo y a ti (sentirás que respetas también tus prioridades, opiniones, principios... en relación a la crianza).
Fotos | Portada (Pexels)