Si tienes niños pequeños es probable que en más de una ocasión les hayas sorprendido haciendo alguna "travesura de las gordas", diciéndote alguna mentira o llevando a la práctica alguna ocurrencia que lejos de arrancarte una sonrisa, te ha disgustado.
En el caso de los adolescentes las 'pilladas in fraganti' tienen una mayor trascendencia. Podríamos estar hablando, entre otros ejemplos, de sorprenderles fumando, bebiendo alcohol, consumiendo porno o haciendo un uso indebido de las redes sociales.
Sorprender a nuestros hijos haciendo algo que creemos que no deberían hacer puede dejarnos desconcertados: ¿Y ahora qué le digo? ¿Cómo abordo esta situación? ¿Debería enfadarme?
Te compartimos algunas claves que podrían ayudarte.
¿Qué hago si descubro a mi hijo haciendo algo que no debería hacer?
1) Antes de decir nada, respira y reflexiona
Antes de actuar o decir nada deberíamos reflexionar sobre si lo que ha hecho nuestro hijo es realmente tan grave como a priori puede parecernos. Y es que a veces estamos tan cansados, estresados por la rutina o enfadados que percibimos ciertas cosas como un desastre, cuando en realidad no son para tanto.
También puede ocurrir que seamos demasiado exigentes o controladores, y algunos comportamientos normales nos alteren. O incluso puede que tengamos parte de responsabilidad en lo ocurrido ("¿los límites que ha incumplido mi hijo quizá eran confusos o desproporcionados para su edad?"; "¿he descuidado su supervisión?", "¿qué tipo de ejemplo le doy yo con este tema?"...)
En el caso de tratarse de hijos adolescentes a los que hemos pillado haciendo algo indebido, se hace también necesario viajar al pasado y conectar con nuestro yo adolescente, pues muy probablemente nosotros a su edad hicimos algo parecido. Esto no significa que debamos justificar lo que nuestro hijo haya hecho, pero sí entender la etapa de la vida en la que se encuentra.
Igualmente, conviene revisar nuestros prejuicios y reflexionar acerca de la educación que le hemos dado sobre ese tema concreto. Por ejemplo, si pillamos a nuestro hijo viendo porno, deberíamos preguntarnos: "¿hemos hablado alguna vez de sexo con él/ella?", "¿cómo ha sido nuestra conversación?", ¿nos hemos interesado por su educación sexual, o por el contrario, hemos evitado el tema?" "¿hemos educado a nuestro hijo en el correcto uso de las TIC e instalado controles parentales?"...
2) Trata de averiguar por qué ha hecho lo que ha hecho
Todo comportamiento humano tiene una razón, y en el caso de nuestros hijos es importante averiguar cuál es y no quedarnos anclados en la superficie. Por ejemplo, ¿podría deberse a una cuestión de inexperiencia?, ¿curiosidad?, ¿necesidad de explorar?, ¿influencia del entorno?, ¿llamada de atención?, ¿aburrimiento?...
Para averiguar la causa se recomienda utilizar preguntas de curiosidad, evitando interrogatorios y preguntas que inciten a contestaciones monosilábicas.
3) Ten en cuenta el desarrollo de tu hijo
A la hora de averiguar la causa del comportamiento que ha tenido tu hijo es fundamental entender la etapa del desarrollo en la que se encuentra, pues dependiendo de su edad y madurez deberemos actuar de una forma u otra.
Niños de 0-6 años. El cerebro del niño a esta edad es diferente al nuestro. Los peques necesitan explorar libremente, experimentar y saciar su curiosidad. Esto les puede llevar a cometer trastadas que aunque para desesperación nuestra, son completamente normales y forman parte de su desarrollo.
Pero el hecho de entender por qué hacen lo que hacen no significa que debamos pasar por alto ciertos comportamientos que pueden perjudicar a otros o incluso a ellos mismos. En este sentido, es necesario remarcar los límites con respeto y empatía, enseñándoles cómo deben actuar y evitando el 'pórtate bien', que tan confuso resulta para ellos.
Niños de 6-12 años. A esta edad los niños ya saben diferenciar lo que está bien de lo que está mal, pero en algunas ocasiones pueden sentir la necesidad de desafiar los límites y ponernos a prueba. Reconducir la situación con respeto, empatía y de una forma positiva es la mejor manera de educar y corregir comportamientos inadecuados.
Adolescentes. En esta etapa de la vida nuestros hijos están creando su propia identidad y definiendo quienes quieren ser. Por eso es hasta cierto punto normal que en algún momento desafíen los límites, actúen buscando la aprobación del grupo o tengan la necesidad de experimentar con cosas nuevas (por ejemplo, el tabaco o el alcohol).
Si bien es cierto que el adolescente ya no es un niño, sigue necesitando nuestra guía y acompañamiento, así como normas (límites) y refuerzos (como los elogios, los abrazos o el tiempo en familia). Los límites le darán seguridad y los refuerzos, autoconfianza.
4) Aborda el tema de forma positiva (qué hacer y qué no)
Teniendo en cuenta todo lo mencionado, es necesario abordar la situación con nuestro hijo de una forma positiva, teniendo siempre clara la premisa de que cuánto peor se comporte, más nos necesita.
¿Qué hacer?
- Comunicarnos de forma calmada, respetuosa y 'conectada'.
- Ir al grano y abordar el tema directamente, dialogando con respeto y empatía.
- Evita interferencias en vuestra comunicación.
- Escucha de forma activa lo que tu hijo tiene que contarte.
- Ofrece un clima de conexión, acercamiento y confianza.
- Invítale a reflexionar sobre las consecuencias de sus actos. En caso de ser pequeño, necesitará que le guíes en su reflexión. Si tu hijo es un adolescente, es importante que analicéis juntos el alcance que ha tenido o tiene su comportamiento, así como si le está afectando negativamente a él o a los demás.
¿Qué no hacer?
- Perder los nervios, gritar, insultar, humillar...
- Hacer o decir cosas que jamás diríamos a un adulto.
- Etiquetar a nuestro hijo en base a su conducta (ni las conductas ni los errores cometidos nos definen)
- Avergonzar a nuestro hijo reprendiéndole públicamente.
- Acusar en lugar de preguntar.
- Sabiendo que nuestro hijo nos miente o habiéndonos enterado de su comportamiento por boca de otras personas, hacerle creer que no sabemos nada y organizar una encerrona para 'pillarle'.
- Utilizar un lenguaje confuso (indirectas, rintintín, dobles sentidos, ironías y sarcasmo...). Este tipo de lenguaje nos desconecta de nuestros hijos, les humilla y les confunde, sobre todo si son pequeños.
- Amenazar o chantajear.
5) Reparar y aprender
Si consideramos que el comportamiento de nuestro hijo ha sido un error, toca hablarlo con él para afrontar las consecuencias, admitir su responsabilidad y aprender de ello para un futuro.
También podría ocurrir -sobre todo durante la adolescencia- que sin tratarse de un error como tal, lo que haya hecho nuestro hijo nos desagrade. En ese caso es recomendable exponer nuestro punto de vista y establecer acuerdos con los que ambos nos sintamos cómodos, encontrando el equilibrio entre el respeto a su independencia y personalidad y el cumplimiento de unos límites justos y adecuados.
No obstante, y con independencia de la edad que tenga tu hijo, no dudes en consultar con un experto si sus comportamientos te preocupan o no sabes cómo abordar la situación.
Foto de portada | Keira Burton en Pexels