Como padres y madres todo lo que queremos para los hijos es su felicidad y bienestar. Y para llegar a ello, tratamos de educarlos y acompañarlos a través de una serie de valores y hábitos que creemos, potenciarán una serie de emociones positivas en ellos, como la alegría.
Aunque, cuando hablamos de felicidad, sabemos que es algo impermanente, y que también conlleva afrontar emociones desagradables (podemos ser felices y a pesar de ello, convivir con emociones de este tipo).
Y por ello hacemos alusión a un concepto más amplio de la felicidad, parecido al bienestar emocional. Así, ser feliz no significa estarlo todo el tiempo, sino saber disfrutar de los pequeños momentos y poseer cierto equilibro mental. En este artículo traemos siete hábitos que tienen los padres con hijos felices.
1. Comparten tiempo en familia
Para que la felicidad y el bienestar de los niños aflore, deben poder pasar tiempo de calidad con su familia. Así, compartir tiempo en familia, hacer cosas juntos, es una forma de cultivar este estado de bienestar que queremos potenciar en nuestros hijos.
Cuando compartimos tiempo en familia (por ejemplo, cenando juntos), nos damos tiempo para conocer mejor a nuestros hijos (y ellos a nosotros), para entablar conversaciones profundas, para reflexionar, para divertirse, cultivar la confianza mutua...
Todo ello, elementos que van forjando este vínculo tan mágico y especial que se tiene con los hijos. Un vínculo que no sale de la nada, por supuesto, y que por eso debe construirse día a día.
2. Les escuchan activamente
Otro hábito que tienen los padres de hijos felices es la escucha activa. Escuchar activamente implica hacerlo con los oídos pero sobre todo, con el corazón. Implica formular preguntas de clarificación: "¿me puedes explicar mejor esto?", mostrar interés, reforzarlos y animarles a contar más ("esto me interesa, cuéntame más").
Además, al sentirse escuchados, nuestros hijos se sienten validados. El mensaje que les transmitimos es que son importantes, y lo que dicen también. Por eso son escuchados. Finalmente, a través de la escucha activa podemos identificar sus necesidades y cubrirlas, saber qué les preocupa, etc.
3. Validan sus emociones
Los niños felices son niños a los que se les ha validado lo que sienten. Por eso otro hábito de los padres de estos niños es la validación emocional. ¿Cómo validamos las emociones de los niños?
- Usando frases como: "te entiendo", "esto que dices es importante", "es normal que te sientas así", "esto te ha dolido, ¿verdad?".
- Evitando frases como: "no es para tanto", "no exageres", "deja de llorar".
- Estando disponibles para escucharlos cuando lo necesiten, y haciéndoselo saber de forma clara; "estoy aquí para lo que necesites".
- Fomentando espacios seguros en los que puedan hablar abiertamente sin sentirse juzgados.
4. Manifiestan el amor y el cariño
La felicidad y el bienestar pasan por sentirnos queridos, como seres sociables que somos, y seres que necesitan vincularse desde el amor y la seguridad. Por eso, manifestar abiertamente este amor y cariño hacia los niños, también favorece su bienestar.
Así, los padres con hijos felices muestran su cariño; no tiene que ser siempre de forma explícita (por ejemplo, diciendo te quiero), a veces las acciones pueden dar mucha información; una abrazo ante un mal día, una caricia, palabras de ánimo y motivación cuando las necesitan, para que se empoderen o palabras que les ayuden a fortalecer su autoestima...
5. Fomentan una comunicación constructiva
Son también padres que cuidan la comunicación con sus hijos. Porque su bienestar también depende de cómo nos comuniquemos con ellos. Si desde la claridad, el respeto y la tolerancia, o desde el reproche, el enfado y la ambigüedad. Y es que, es beneficioso para los niños recibir la información de sus interlocutores de forma clara, respetuosa y constructiva.
Positivo para su autoestima y también, porque una comunicación de este tipo evitará malentendidos, algo que siempre produce malestar y que les alejaría de este estado de bienestar. Así, se trata de hablar pensando en cuidar al otro y en aportarle algo positivo (por ejemplo, haciendo críticas constructivas).
6. Aplican la inteligencia emocional
Los niños felices son niños sanos emocionalmente; esto quiere decir que han crecido con cierta estructura mental y emocional, gracias a que sus padres les han ido guiando en el camino. Por ejemplo, a través de la inteligencia emocional.
Aplicar a la crianza la inteligencia emocional implica educar en coherencia a los valores que queremos transmitir como padres. También, poner en práctica la empatía, favorecer el autoconocimiento de los niños (ayudándoles a conocerse, explorando sus intereses con ellos, por ejemplo), siendo sensibles a sus necesidades... ¿Qué más hacen los padres que crían con inteligencia emocional?
- Permiten que sus hijos se equivoquen.
- Son claros a la hora de poner límites.
- Son flexibles.
- Ayudan a sus hijos a gestionar sus emociones.
7. También se equivocan
Finalmente, y como siempre decimos en Bebés y Más, la crianza no es perfecta y tampoco debe serlo. Por ello, son padres que también cometen errores. Y a pesar de equivocarse, siguen aplicando muchas otras cosas, como las mencionadas, que favorecen un desarrollo sano en sus hijos.
Así, pueden perder los nervios en algún momento dado, enfadarse, arrepentirse de algo que han dicho, no saber poner límites, ser poco claros a la hora de comunicarse... Porque claro, también tienen defectos.
Pero lo que diferencia estos padres de niños felices, que se equivocan, de otros, es que pueden reflexionar sobre sus errores, para reparar la consecuencia de los mismos, aprender y mejorar. Es decir, esa capacidad para ser humildes, reconocer que no son perfectos y saber que aprenden día a día en la crianza de sus hijos.
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