Historias de padres: "Y llegó todo lo que soñé"

Historias de padres: "Y llegó todo lo que soñé"
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En nuestro repaso por las historias de padres que nos dejan nuestros lectores, hoy traemos otro bonito relato que habla de la experiencia de Daniel, el papá de César. Daniel nos expresa todo lo que la paternidad le ha aportado, una experiencia tan increíble por hacer realidad sus sueños y lo que nunca imaginó, que da gracias a su hijo por darle la vida.

Animamos a los papás que quieran compartir con nosotros su historia como ha hecho Daniel. Tan solo tenéis que enviar vuestro relato (entre 5 y 8 párrafos) a historiasdepadres@bebesymas.com con una o dos fotos (mín. 500 pix de ancho) en la que salga el padre junto a su hijo o hijos.

Y llegó. Unos cuantos centímetros de carne, algo de pelo, muchas arrugas y unos buenos pulmones. Llegó todo lo que soñé sin saberlo, todo lo que necesitaba sin quererlo, todo por lo que daría la vida, sin que antes lo pensara. Y ahí está, un trozo de carne que me mira de arriba abajo. Y ahora se ríe, y yo me derrito; y ahora llora, y yo agonizo. Cuántas veces lo oí de los demás, y cuántas rechacé esas ideas por tópicas y populares. Cuánto me reía de ello. No, yo no. No, a mí no. No me tomarán el pelo, les dejaré llorar lo que quieran pero yo me saldré con la mía. No, nunca dormirán en mi cama. No, no me cambiará mi vida. No, la mía no. Imbécil, pobre idiota, ignorante. Ahí está, me vuelve a sonreír, y yo le devuelvo la sonrisa, y se ríe aún más. ¿Algo más simple y que represente tanta felicidad? No lo conozco.
Cesar
Se pide una historia, y la mía no es diferente a la de todos los demás. Un buen día lo planteas, y al otro, estás metido en una vorágine casi dantesca de gente que te aconseja, de utensilios hasta entonces desconocidos y que dicen ser muy prácticos, pero que tú no les ves ninguna utilidad, multitud de regalos de colores suaves y encajes, que creías desaparecidos en el siglo XIX; y así, de repente, toda tu vida se juega a una carta, a unos centímetros de carne donde residen todos tus miedos y tus esperanzas. Para eso ha valido tu carrera, tus fiestas, tu trabajo. Para nada. Mero entretenimiento hasta que realmente naces. Se llama César. Porque sí. Porque me encanta la Historia clásica. No tiene más importancia. Su madre es Cristina. La mejor materia prima de donde puede salir el mejor ser. A veces uno se pregunta qué ha hecho para merecer tanta suerte. No la merezco, nunca pedí nada y, sin embargo, lo tengo todo. Nació tranquilo, y su padre, que no sabe de nanas ni canciones infantiles, le cantó a Springsteen. No me acuerdo cómo se llamaba aquella matrona, pero tengo presente su voz tranquila y su saber hacer. Ojalá ella y gente como ella pudiera asistir a todas las madres. Tiene cinco meses. No sé que le depara el futuro; si será buen estudiante o malo, si conseguirá éxito laboral o si le tocará probar el sabor del fracaso, si tendrá suerte en el amor o si tendrá salud para vivir su vida. No sé nada. Pero sé que nunca le faltará su padre mientras uno de los dos viva. Cuando las cosas no se vean bien, recordaré estos días y me darán fuerza para cualquier cosa. Vuelve a reírse. Se retuerce de risa mientras simulo que le lanzo una pelota de trapo. Y yo le doy las gracias por darme la vida.

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