La custodia compartida es uno de los temas que dividen las posiciones respecto a lo que es mejor para los hijos en caso de divorcio. Y cada vez son más las parejas con hijos que deciden que una separación es lo mejor para todos. Sin embargo, la fórmula que de seguridad a los niños y oportunidades a ambos progenitores de desarrollar su paternidad y maternidad de manera global sigue siendo un tema a debatir en la sociedad.
Yo, como madre separada del padre de mi hijo os cuento mi experiencia. Nosotros no llegamos a ver necesario el que nadie, juez o abogado, decidiera el mejor modo de desarrollar nuestra paternidad. Afortunadamente, y se que no es así en muchos casos, mantenemos una relación de cordialidad y confianza y hemos aprendido a mantener criterios comunes y consensuados para darle a nuestro hijo lo mejor.
Nosotros dejamos de convivir cuando nuestro hijo tenía cuatro años. En ese momento, el niño tomaba el pecho, colechaba y además había sido la madre la que se había ocupado prioritariamente de su cuidado diario. Para el niño era su figura fundamental de apego, aunque, por supuesto, mantenía una profunda relación emocional y directa con su padre. Pero no quería estar alejado de mamá, y eso era lo más importante.
Pernocta y visitas
Nuestra forma de organizarnos ha ido cambiando a medida que cambiaban tanto las circunstancias personales como la propia evolución del niño. Al comienzo pernoctaba con su papá un fin de semana de cada dos, una noche al comienzo y, cuando él estaba preparado y conforme con ampliarlo, dos.
Las visitas al niño nunca fue necesario dejarlas pactadas, su padre puede verlo siempre que quiera, sean uno, dos, o cinco días a la semana, lo que le permitieran sus obligaciones laborales, que bastante dificil es cruzarse media ciudad para pasar un rato con el niño.
En la casa siempre ha tenido llaves para una emergencia y siempre ha podido ver al niño, o llevárselo a pasar un día con él. Actualmente nuestro hijo pasa con su padre todos los fines de semana, de viernes a domingo, o los días que él puede tener libres en su trabajo y viene a verlo dos o tres tardes a la semana.
Vacaciones
Con las vacaciones somos flexibles. Puesto que yo puedo pasarlas con él, ya que trabajo en casa, normalmente se va con su padre cuando él tiene vacaciones y no tiene que recurir a terceras personas para su cuidado. Pero cuando estamos de vacaciones en la playa su padre viene a verlo todos los fines de semana que puede, ya que ambos tenemos casa en la misma localidad en la playa.
La verdad es que las vacaciones son un tema que es muy complicado. Yo no imagino a un niño de dos o tres años dos semanas sin su madre, pero tampoco lo veo sin ver a su padre de manera continuada.
Como siempre, los adultos tenemos que poner el interés del niño por encima de nuestros deseos. Y cada uno tiene que tener autocrítica para valorar su implicación en la crianza antes de la separación y la que puede tener después, porque dejar al niño con cuidadores no siempre es mejor que dejarlo con el otro miembro de la pareja.
Entiendo que mi caso es un caso particular, pero os lo cuento porque creo que puede dar la clave de como adaptar nuestro deseo de estar con el hijo a sus necesidades. Para nosotros el bien del niño es lo primero, por encima de nuestros deseos, y hemos decidido dejar que sea él quien vaya marcando el ritmo de la separación de la madre. Estoy segura que ha beneficiado y ha reforzado, por medio de la confianza y el respeto, la relación con su papá, que es maravillosa e intensa.
El niño es lo primero
Estoy segura que para su padre ha sido duro renunciar a repartir el tiempo del niño a partes iguales, lo echaba de menos y lo quiere muchísimo. Pero yo le agradezco el que pusiera los deseos e intereses de estabilidad emocional del pequeño a los propios.
Eso ha fructificado y ambos ahora confían el uno en el otro, se conocen y se respetan, de un modo que seguramente no habría sido posible si él hubiera exigido un régimen de visitas más estricto desde el comienzo, cuando el niño no estaba preparado para separarse de su madre de golpe.
De hecho nosotros tenemos ambos la custodia, ya que nadie nos ha fijado ninguna pauta, no queremos que nadie nos diga como vivir. Es el tiempo y la realidad lo que nos permite cambiar la organización de manera muy flexible. A medida que pasen los años seguramente nuestro hijo estará tiempo con uno o con otro, sin que nadie le tenga que mandar lo que tiene que hacer.
La verdad es que yo desearía que todas las parejas que se separasen fueran capaces de olvidar sus diferencias para entender lo que sus hijos precisan, y sin duda es que ambos padres sigan presentes en sus vidas, aunque convivan en el hogar familiar con la madre, que suele ser la persona con la que tienen, por organización y naturaleza, una relación más cercana mientras son pequeñitos.
Conclusión
Sin embargo, mi opinión es que cuando la decisión es controvertida siempre debe primar el interés del niño, y, en la mayoría de los casos es con la madre con quien tienen una relación de cuidado y confianza mayor. Con los niños más pequeños, hasta los siete u ocho años, suele ser la figura de apego su mamá, pero también cada familia es un mundo, y hay casos en los que el padre puede haber supuesto esa figura de apego principal para el niño.
Realmente yo no me considero un ejemplo de custodia compartida, aunque sobre el papel la tengamos. El niño ha vivido más con mamá, porque era lo que le hacía más feliz, pero su padre ha seguido siendo una figura importante y, a medida que ha crecido, la relación y el tiempo con papá ha ido aumentando a medida que él evolucionaba. Yo soy una convencida de la teoría del apego de Bowly, y no creo que una separación deba interferir en las necesidades emocionales de los niños.
La próxima semana mi niño se marcha una semana entera con su padre y os aseguro que para ambos es una separación dolorosa todavía, sin embargo los tres estamos seguros de que él va a sentirse igualmente seguro en mi ausencia y si me echa de menos estaré disponible para él.
En los casos de separación ambos padres, que son los adultos, deberían enterrar el hacha de guerra y sus deseos o intereses particulares, especialmente los económicos, para pensar en lo que a su hijo, día a día, le hará crecer feliz, seguro, amado y protegido por ambos.
Precisamente hace unos días un amigo me preguntaba como manejar este tema y le prometí pensar en ello. Este post nace de esta reflexión. Mi consejo es que ambos padres debemos saber poner por delante de todo al hijo y a sus necesidades emocionales en cada momento para ayudarle a construir una personalidad estable con la seguridad de tener una familia aunque sus papás ya no sean pareja.
En principio, como os decía, personalmente no estoy a favor de la custodia compartida por ley, sino por dejar que el niño vea recogido en el sistema de visitas y pernoctas su interés en tener a ambos padres presentes pero siempre valorando en primer lugar su necesidad de permanecer en la presencia de su figura de apego, lo que irá cambiando a medida que vaya creciendo siempre que ambos padres estén dispuestos a escucharlo y respetar sus deseos.
Seguro que nuestros lectores tienen cosas que aportar a este post y les pido que se animen a contarnos que opinan o como han vivido la custodia de los hijos, sea custodia compartida u otra solución.
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