Aprender a caminar debe ser muy difícil, en especial mantener el equilibrio en dos pies. Debe ser tan complicado que se necesita pasar todo el día practicando.
Y es lo que hace mi bebé Arturo de casi un año de edad. A él sólo le apetece practicar la “bipedación” durante el día. Como le pasa a algunos bebés no ha querido gatear, y ahora es cuando comienza a hacerlo a la par de dar sus primeros pasos tomado de una mano.
Creo que esta es una de las épocas de más dedicación para los padres, aparte de los tres primeros meses y la edad de la rebeldía. También lo es para su hermano debido a que observa la dedicación exclusiva al futuro caminante hay un reactivación de los celos, es lo que sucede con mi hijo mayor que está demostrando una conducta de querer llamar la atención todo el tiempo. Cuando aprenden a caminar no se les puede quitar un ojo de encima, hay que estar alerta, pues en un pequeño descuido pueden sufrir un accidente.
Mientras da sus pasitos, es como si pasara un pequeño tornado en casa, dejando esparcidas cosas por todo el suelo de la casa. Hemos adaptado el salón para el pequeño Arturo, una alfombra y puzzles de corcho previendo las caídas comunes en esta época tan activa para un bebé.
Por las noches se muestra inquieto, y por el día le cuesta hacer la siesta. Su cuerpo le pide “marcha”, mientras a nosotros la espalda nos pide descanso.
Pronto, comenzará a soltarse y todo cuidado que se le preste será mínimo. Mi bebé se está haciendo un chico mayor, este mes cumplirá su primer añito.
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